La salmantina Charo Orgaz Botejara se ha visto obligada a escribir una carta personal al consejero de Sanidad para denunciar que ha sido citada en Traumatología para marzo de 2019 teniendo una falange rota, siendo además una superviviente de cáncer de páncreas con numerosas limitaciones de salud, y toda vez que la gerente del hospital no ha sido capaz de responder a una misiva anterior de esta paciente donde le exponía su caso con todo tipo de detalles.
“Ni las reglas más elementales de educación han sido llevadas a la práctica. Todo un ejemplo de crueldad, de falta de humanidad, a una persona que está superando un cáncer de páncreas. ¡Matar no puede ser un medio para un fin!”, asegura Charo Orgaz en la carta al responsable de Sanidad, certificada y con acuse de recibo el 19 de diciembre, sin que hasta la fecha tampoco haya obtenido ninguna respuesta pese a las buenas palabras y el interés de la secretaria de Sáez Aguado, con quien también esta paciente se ha visto obligada a hablar por teléfono.
No olvida esta paciente agradecer y felicitar a la Consejería de Sanidad por tener “un extraordinario equipo de Cirugía y Oncología” que le salvaron la vida, para lamentar aún más si cabe la “tremendamente dolorosa aparente pasividad de la Gerencia Hospitalaria de Salamanca”, donde entregó “personalmente” una carta el 2 de noviembre para exponerle su dramática situación.
Una vez finalizado el tratamiento oncológico, aunque por supuesto con duras revisiones periódicas que continúan a día de hoy, Charo Orgaz tuvo que pedir cita para Traumatología, hace ya casi cuatro meses, por la rotura de la falange de uno de los dedos del pie derecho, “dos años ya con dicha apéndice atrofiada”, que además ha dañado el metatarso “de tal forma que caminar me resulta un suplicio”.
Recuerda la paciente al consejero que al no tener páncreas, ni bazo, ni vesícula biliar, ni medio estómago, ni medio intestino delgado, y por consiguiente, no producir la hormona insulina, ni enzimas pancreáticas, su ejercicio diario es “una necesidad, una obligación que entra dentro de la medicación diaria, no un capricho para lucir músculos”.
Aún así, la primera consulta se la dieron para marzo de 2019, un año y medio después de haberla solicitado, y por supuesto, sin determinar cuándo se llevará a efecto un posible intervención quirúrgica en el dedo. Ante esta realidad, Charo Orgaz le recuerda al consejero de Sanidad que se vio en la necesidad de acudir personalmente a la gerente, Cristina Granados, con la esperanza de que sus circunstancias personales fueran tenidas en cuenta, pero no fue así, “toda vez que el mutis por el foro de la señora gerente, hasta el momento, sigue siendo la nota discordante en la vida de esta guerrillera de muchas batallas. El pensamiento es libre y…en el aquí y ahora se posa el argumento de Muñoz Seca: “Tengo una carta delante…pronto estará detrás””.
Con todo, Charo Orgaz traslada al consejero su sensación de que “en estos pagos castellanos ciertos dirigentes están haciendo de la Sanidad Pública una especie de campo de exterminio donde colocan como víctima al ciudadano contribuyente español”, en su caso concreto más de 30 años cotizados, y “hasta que no se presentó el cáncer sin previo aviso, jamás había acudido a un médico, ni consultorio, ni mucho menos a un hospital”.
Felicitación por los grandes profesionales
Esta carta, que finaliza con una felicitación expresa a Sáez Aguado por los “grandes profesionales de la medicina que ejercen en el Hospital de Salamanca y en los centros de salud”, porque “ellos me salvaron la vida (cirujano Dr. Juan Sánchez Tocino y en Oncología Dr. German Martín) y me ayudaron a mantener el ánimo alto”, también quedó momentáneamente en el olvido, quizá por las vacaciones de Navidad, o quizá porque también en la Consejería aplicaron el argumento de Muñoz Seca.
La realidad es que, aunque estaba recibida, con firma, sello y DNI el 19 de diciembre a las 9 de la mañana en la sede del Paseo de Zorrilla, la secretaria del consejero desconocía su existencia hasta que Charo Orgaz contactó por teléfono con ella a principios de esta semana. Su amabilidad ha logrado, al menos, paliar un poco tanta desidia.
De la gerente nada más se supo. Y eso que en esa primera carta del 2 de noviembre, Charo Orgaz explicaba de forma pormenorizada como a pesar de su vida sana, extricta y rigurosa, el “destino cruel la había sorprendido con un cáncer de páncreas con muy pocas esperanzas de vida”. Dos operaciones en cuatro días a vida o muerte, 26 días en coma en la Unidad de Cuidados Intensivos, casi tres meses hospitalizada, muchas sesiones de quimioterapia y controles exhaustivos por Oncología, hicieron posible lo imposible: devolverle a la vida. Pero una vida “diferente”, que la ha cambiado por completo, de “pájaro libre” a “depender totalmente de las inyectas (cuatro insulinas diarias), de las ingestas de pancreatina (encimas), de las bajadas y subidas de azúcar” y, por supuesto, de una dieta tan estricta que esta paciente lleva a rajatabla midiendo al milímetro cada alimento, cada proporción y cada ración.
“Tremendos dolores”
A todo ello, ha tenido que sumar el daño en el metatarso producido por la mencionada rotura de la falange del pie derecho, de tal forna, que ni las plantillas elaboradas en una clínica privada de ortopedia, ni el calzado especial que utiliza todo el año, le “alivian los tremendos dolores a la hora de poder llevar a efecto las caminatas diarias que necesito por el tema de las glucemias”.
Argumentos más que suficientes, no ya para ser citada en tiempo y forma, sino sobre todo para que la gerente hubiera respondido a la pregunta “justa y necesaria” que Charo Orgaz le planteaba, dudando si estaría “viva para entonces” o habría “pasado a ese viaje sin retorno de yacer sin querer yacer”, teniendo en cuenta que pretenden hacerla esperar año y medio para que el especialista valore la dolencia, y al menos otro año y medio más para la intervención, “tres años de dolores insoportables y sin poder caminar”.
Las últimas líneas de la carta entregada en el propio complejo hospitalario a Cristina Granados son, a todas luces, el mejor final para esta historia dramática, que no sólo desprende una valiente lucha de supervivencia, sino también deja al descubierto unas graves carencias en un sistema sanitario que debe gestionarse más y mejor, y aprender a priorizar, a respetar y a responder.
“Señora gerente: espero y deseo que mi alegato documentado sirva para que usted pueda comprender que tanta lucha por sobrevivir no puede tener como epílogo la condena de permanecer sentada en una silla de mi bohardilla pensando en lo que pudo haber sido y no fue. Vivir es lo único cierto, pero sin la nota discordante del dolor colocada en un pentagrama sin doble barra”.
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