En el marco del 41º Congreso Anual de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), que se ha celebrado en Madrid, el doctor Bruno Sangro, director de la Unidad de Hepatología de la Clínica Universidad de Navarra, ha abordado el futuro, más allá de la curación, de las hepatitis virales.
Tanto el virus de la hepatitis B, como el virus de la hepatitis C, sobre todo en pacientes en los que la infección crónica ha alcanzado el estadio de cirrosis o de fibrosis avanzada, incrementa notablemente el riesgo de desarrollar cáncer primario de hígado, con una incidencia de entre un 3 y un 5% anual.
Con la llegada de los análogos de nucleósidos y de los antivirales de acción directa se ha logrado controlar la enfermedad en la mayor parte de los pacientes, si bien el doctor Sangro incide en que “el riesgo de desarrollar cáncer primario hepático no desaparece ni total ni rápidamente, porque es la consecuencia de un daño genómico acumulado durante años, y por lo tanto los pacientes no deben abandonar los programas de cribado de hepatocarcinoma, que ayudan a detectar este cáncer de forma muy sencilla, mediante una ecografía cada seis meses”.
El doctor Sangro destaca, en este sentido, los buenos resultados iniciales de eficacia que existen con la inmunoterapia en hepatocarcinoma, que es muy quimiorresistente y en la actualidad solo cuenta con un tratamiento sistémico antiangiogénico capaz de prolongar la supervivencia solo en los pacientes en estadios avanzados, y en los últimos seis años no se ha logrado mejorar estos resultados con otros fármacos sistémicos probados en ensayos clínicos bien diseñados y con amplias muestras de pacientes.
“En este contexto, con la eficacia demostrada con algunas inmunoterapias en tipos tumorales muy diferentes, como melanoma o carcinoma renal o de pulmón, en los últimos años hemos probado en estudios precoces de un solo brazo con anti-CTLA4 y más tarde con anti-PD1 si había indicios de eficacia en pacientes con hepatocarcinoma. Y los datos sugieren que pueden tener una eficacia notable”, explica el experto.
Evolución de los antivirales
Durante el congreso, Bristol-Myers Squibb ha organizado el simposio Conhecta: uniendo fuerzas para ofrecer respuestas a los pacientes, en el que se ha analizado la evolución en los tratamientos de las hepatitis virales crónicas.
La doctora María Buti, coordinadora del simposio y catedrática de Medicina y jefe clínico de la Unidad de Hepatología del Hospital Universitario Vall d’Hebrón de Barcelona, explica que “la hepatitis B es una enfermedad crónica en muchos pacientes, por lo que el tratamiento debe ser el más adecuado para administrarlo a largo plazo y así evitar la progresión de la enfermedad. Actualmente, estos tratamientos son eficaces y seguros a largo plazo, ya que permiten controlar el virus y suprimen cualquier replicación viral, previniendo la progresión de la enfermedad y reduciendo el riesgo de hepatocarcinoma (cáncer primario de hígado). En lo que respecta a la hepatitis C, los tratamientos de corta duración ofrecen unos resultados en la práctica clínica igual de efectivos que en los ensayos”.
Se estima que la prevalencia de hepatitis C en nuestro país se sitúa alrededor de un 0,4-2,6% de la población, según se recoge en el Plan Estratégico para el Abordaje de la Hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud. “En estos momentos, los pacientes diagnosticados de hepatitis C que presentan un grado de fibrosis significativo tienen la suerte de ser tratados adecuadamente. El principal reto al que nos enfrentamos los profesionales sanitarios ya no es el acceso al tratamiento, sino la identificación de los pacientes asintomáticos. Sin embargo, cabe decir que una vez diagnosticados, la terapia a la que son sometidos es igual de eficaz y segura”, matiza la doctora.
La llegada en los últimos años de los nuevos antivirales de acción directa, con elevadas tasas de curación, ha supuesto un cambio radical en el paradigma de la hepatitis C. Tras la llegada de daclatasvir en España en 2015, la Comisión Europea aprobó la semana pasada su uso para tres nuevas poblaciones de pacientes, en combinación con sofosvubir: pacientes con VHC con cirrosis descompensada, coinfección por VIH-1 (virus de la inmunodeficiencia humana) o aquellos con recurrencia del VHC postrasplante hepático.
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