También suelen afectar a su estabilidad los cambios en su vida cotidiana (un cambio de casa o de ciudad), situaciones de pérdida afectiva (la muerte de un familiar), situaciones desconocidas, situaciones nuevas (un nuevo colegio). En la vida de los niños pueden suceder, también, catástrofes, accidentes de coche, incendios o situaciones de abuso por parte de un adulto o de niños de su edad.
Tenemos que diferenciar ente pesadillas y terrores nocturnos. Ambos se engloban dentro de los trastornos del sueño, e incluyen situaciones de ansiedad al despertar. La diferencia está en que en las pesadillas el niño recuerda el contenido de lo soñado, mientras que en los terrores nocturnos los contenidos son inexistentes o muy vagos. En las pesadillas, el contenido del sueño suele ser muy variado, pero siempre incluye un contenido de peligro para la integridad del niño. Aunque las pesadillas y los terrores nocturnos suelen remitir con la edad, es importante estar alerta, por si coinciden con un periodo de inestabilidad del niño.
Todas las situaciones antes detalladas pueden desencadenar miedos que normalmente vienen acompañados de ansiedad. Los niños no siempre pueden explicar cuál es la causa de su miedo: si son muy pequeños, porque el habla aún no está suficientemente desarrollada, pero incluso en niños mayores, el miedo intenso les impide explicar o, incluso, entender cuál es su temor.
A nivel corporal, pueden aparecer sudores y temblores, pero sobre todo notaremos regresiones a conductas de edades anteriores: por ejemplo, volver a mojar la cama cuando ya controlaba perfectamente los esfínteres, tartamudear o chuparse el dedo. Su rendimiento escolar también puede verse afectado. Otros cambios en los patrones de conducta pueden incluir sufrir rabietas o volverse más solitario.
Un método de psicoterapia dirigido a situaciones de miedos infantiles es el EMDR. Se trata de una técnica para el tratamiento de problemas que tienen su origen en experiencias tempranas. La utilidad del EMDR para el tratamiento del trauma psicológico está avalada por estudios controlados. Cuando hablamos de trauma psicológico no nos referimos solo a situaciones excepcionales, sino que hay experiencias más corrientes, como la muerte de un abuelo, tener piojos o ser criticado en público por un profesor, que pueden causar alguna sintomatología profunda en un niño de corta edad. Si no se tratan, estos problemas suelen empeorar con el tiempo. Los niños no lo superan con el mero paso del tiempo.
*Esther Miralpeix García es psicóloga y miembro de Saluspot
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