La semana pasada disfruté enormemente, entre otras cosas, de la apertura de la conferencia El lado humano del management. En la misma nos recordaban a los asistentes la enorme responsabilidad que tienen las instituciones educativas de toda índole y, por ende, cada uno de los que las constituyen, en formar a quienes dirigirán las instituciones, públicas y privadas -tercer sector incluido-, en un futuro muy cercano.
Se hacía hincapié en que los líderes del futuro –para mí deberían ya ser los líderes del presente– tenían que estar y tener muy presente en sus mentes lo que ocurre en la sociedad, tener impacto positivo en su empresa/institución y su entorno y ser conscientes de su propio papel y responsabilidad (individual, añado) dentro de la sociedad en la que viven.
Como dicen en Inglaterra, “música para mis oídos”. Mensaje claro, conciso, excelente. Justo lo que necesitamos para que nos permitan continuar viviendo en nuestro planeta tierra. Líderes con consciencia y conciencia. Mensaje en el que creo y al que me dedico (i Mindful Leading).
Albert Agustí profundizaba en el mensaje, asegurando que era necesario gestionar con valores. Absolutamente cierto, desde mi punto de vista. Apunté en mi libreta: ¿gestionar con valores o gestionar desde los valores? Puede parecer lo mismo y, sin embargo, son distintas expresiones.
Segundos después, me asaltó una duda, basada en mi convencimiento de que tener la capacidad de formar a los dirigentes y ciudadanos del futuro para que respondan a ese nuevo papel que les pedimos supone que quienes forman han de estar ya modelando estos nuevos roles. Es decir, esta capacidad ha de estar ya presente en quienes se dedican a formar. Y, así, me pregunto: ¿Es siempre así? ¿Tienen la capacidad? ¿Cuáles son los valores que pedimos que encarnen?
Hace no mucho leí que generalmente conseguimos los comportamientos que recompensamos, no aquellos que enseñamos (de forma teórica). Todos conocemos la distancia que hay entre la teoría y la práctica, de ahí nuestro excelente refrán “del dicho al hecho, hay mucho trecho”. También el estupendo dicho de “haz lo que digo, no lo que hago”, que a mí siempre me ha parecido, cuando menos, peculiar, dándome mucho que pensar desde bien pequeña. De ahí mis dudas.
Puedo percibir claramente, a través de la gran madeja, la relación que hay entre los comportamientos de nuestra sociedad actual (de todos y cada uno de nosotros y también de nuestros dirigentes) y los valores imperantes por los que parece nos regimos (con espacio para las excepciones, por supuesto). Muchos de los que hoy ocupan puestos de responsabilidad tuvieron como modelo a quienes los ocupaban en los años 90. Las generaciones posteriores vivieron algo similar e infinitamente más exagerado, en una época en la que, da la sensación, se permitió la normalización de determinadas prácticas francamente nada normales y, en muchas ocasiones, ni siquiera aceptables.
Por eso me asaltan las dudas. Las sociedades en las que nacemos y vivimos nos dan forma, definen lo que pertenece dentro y se aprueba y lo que no, lo permisible y lo que no, quién está dentro y quién fuera… Aprendemos una y otra vez a través de lo que resulta premiado y castigado. Y quedarse fuera es difícil, muy difícil.
Me pregunto entonces… ¿Quiénes están en disposición hoy de educar a ese líder consciente e individualmente responsable? ¿Y dónde se encuentran? Y no tengo tan clara la respuesta.
Al igual que las meigas, haberl@s, hayl@s. Muchos más de los que pensamos, pues posiblemente no sean muy visibles. Algo me dice, no obstante, que presumir de que se encuentran en las instituciones educativas quizá sea demasiado ambicioso y que probablemente hayamos de encontrarlos en los lugares más inesperados. En esos lugares donde nuestros ojos parecen no haber llegado todavía.
Feliz semana.
*Catalizando el desarrollo integral de personas y organizaciones
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