Muchas veces nos encontramos en situaciones en las que, según están ocurriendo, preferiríamos no encontrarnos. Recuerdo la primera vez que conocí a quien fue mi superior más breve. Durante nuestro primer encuentro compartió conmigo la visión que tenía para el departamento conmigo … visión de la que mi puesto y por tanto yo, no formábamos parte.
No demostró ni tacto ni la más mínima empatía (comenzó su discurso diciendo “no creo que ésto – refiriéndose a la configuración del puesto que yo desempeñaba – vaya a funcionar”). A eso me refiero con momentos “tierra, trágame” o “quiero salir de aquí ahora mismo”. Además, me estropeó el desayuno.
Definitivamente, empezamos con muy mal pie un breve camino juntas, que no creo que durara más de cuatro o cinco meses. Durante todo el tiempo que tuve que trabajar para ella, la detesté profundamente. Hoy se – entonces no lo veía -, que tampoco yo tuve mucha empatía con ella. Completamente ocupada mi mente con la ‘pregunta – queja’ ¿cómo me puede haber hecho esto a mí?, no tenía espacio alguno para siquiera imaginar cómo podría ser el escenario en el que ella se encontraba y en el que había de navegar. Recordando la situación del negocio en aquel momento, no era tarea fácil.
Pero yo había entendido la situación como una afrenta personal y dirigí toda mi energía a 1) Demostrarle que se estaba equivocando y que se arrepentiría al eliminar o sustituir mi puesto y 2) Detestarla profundamente dándole vueltas sin para a la pregunta de marras. Pues bien, diez años más tarde consigo no sólo habérselo perdonado sino además, estarle profundamente agradecida. Liza me escribió una de las mejores ‘evaluaciones del desempeño’ que he tenido nunca … no porque se dedicara a ensalzarme, aunque reconoció el buen trabajo hecho, sino porque me ayudó a identificar las áreas en las que tenía que trabajar si quería avanzar. Me ayudó (al igual que otros que siguieron) a trazar el camino para continuar creciendo.
Todo hubiera sido incluso más eficaz, si hubiera entonces conocido (y puesto en práctica, pues tan sólo con saber, no vale), uno de los cuatro acuerdos de la sabiduría tolteca, “no te tomes nada de forma personal”. Habría podido dirigir mi energía y esfuerzo hacia algo más productivo.
Ésta historia me vino a la mente en un momento de reflexión acerca de las situaciones difíciles que me hicieron aprender lo que necesitaba en el momento en el que aparecieron y por las que hoy, estoy muy agradecida. Desde aquí, gracias a Liza. También hoy puedo decirle que lo del desayuno, todavía no se lo he perdonado.
Los restantes acuerdos, para quienes quieran reflexionar sobre ellos son:
• “haz siempre lo mejor que puedas”
• “no supongas”
• “honra tus palabras”
¡Feliz semana!
*Catalizando el desarrollo integral de personas y organizaciones
Recordamos que SALUD A DIARIO es un medio de comunicación que difunde información de carácter general relacionada con distintos ámbitos sociosanitarios, por lo que NO RESPONDEMOS a consultas concretas sobre casos médicos o asistenciales particulares. Las noticias que publicamos no sustituyen a la información, el diagnóstico y/o tratamiento o a las recomendaciones QUE DEBE FACILITAR UN PROFESIONAL SANITARIO ante una situación asistencial determinada.
SALUD A DIARIO se reserva el derecho de no publicar o de suprimir todos aquellos comentarios contrarios a las leyes españolas o que resulten injuriantes, así como los que vulneren el respeto a la dignidad de la persona o sean discriminatorios. No se publicarán datos de contacto privados ni serán aprobados comentarios que contengan 'spam', mensajes publicitarios o enlaces incluidos por el autor con intención comercial.
En cualquier caso, SALUD A DIARIO no se hace responsable de las opiniones vertidas por los usuarios a través de los canales de participación establecidos, y se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso cualquier contenido generado en los espacios de participación que considere fuera de tema o inapropiados para su publicación.
* Campos obligatorios