Sin duda éste es un ámbito complejo para poner en práctica a la musicoterapia, pero no por ello deja de ser efectiva, tratándose, generalmente, de un proceso de rehabilitación conductual y emocional. La privación de la libertad no cura por sí misma; es más, en la mayoría de los casos, la situación del acusado empeora. Entonces, ¿es posible realizar un tratamiento multidisciplinar para la reinserción de las personas que cumplen una condena?
Más allá de entrar en discusiones morales y legales, hoy te cuento cómo puede trabajar un profesional de la musicoterapia en la cárcel.
Para poder desenvolverse dentro del ámbito penitenciario, el/la musicoterapeuta debe estar entrenado y conocer perfectamente todo su entramado, así como también los códigos que rigen a nivel interno, las normas de conducta y las características físicas, psíquicas y socio-emocionales de los reclusos/as.
Innumerables estudios revelan que, además de la personalidad que tenga cada procesado, las consecuencias psicosociales más destacadas de la estancia en prisión están vinculadas a la disminución de la autoestima, al aumento del nivel de ansiedad y al grado de dependencia debido al estricto control a los que se ven sometidos, siendo muy susceptibles para asumir responsabilidades. La agresividad o sumisión acrecientan las situaciones de riesgo, se altera la sexualidad y la afectividad, hay pérdida de vinculaciones, exageración del egocentrismo, entre otros…
La vivencia musical induce a estados afectivos que benefician la expresión y reconocimiento de emociones. Se convierte en un medio para compartir, construir y estructurar a través de experiencias concretas, tanto individuales como grupales. La música puede canalizar la tensión y el estrés, reduciendo el nivel de ansiedad, de agresividad y hostilidad. Con el diseño de sesiones bien estructuradas, se puede trabajar en el desarrollo psicosocial, en el apoyo interpersonal, como la cohesión grupal y la convivencia, así como también el autoconocimiento, los hábitos de autocuidado y la toma de consciencia…
La coordinación, el apoyo y el trabajo en equipo con los demás profesionales del centro serán indispensables para que los cambios sean notorios. Desde el funcionario de vigilancia, pasando por los psicólogos y educadores, hasta el personal directivo… todos cumplen un rol definido, y se complementan. El equipo valorará la presencia o no de determinados internos en la participación de las sesiones de musicoterapia y, a su vez, éste podrá decidir si lo llevará a cabo o no.
Es verdad que el éxito no sólo depende del uso apropiado de la música y la musicoterapia; existen muchos más factores que pueden influir para que los objetivos no se cumplan como es esperado: dependerá también de la personalidad y de los aspectos conflictivos de cada preso/a, de la experiencia del musicoterapeuta, de la colaboración del resto de profesionales y directivos, de los recursos materiales que se disponga, etc.
En el sistema carcelario la teoría dista muchas veces de la realidad, por lo que un trabajo terapéutico en un lugar hostil será aún más difícil para valorarlo a corto plazo. Es recomendable que, además de musicoterapia, el interno pueda participar de otras actividades recreativas, manipulativas y/o deportivas, o bien realizar formación académica, laboral; según el caso, redundará en su rehabilitación.
Para que la musicoterapia sea un recurso más que proporcione experiencias terapéuticas de recuperación (además de su reconocimiento como disciplina científica y de salud por parte de las autoridades), deberá tener un enfoque adaptado al grupo y al encuadre del sitio, se diseñarán objetivos tangibles, concretos y realistas; según los especialistas, las intervenciones serán centradas en el aquí y ahora y limitadas en el tiempo. Actividades como la improvisación musical, la visualización guiada con música pueden resultar atractivas y provechosas…
Actualmente, en los centros penitenciarios de España se han realizado programas puntuales de musicoterapia, y también dentro del marco de prácticas de formación del musicoterapeuta. En otros países, como Estados Unidos, está más afianzada su presencia. En un futuro se espera que la figura del musicoterapeuta se fortalezca en este ámbito y pueda formar parte de los equipos interdisciplinarios.
(INFOGRAFÍA: morguefile.com)
La terapia musical en centros penitenciarios colabora en la reintegración de los reclusos, siendo fundamental en un abordaje diversificado.