Un aumento “espectacular” en la exposición a productos químicos tóxicos en las últimas cuatro décadas está amenazando la reproducción humana y la salud. Así lo advierte la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO), la primera organización global especializada en salud reproductiva, que esta semana ha definido su posición respecto al contacto de la población con productos químicos de carácter tóxico.
La entidad, que representa a especialistas de 125 países y territorios, ha publicado su dictamen en el Diario Internacional de Ginecología y Obstetricia del 1 de octubre, justo antes de su XXI Congreso Mundial en Vancouver, donde más de 7.000 médicos y científicos explorarán las tendencias de la salud de la mujer a nivel mundial entre los días 4 y 9 de octubre. “Estamos sumergiendo nuestro mundo en productos químicos no probados e inseguros, y el precio que estamos pagando en términos de nuestra salud reproductiva es muy preocupante”, ha asegurado Gian Carlo Di Renzo, secretario honorario de la FIGO.
Según Di Renzo, los profesionales de la salud reproductiva “son testigos de primera mano del creciente número de problemas de salud a los que se enfrentan sus pacientes, y la prevención de la exposición a tóxicos químicos puede reducir esta carga sobre mujeres, niños y familias de todo el mundo”.
Aborto, malformaciones y cáncer, algunos de los efectos
Según la opinión oficial de la federación internacional, formulada por un equipo de obstetras, ginecólogos y científicos de las principales sociedades profesionales a nivel global, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá y la Universidad de California de San Francisco, el aborto involuntario, la muerte fetal, el deterioro del crecimiento fetal, las malformaciones congénitas, la alteración o reducción del desarrollo neuronal y de la función cognitiva, el aumento del cáncer, los problemas de atención, las conductas de TDAH y la hiperactividad son algunos de los efectos en la salud reproductiva vinculados a la exposición de productos químicos como los pesticidas, los contaminantes del aire, los plásticos y los disolventes, entre otros.
“Lo que la FIGO está diciendo es que los médicos necesitan hacer algo más que simplemente advertir a sus pacientes de los riesgos que conlleva la exposición química para la salud. Tenemos que abogar por políticas que protejan a nuestros pacientes y las comunidades de los peligros de la exposición involuntaria a tóxicos químicos”, ha señalado Jeanne A. Conry, coautor de la opinión de la organización y ex presidente del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, que ya emitió un dictamen sobre los productos químicos y la salud reproductiva en 2013.
Demanda de la SESPAS
En España, la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) ha expresado su satisfacción por el llamamiento realizado por la FIGO reclamando medidas para prevenir la exposición prenatal a estos contaminantes, porque considera “muy relevante que cada vez haya más sociedades médicas involucradas en la prevención de la exposición humana a productos químicos tóxicos, en particular a disruptores endocrinos”. En este sentido, la SESPAS ha reiterado la postura que ya ha transmitido a las autoridades españolas y europeas, y que puede consultarse en la carta que, en su día, la entidad hizo llegar a Ana Mato durante su mandato como ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Como recuerda esta sociedad española, el llamamiento de la FIGO coincide con la declaración hecha esta misma semana por la Sociedad de Endocrinología, que reúne a miles de especialistas de todo el mundo, en la que señala “que no hay dudas de que la exposición a sustancias que alteran el sistema hormonal (disruptores endocrinos), presentes en alimentos y artículos de consumo, está contribuyendo a enfermedades muy importantes, como la obesidad, la diabetes o el cáncer.
Según la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, se espera que la producción de químicos crezca más rápido en los países en vías de desarrollo en los próximos cinco años. Sólo en EEUU se producen o importan más de 13.000 kilos de químicos por persona y, sin embargo, la gran mayoría de estos productos no han sido probados.
La organización mundial señala que estas sustancias “viajan por el mundo a través de acuerdos comerciales internacionales, como el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés)”, que se está negociando entre la Unión Europea y los Estados Unidos, y que ha generado numerosas críticas de organizaciones de salud y medioambientales por favorecer el debilitamiento de los controles y las regulaciones diseñadas para proteger a las comunidades frente a productos tóxicos químicos. “La exposición a los productos químicos en el aire, el agua y los alimentos afecta de manera desproporcionada a los pobres. En los países en vías de desarrollo, las infecciones de las vías respiratorias inferiores tienen más del doble de probabilidades de ser causadas por exposición a sustancias químicas que en los países desarrollados”, ha indicado Linda Giudice, coautora del posicionamiento de la FIGO, ex presidenta de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (ASRM) y presidenta del Departamento de Obstetricia, Ginecología y Ciencias Reproductivas de la UCSF.
Muertes y altos costes económicos
La exposición a tóxicos ambientales de carácter químico está vinculada a millones de muertes y cuesta miles de millones de dólares cada año, según avisa la FIGO, que cita los siguientes ejemplos:
• Siete millones de personas mueren cada año debido a la exposición a la contaminación del aire en interiores y exteriores.
• Se estima que los envenenamientos por pesticidas de los trabajadores agrícolas en el África subsahariana costarán 66.000 millones de dólares entre 2005 y el 2020.
• Los costes de atención sanitaria y otros gastos derivados de la exposición a químicos con propiedades de disrupción endocrina en Europa se calculan en, al menos, 157 millones de euros al año.
• En Estados Unidos, el coste de las enfermedades infantiles relacionadas con los tóxicos medioambientales y los contaminantes en aire, alimentos, agua, suelo y en casas y barrios se calculó en 76,6 mil millones de dólares en el año 2008.
“Teniendo en cuenta la evidencia acumulada de los impactos adversos para la salud relacionados con los tóxicos de carácter químico, incluyendo el potencial daño intergeneracional, la FIGO ha propuesto sabiamente una serie de recomendaciones que los profesionales de la salud pueden hacer para reducir la carga de sustancias peligrosas en los pacientes y las comunidades”, ha subrayado el presidente de la organización, el profesor Sir Sabaratnam Arulkumaran, también presidente de la Asociación Médica Británica.
Recomendaciones
La federación internacional propone a médicos, matronas y otros profesionales de la salud reproductiva abogar por políticas que eviten la exposición a tóxicos ambientales de carácter químico; trabajar para garantizar un sistema de alimentación saludable para todos; incluir la salud medioambiental en el sistema de salud global y, defender la justicia medioambiental.
La opinión de la FIGO fue escrita por un grupo internacional de médicos y científicos del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva, la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, el Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos, la Sociedad de Obstetras y Ginecólogos de Canadá, el Programa de UCSF de Salud Reproductiva y Medio Ambiente y la Organización Mundial de la Salud. Estas y muchas otras organizaciones de salud reproductiva han aprobado o apoyado formalmente la posición de la federación, que también ha sido acogida con satisfacción por grupos de defensa de la salud, incluyendo la Alianza de Salud y Medio Ambiente (HEAL), Mujeres en Europa por un Futuro Común (WECF), Salud sin Daño y Médicos por la Responsabilidad Social.
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