Desde hace unos años, los niños y adolescentes trans comienzan a ser más visibles en nuestra sociedad y, a menudo, el pediatra de cabecera es el primer profesional al que acuden en busca de asesoramiento e información. Conscientes de este reto, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) ha querido prestarle una especial atención en su 14º Curso de Actualización, que se celebra en Madrid hasta el sábado.
La presidenta de la AEPap, Concha Sánchez Pina, y la coordinadora del curso, Mª Jesús Esparza, han presentado los principales temas que se tratarán durante los dos días del curso acompañadas de Esther Arén, inspectora jefa de la Policía Nacional y delegada de Participación Ciudadana de Madrid.
Entre ellos, la mesa redonda La transexualidad infanto-juvenil: un nuevo reto para el pediatra que cuenta con la participación de Julia Hernández Delgado, pediatra del Centro de Salud de Pavones (Madrid);Irene Halperin, de la Unidad de Género del Hospital Clínic de Barcelona; e Isidro García Nieto, trabajador social ysexólogo del Programa LGTBI de la Comunidad de Madrid.
Los tres repasan los últimos conocimientos científicos y legales sobre la transexualidad en menores, para que los pediatras de Atención Primaria cuenten con todas las herramientas para informar a las familias sobre los procedimientos médicos o farmacológicos, los grupos de apoyo o la legislación vigente en las distintas CCAA sobre esta cuestión.
Como explica Isidro García Nieto en su ponencia, “cada vez más, las familias de niños y jóvenes trans se acercan a la consulta de sus pediatras a solicitar apoyo a la hora de comenzar el tránsito social de estos menores o información sobre los procedimientos médicos que algunos de estos jóvenes necesitan”, por lo que destaca el papel del pediatra de Primaria como pieza clave “a la hora de contener las primeras emociones, orientarles sobre los recursos y tratamientos médicos…”.
Si algo ha demostrado la literatura científica hasta la fecha es que la aceptación de la identidad de género que haganlas familias de los jóvenes transexuales y el apoyo que les den en la fase de tránsito es clave para reducir el impacto en la salud física y mental de los menores, afirman los especialistas de la mesa redonda.
Las personas trans son aquéllas que expresan una identidad de género diferente al sexo biológico que les asignaron al nacer. Como señala la doctora Halperin, aunque esta disconformidad respecto al sexo biológico puede emerger desde la infancia, suele ser en la adolescencia cuando el inicio de la pubertad y el rechazo a los cambios físicos que se producen a esa edad pueden hacer aconsejable el inicio de un tratamiento farmacológico.
Seguimiento individualizado
La especialista del Hospital Clínic señala que esa terapia debe hacerse de manera individualizada, y suele iniciarse con análogos de la hormona liberadora de las gonadotropinas (aGnRH) con el objetivo de revertir o detener la progresión de los cambios físicos. “Posteriormente, si la identificación transexual persiste, ese tratamiento puede ser sustituido por la terapia hormonal cruzada (THC),virilizante o feminizante, destinada a promover el desarrollo decaracteres sexuales del sexo contrario”.
La experiencia con estos tratamientos farmacológicos ha demostrado que son seguros y se asocian a un mayor bienestar de estos menores, aunque sí subraya la importancia de un adecuado seguimiento clínico de los adolescentes que reciben estos tratamientos. “Hay que tener en cuenta que disponemos de poca información sobre las pautas de tratamiento óptimas, por lo que es crucial seguir cuidadosamente a estos pacientes y recoger toda la información que en futuro permita aumentar nuestros conocimientos y mejorar los resultados”.
Aunque la disforia de género o el trastorno de la identidad sexual en la infancia sigue apareciendo como un problema de salud mental en los manuales internaciones de clasificación de enfermedades (DSM-V y CIE 10), actualmente existe un consenso extendido en la comunidad científica para dejar de considerar las identidades trans como una patología.
Porque además, como señala Isidro García Nieto, no todas las personas trans experimentan sufrimiento debido a su disforia de género; sino que este malestar y sentimiento de ansiedad existirán o no en función de la posibilidad de expresar libremente su identidad de género.
Y en este sentido, coinciden los expertos, el papel del pediatra de Atención Primaria es clave para escuchar a la familia, orientar a los niños y adolescentes e informarles y acompañarles en su tránsito social. Dos estudios publicados en la revista Pediatrics en 2014 y 2016 muestran que el apoyo familiar es clave para que estos menores no desarrollen niveles de ansiedad y depresión superiores a los del resto de la población de su misma edad. Es decir, “la psicopatología no es inevitable en esta población”.
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