El linfoma es un tipo de cáncer hematológico que se produce cuando un tipo de glóbulos blancos (linfocitos) empiezan a crecer de manera descontrolada y se acumulan en los ganglios linfáticos. Por tanto, el linfoma no es una sola patología, sino un grupo de enfermedades distintas, con diferente comportamiento clínico y tratamiento.
Los glóbulos blancos o leucocitos son células de la sangre que produce la médula ósea y que ayudan a defender el organismo contra las infecciones. Cuando estos glóbulos blancos se dividen de forma anormal o crecen sin control, aparecen las leucemias y los linfomas. Actualmente, los linfomas suponen el 4% de todos los nuevos casos de cáncer en España. Continúa siendo una enfermedad poco frecuente en comparación con los cánceres más habituales. Sin embargo, existen muchos interrogantes alrededor del linfoma y, sobre todo, de su tratamiento. Estas son ocho cosas que no sabías sobre el linfoma.
Linfoma y leucemia: diferencias
Los linfomas son tumores malignos originados en los ganglios linfáticos o en otros tejidos linfoides. Se manifiestan con un agrandamiento de los ganglios linfáticos del cuello, las axilas, las ingles, el tórax o el abdomen. Las leucemias, en cambio, se originan en la médula ósea y pueden manifestarse a través de alteraciones en la sangre. Aunque, a su vez, los linfomas pueden también afectar a la médula ósea y a la sangre. La gravedad de una leucemia no es mayor que la de un linfoma, ni viceversa; sino que esto dependerá del tipo concreto de cada uno.
Terapias para tratar los linfomas sin tratamiento, ¿cuáles son?
Muchas enfermedades hematológicas siguen siendo crónicas o incurables pese a las nuevas herramientas de tratamiento que existen. Por ejemplo, el linfoma folicular o la leucemia linfocítica crónica (LLC) tienen tratamientos que son efectivos para controlar el crecimiento tumoral, pero no para erradicar la enfermedad. Muchos pacientes con estas enfermedades pueden igualmente vivir muchos años, algunos incluso sin recibir ningún tratamiento. Por lo tanto, aunque dispongamos de nuevos tratamientos para estas enfermedades, los criterios para empezar alguno de ellos siguen siendo los mismos.
No, las células del linfoma no se alimentan de azúcar
Cualquier dieta sana y equilibrada debe contener una proporción controlada de azúcares, grasas y sal. La afirmación de que el azúcar alimenta las células del linfoma no tiene ninguna base científica. Además, muchas células de nuestro cuerpo, como las cerebrales, dependen completamente de los hidratos de carbono para funcionar, por lo que una dieta sin hidratos de carbono no es recomendable ni sostenible a largo plazo en pacientes con enfermedades de la sangre.
Por otra parte, algunos regímenes de ayuno han mostrado, de manera preliminar, beneficios en la población general. Sin embargo, la falta de estudios en pacientes con linfoma y la fragilidad de algunas de estas personas no permiten recomendar el ayuno.
Nuevos tipos de tratamiento para el linfoma
En los últimos años, ha habido una explosión en las opciones terapéuticas para el cáncer en general, y para el linfoma en particular. Se ha reducido el uso de quimioterapia y se ha substituido por tratamientos mucho más específicos. Por ejemplo, la leucemia linfocítica crónica, que comparte muchas características con el linfoma, se trata con fármacos dirigidos específicamente contra la célula tumoral, como los anticuerpos anti-CD20, los inhibidores de BTK y los inhibidores de BCL2. En los linfomas se usan otras moléculas con acción dirigida, como la lenalidomida, el tazemetostat o la inmunoterapia.
La inmunoterapia para tratarlo: tipos
La inmunoterapia se basa en modificar células del sistema inmunitario para hacer frente al tumor. Existen muchos tipos de inmunoterapia según su funcionamiento:
Anticuerpos monoclonales: atacan una proteína de la superficie de la célula del linfoma.
Inhibidores de moléculas de checkpoint inmune: desencadenan mecanismos naturales de control inmunológico.
Anticuerpos biespecíficos: se unen a la célula tumoral y a una célula del sistema inmune, facilitando el reconocimiento y destrucción de la célula tumoral.
Terapia CAR-T: se modifican genéticamente las células inmunitarias del paciente para que se dirijan contra una proteína de la superficie de las células del linfoma o la leucemia.
Trasplante de médula ósea: se utilizan células inmunitarias de un donante para que combatan las células tumorales del receptor.
¿Tiene efectos secundarios la inmunoterapia?
La inmunoterapia también puede causar efectos secundarios. No produce los efectos adversos que típicamente se asocian con la quimioterapia, como náuseas o caída del cabello. Sin embargo, puede causar otros, como reacciones a la infusión, pérdida de sensibilidad, diarreas, infecciones, fiebre, etc. Alguna de estas reacciones puede, incluso, poner en riesgo la vida del paciente.
La quimioterapia puede ser el tratamiento idóneo contra el linfoma
Hay una gran proporción de pacientes que consiguen muy buenas respuestas o, incluso, la curación con quimioterapia. Además, la gran experiencia de uso de la quimioterapia hace que se conozcan sus efectos adversos y se sepan manejar mejor. Por último, dado que las inmunoterapias son mucho más nuevas, suponen una carga económica mucho mayor para el sistema público de salud.
El papel del trasplante de médula ósea
En los linfomas en los que está aprobada la terapia CAR-T, el trasplante de médula ósea se reservaría para pacientes que han presentado múltiples recaídas después del tratamiento con inmunoterapia. En otros linfomas para los que la inmunoterapia está menos desarrollada, el trasplante de médula es una opción que hay que considerar, sobre todo para pacientes jóvenes y con buen estado físico.
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