Mañana, 10 de septiembre, se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una cita necesaria para seguir creando conciencia sobre la primera causa de muerte no natural en España, por la que más de 3.600 personas perdieron la vida en 2019, según el Instituto Nacional de Estadística. Una tragedia que en el mundo hace que se pierda una vida cada 40 segundos, y que se ha agravado considerablemente por la pandemia del SARS-CoV-2.
Ante esta realidad, hoy el Ministerio de Sanidad español ha difundido un decálogo y un manual de apoyo con enfoque práctico, que inciden en la importancia de que los medios de comunicación informen de manera adecuada, exacta y útil, de forma que se promueva un efecto beneficioso de la información que ayude a prevenir la pérdida de vidas.
Asimismo, estas recomendaciones subrayan la relevancia de que los medios de comunicación informen sobre el suicidio, con responsabilidad, alejándose de sensacionalismos, prestando especial cuidado al lenguaje utilizado, aportando datos contrastados y testimonios fiables, con información positiva y además ofreciendo información de ayuda.
Primera causa de muerte externa en nuestro país
En España, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2019, un total de 3.671 personas fallecieron por suicidio, 2.771 hombres y 900 mujeres, por lo que continúan falleciendo el triple de hombres que de mujeres por esta razón. Una media de 10 suicidios al día, lo que quiere decir una muerte cada 2 horas y media. La franja en la que más fallecimientos se produce es entre los 30 y los 39 años. Es la principal causa externa de muerte en España, duplicando a los accidentes de tráfico.
En Europa, en 2018 los suicidios llegaron hasta 22/100.000 hab./año en países como Lituania, encontrándose España entre los países de Europa con las tasas más bajas, según los registros de la OCDE al respecto.
Cada año, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se producen cerca de 800.000 muertes por suicidio en el mundo, es decir, muere una persona cada 40 segundos. Dentro de estos datos no se cuenta con los intentos que no llegan a consumarse, pero se conoce que por cada persona que consigue quitarse la vida, se producen al menos 20 intentos.
Romper el tabú: los medios de comunicación y la prevención del suicidio
En el pasado se ha abogado por silenciar el suicidio en los medios de comunicación. Entre otros motivos porque sigue siendo un tabú en la sociedad y por temor a un efecto contagio. Sin embargo, el tabú y el estigma que rodean a las conductas suicidas dificultan su prevención y añaden sufrimiento a los familiares y allegados.
La OMS trabaja desde hace años en la elaboración de recomendaciones para que los medios informen de manera adecuada, exacta y útil, de forma que se consiga un efecto beneficioso que ayude a prevenir la pérdida de vidas, animando a los medios a que informen siguiendo las directrices propuestas por la OMS:
• Informar sí, pero con responsabilidad
• Alejarse del sensacionalismo
• Cuidar el lenguaje
• Cuantos menos detalles, mejor
• Aportar datos y testimonios fiables
• No simplificar una realidad compleja
• Desmentir mitos y falsas creencias
• ¡Cuidado con las redes sociales!
• Informar con un enfoque positivo
• Ofrecer información de ayuda
‘Cruz Roja Te Escucha’ detecta un aumento de llamadas de conducta o ideación suicida desde finales de 2020
La realidad actual no deja mucho margen para el optimismo, ya que, según entidades, como Cruz Roja, se está detectando un aumento en las solicitudes de atención psicosocial relacionadas con conductas o ideas de contenido suicida recibidas.
A través de su servicio Cruz Roja Te Escucha, puesto en marcha en abril de 2020 a raíz de la pandemia, se han atendido más de 7.500 llamadas; 30 de ellas las realizaron personas que manifestaron ideas suicidas, por lo que el equipo de voluntariado encargado de responder el 900 107 917 las derivó a profesionales de psicología especialistas en crisis y emergencias.
El 52% de las llamadas las realizaron hombres, frente al 48% de solicitudes femeninas; sin embargo, este servicio de atención telefónica es mucho más utilizado habitualmente por mujeres, por lo que llama la atención que, en el caso de ideaciones y conductas suicidas, el mayor número de consultas recibidas estén realizadas por hombres.
Entre las personas atendidas, la franja más común es la mediana edad, sin embargo, las diferentes personas usuarias atendidas tenían entre los 19 y los 75 años.
Desde finales de 2020 y a lo largo de 2021, Cruz Roja ha notado un aumento significativo de llamadas sobre esta problemática; en una primera fase del servicio, destacó el confinamiento y el malestar inmediato asociado al Estado de Alarma decretado el 14 de marzo de 2020; la fase de desescalada y la vuelta a la nueva normalidad han provocado nuevos casos asociados a las consecuencias a corto y medio plazo y a la incertidumbre que actualmente continúa ciñéndose sobre la sociedad.
“El servicio se creó para dar respuesta a las personas más vulnerables de la sociedad, que tienen incluso difícil el acceso a la ayuda psicológica por motivos económicos”, señala Mar Echenique, psicóloga y responsable de ‘Cruz Roja Te Escucha”.
La intervención de ‘Cruz Roja Te Escucha’ en la conducta suicida
Cruz Roja Te Escucha es un servicio de atención gratuito cuyo objetivo es ofrecer apoyo y acompañamiento psicosocial a personas que por sus circunstancias (soledad, víctimas mortales cercanas, edad avanzada, pérdida de empleo, u otras), sientan malestar emocional. El 900 107 917 está operativo en todo el ámbito nacional y es atendido por voluntariado experto en atención psicosocial.
En un primer nivel de atención, se orienta a las personas con pautas para reducir su malestar; si el caso es más complejo, se deriva a atención psicológica especializada, donde los profesionales aportan asistencia terapéutica a través del teléfono. Si la persona requiere de acompañamiento, por encontrarse en una situación de aislamiento o soledad no deseada, se deriva al nivel 3, en el que se le ofrece acompañamiento telefónico prolongado en el tiempo.
“Tenemos varios objetivos, desde sacar toda la información posible para entender si el riesgo es inminente, hasta animar a la persona que se encuentra mal a hablar con profesionales o con su entorno para frenar ese impulso”, destaca Mar Echenique. Dentro de los protocolos de actuación de Cruz Roja para los casos de posibles suicidios, se encuentra el aviso a los servicios de emergencia o el hecho de mantener la llamada en activo, “nunca debemos cortar la conversación; en paralelo debemos avisar al psicólogo especialista, e incluso llamar al 112 o 091”.
Además, “intentamos saber si está con alguien cerca y que participe en la conversación para que colabore”, y buscamos que la persona se comprometa a cumplir con pequeños acuerdos “les pedimos que no lo hagan, por ejemplo, en 15 días, y durante ese tiempo vamos a ayudarle con sus problemas y a hablar con frecuencia”.
De manera paralela, Cruz Roja activa todos los proyectos de ayuda que pueden paliar su situación de vulnerabilidad, “ayudas económicas, de productos, si son víctimas de violencia de género, empleo… incorporamos el caso en Inclusión Social para abarcar cualquier problemática que pueda tener, y es casi imposible que dentro de Cruz Roja no exista un recurso de apoyo para esos problemas”
El horario de atención de este servicio es de lunes a jueves, de 10:00 a 14:00 horas, y de 16:00 a 20:00 horas, y viernes de 10:00 a 14:00h, (una hora antes en Canarias).
¿Qué es la ideación suicida?
Resulta muy importante aprender a reconocer signos de insatisfacción vital; es posible que existan por parte de la persona afectada declaraciones de negación ante preguntas que impliquen reconocer que se encuentra en riesgo; por eso, es importante explorar si existen indicios para ello, y aprender a detectar si estamos ante un posible caso de conducta suicida. A pesar de que se trata de un problema grave de salud pública, se puede prevenir basándonos en la experiencia y la evidencia.
Entre las señales de alerta habituales que se pueden detectar se encuentran:
– La verbalización directa de la idea suicida: “la vida no merece la pena”, “dejaré de ser una carga”.
– Los pensamientos habituales sobre el suicidio.
– Los comentarios de insatisfacción con personas del entorno.
– Los preparativos relacionados con la desaparición: arreglo de documentos, despedidas, etc.
– El reconocimiento del sentimiento de soledad o la incapacidad para solucionar sus problemas: importancia, indefensión, desesperanza.
– La pérdida de interés por las aficiones, obligaciones o por la propia apariencia personal.
– Los cambios de ánimos repentinos (mejoras, especialmente)
– Los cambios de conducta: aumento de irritabilidad, ingesta de alcohol, etc.
– Autolesiones
La detección de ideas suicidas, seas cuales sean, deben tomarse siempre en serio; entre los mitos que rodean este problema se encuentran las ideas de que quién expresa el deseo de acabar con su vida, no lo hace, que hablar del suicidio incita a llevarlo a cabo, que sólo las personas con problemas graves se suicidan o que lo llevan a cabo personas cobardes o muy valientes.
Nueve de cada diez personas que se han suicidado habían verbalizado su propósito, y hablar de ello reduce el riesgo de que se lleve a cabo, puesto que, entre otras cosas, la persona desea que se produzcan cambios en su vida para volver a disfrutar de ella. Muchos pequeños problemas pueden resultar intolerables, por lo que las personas que los sufren pueden tener ideas suicidas en un momento determinado.
¿Qué hacer si detectamos un posible caso con ideación suicida?
El primer paso es profundizar en el tema a partir de una situación específica, preguntando acerca de cómo piensa resolver la persona afectada sus problemas, si ha pensado en suicidarse alguna vez o autolesionarse, o si duerme lo suficiente.
En segundo lugar, es importante detectar cuál es el método por el que planifica la idea de suicidio: cómo lo va a llevar a cabo, el día, el lugar, el motivo principal por el que quiere hacerlo y el significado.
Es muy importante en este momento valorar la desesperanza que tiene hacia el futuro, y tener mucho cuidado para no confirmar esas ideas acerca de que no existen posibilidad de mejora. Del mismo modo, hay que valorar el sentimiento de culpa que puede tener tanto personal o hacia algún familiar o amistad cercana.
Para poder prestar la mejor ayuda, es importante determinar con qué apoyos sociales cuenta la persona: amistades, familiares… con quienes pueda sentirse apoyada, mejorar relaciones y hablar de sus problemas, y conocer si hay alguna creencia personal que le impida hablar de sus problemas abiertamente.
Tan pronto como se detecta la idea suicida de debe valorar el riesgo e intervenir: evitaremos gritar, hablar de manera alterada y trasmitir la sensación de urgencia; evitaremos recurrir a frases hechas y tópicos que hablen de generalidades en lugar del problema concreto; no se debe hablar de los problemas propios o ejemplos de otras personas; se debe tener especial cuidado en no hacer sentir culpable o inútil a la persona afectada por no encontrarle sentido a la vida, ni crear falsas expectativas o promesas que no se puedan cumplir. Nunca se debe dejar sola a la otra persona o desviar nuestra atención.
Cualquier intento de suicido en el que tratemos de ayudar, probablemente sea pospuesto o interrumpido con nuestra intervención, de ahí que resulte tan importante realizar estos esfuerzos, incluso aunque no consigamos evitarlo. En todos los casos es recomendable derivar a profesionales de la salud mental, y en los casos de riesgo inminente se debe avisar a los servicios de emergencia, 112 o 091
Otras iniciativas
Lundbeck, en colaboración con Cecília Borràs, psicóloga y presidenta de Después del Suicidio – Asociación de Supervivientes (DSAS), ha puesto en marcha en twitter la campaña #HablemosSobreSuicidio, en la que durante media hora se compartirán contenidos en diversos formatos -textos, infografías, imágenes, vídeos- cada 40 segundos, clasificados bajo las etiquetas #LoQueNoSabíasDelSuicidio, #CifrasSobreSuicidio, #RecursosSobreSuicidio y #TestimoniosSobreSuicidio.
La prevención pasa por la información y por hablar del suicidio sin tabúes. Como explica Cecília Borràs, “hay que dar visibilidad a una realidad silenciada, naturalizar hablar sobre este tema. Tratarlo de forma rigurosa, respetuosa y esperanzadora, está ayudando a la prevención del suicidio, sin duda. Es primordial informar pero haciéndolo bien”.
La concienciación en torno a enfermedades mentales como la depresión, uno de los principales factores de riesgo de suicidio, es también fundamental. La detección y atención tempranas contribuyen a la prevención de graves complicaciones como el suicidio. Sin embargo, sobre la depresión todavía pesa el estigma y la incomprensión. “La depresión en absoluto se debe confundir con una actitud de la persona. Jamás lo pensaríamos si se tratara de otra enfermedad crónica que conllevara un riesgo de morir, como el cáncer. Por ello, y como en cualquier otro tipo de enfermedad, es vital la detección precoz y el soporte a la familia”, asegura Cecília.
El suicidio es frecuente en nuestro país, pero todavía arrastra esa idea de que se trata de una muerte proscrita y marginal. Para Susana Gómez-Lus, directora médico de Lundbeck Iberia, “esta iniciativa se enmarca en nuestro compromiso con la salud del cerebro, con el fin de desterrar falsos mitos y ofrecer información rigurosa y veraz que ayude a prevenir el suicidio en nuestra sociedad, algo vital y que requiere de todos los esfuerzos necesarios”.
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