España es uno de los países del mundo con mayor tasa de consumo de antibióticos. Según datos de 2017, la media se situaba ese año en 25,1 dosis diarias definidas por cada 1.000 habitantes, lo que supone más del doble de la que presentan otros países europeos, como Holanda (10,1).
“El consumo de antibióticos en España (aun con diferencias entre las comunidades autónomas) es muy alto si se compara con los datos de otros países de la Unión Europea, principalmente con los del Norte de Europa. Dado que el consumo de antibióticos se correlaciona con los niveles de resistencias de los microorganismos a los mismos, nos encontramos ante una elevada tasa de resistencias bacterianas”, sostiene Rocío Fernández Urrusuno, farmacéutica de Atención Primaria del distrito sanitario Aljarafe-Sevilla Norte y miembro de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP).
En ese sentido, desde la sociedad científica se reivindica el papel de estos profesionales como “impulsores y figuras clave” en los equipos multidisciplinares de los Programas de Optimización de Uso de los Antibióticos (PROA). Desarrollar estos programas es una de las prioridades del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), en el que SEFAP colabora desde sus inicios. Un reciente metaanálisis publicado en la revista científica Journal of Antimicrobial Chemotherapy mostraba cómo involucrar a los farmacéuticos en las intervenciones para mejorar el uso de antimicrobianos por los facultativos de Atención Primaria tiene como resultado “una mayor adherencia a las guías de terapéutica antimicrobiana, una menor tasa de prescripción de antimicrobianos y una disminución de la prescripción de antibióticos de amplio espectro”.
Coordinadores de numerosos equipos
Aunque la implantación de los PROA es desigual entre las CCAA, según Fernández Urrusuno, todos los programas tienen un común denominador: “La mayor parte de las funciones de los equipos PROA involucran a los farmacéuticos de Atención Primaria”. La muestra de ello es que estos profesionales son los coordinadores de la mayoría de los equipos PROA de Atención Primaria en aquellas comunidades donde existe una mayor trayectoria de programas institucionales, caso de Andalucía (PIRASOA), Aragón (IRASPROA) o Madrid (RESISTE).
Entre las funciones de los farmacéuticos de Atención Primaria en estos equipos se encontrarían algunas de gran importancia, como el análisis de la situación con el objetivo de planificar estrategias locales para la mejora de la prescripción de antimicrobianos; la explotación de los sistemas de información para el análisis del consumo de antimicrobianos; la elaboración o adaptación de guías de terapéutica antimicrobiana; la realización de actividades formativas grupales, individuales u online con los profesionales de los centros de salud y centros sociosanitarios; el diseño e implementación de herramientas para mejorar el uso de antimicrobianos; el diseño de materiales de información; la evaluación de los PROA y otras actividades dirigidas a la población.
Un proceso “complejo” de cambio de comportamientos
Para José Manuel Izquierdo Palomares, miembro de la junta directiva de SEFAP, la optimización de la prescripción de antibióticos es “un proceso complejo en el que resulta fundamental cambiar comportamientos adquiridos durante años que pueden ser erróneos”. Al respecto, considera que el farmacéutico de Atención Primaria puede contribuir a esa optimización a través de la formación de los profesionales (“especificando cuáles son los antibióticos de elección en las principales patologías infecciosas, a qué dosis y durante cuánto tiempo”) y la difusión de las guías de recomendaciones de uso de antimicrobianos y su adaptación a las características locales.
Sin embargo, para el portavoz de SEFAP, el papel de estos farmacéuticos en este aspecto debe ir más allá del profesional sanitario. Según datos del último Barómetro Sanitario de España, casi el 15% de los pacientes que habían tomado antibióticos lo habían hecho sin que se lo recetara un médico, ya fuera porque lo habían comprado sin receta en la farmacia o porque lo tenían en casa y decidieron tomárselo.
Según Izquierdo Palomares, realizar educación para la salud sobre estas situaciones debe ser también “una prioridad” para los farmacéuticos de Atención Primaria. Su relación directa con los equipos de los centros de salud, Salud Pública y con los farmacéuticos comunitarios les permite “trabajar en la elaboración de materiales y en la impartición de talleres formativos dirigidos a la población”.
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