Tiene asociados los días de mayor alegría científica a descubrimientos “palpables”, a esos instantes en los que una mirada a través del microscopio regala de pronto un gran hallazgo.
Es fácil hacerse una idea de lo que cuenta la profesora Arantxa Tabernero con tan solo dos imágenes. En la primera se observa cómo las células tumorales de uno de los cánceres cerebrales más agresivos, el glioma, van dividiéndose a toda velocidad y se van haciendo dueñas de toda la placa de cultivo hasta convertir la muestra, tomada de un paciente recién operado, en una amalgama inquietante de células malignas… Y todo eso, en apenas 48 horas.
Impresiona…
Impresiona mucho, las células tumorales de este glioma son muy agresivas. Pasas de unas pocas a un gran número de células, fíjate en el movimiento que tienen… Se ve perfectamente cómo van dividiéndose e invadiendo toda la placa.
En la segunda imagen puede verse claramente qué sucede cuando a la muestra del mismo paciente se añade el péptido patentado por el grupo que lidera esta investigadora del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL): las células del tumor se hacen más y más pequeñas hasta que prácticamente desaparecen de la superficie de la placa de cultivo.
Es espectacular…
Lo es. Ver cómo evoluciona en 48 horas la muestra del tumor de un mismo paciente en distintas circunstancias nos proporciona mucha información. Esto es lo que ocurre en otro trozo de esa misma muestra del tumor si añadimos el péptido al medio de cultivo. Fíjate en cómo las células empiezan a reducirse y cómo mueren y la placa se queda prácticamente sin células.
(PINCHE SOBRE LAS IMÁGENES PARA VER LOS VÍDEOS)
Podría decirse que este péptido, una pequeña parte de una proteína llamada conexina 43, es uno de los logros más destacados de la intensa y fructífera trayectoria científica de Arantxa Tabernero Urbieta (Salamanca, 1966), pero ni mucho menos el único. El primer trabajo publicado sobre esta prometedora molécula, aparentemente capaz de frenar la progresión de los gliomas, data de 2014, y fue el resultado de la tesis de Ester Gangoso. Y en esta línea sigue avanzando con intensidad el grupo que dirige esta especialista en indagar en la comunicación intercelular y la proliferación glial.
Siente pavor ante la posibilidad de generar “falsas expectativas” cuando se transmiten sus logros, y quizás por eso, aunque reconoce que son optimistas respecto a la futura aplicación clínica de su descubrimiento, recalca que es preciso mantener los pies en la tierra y pensar que siempre existe una posibilidad de fracaso.
Profesora de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Salamanca, Arantxa Tabernero tiene claro que su vocación científica le vino de madre. Doctora en Farmacia con Premio Extraordinario, asumió la subdirección del INCYL cuando el instituto tenía al frente a Raquel Rodríguez, y volvió al cargo el año pasado, con Manuel Sánchez Malmierca como director. Ha trabajado en prestigiosos institutos de investigación de Inglaterra y Francia, y forma parte del grupo de editores de Plos One, por destacar tan solo una pequeña parte de las múltiples tareas de esta investigadora que se considera optimista sin voluntad de remedio.
¿Considera que en pleno siglo XXI todavía es necesario visibilizar el trabajo de las mujeres investigadoras en secciones como Ellas investigan?
Es verdad que, tradicionalmente, todo el mérito científico ha recaído en hombres. De hecho, escuchas conferencias sobre historia de la Ciencia y parece que no ha habido mujeres científicas en absoluto, algo que no es verdad. Yo creo que en la actualidad esta tendencia se está corrigiendo y vamos a mejor, pero esto se debe en parte a iniciativas como ésta, que permiten dar visibilidad a la labor que realizan las investigadoras. Es una tarea en la que creo que tenemos que implicarnos todos. Como profesora, soy consciente de que muchas veces no mencionamos lo suficiente que determinados descubrimientos han sido realizados por mujeres, por ejemplo. Entono el mea culpa, porque es algo que tenemos tan interiorizado que no nos parece raro. Así que yo me he propuesto hacer hincapié en ello, por lo menos en la faceta docente, y cuando surge la ocasión les digo: “Os recuerdo que esto fue descubierto por una mujer”. Porque en algunos casos los nombres no aclaran el género… Es una labor de todos.
Hay quien se muestra contrario a la llamada discriminación positiva, pero lo cierto es que, en la carrera científica, la presencia de mujeres en los puestos altos del escalafón es mucho más reducida…
Cuando uno analiza la discriminación positiva desde un punto de vista muy racional, piensa que no tiene sentido y que las mujeres debemos de llegar por nuestros méritos. Pero los datos son los que son, y eso implica que aunque parezca una discriminación positiva mostrar específicamente el trabajo que hacen las mujeres, lo que se está haciendo con eso es corregir una desviación que es real. En definitiva, aunque racionalmente es indiscutible que sí somos iguales, la realidad es que ahora mismo los hechos son contundentes.
En su caso, ¿ha encontrado alguna dificultad añadida en su carrera científica por el hecho de ser mujer?
Supongo que las mayores dificultades son iguales a las que se producen en cualquier otra carrera, y que creo que son compartidas por todas las mujeres. En el caso de la carrera científica, es complicado, por ejemplo, parar durante un periodo por la maternidad, y la maternidad requiere muchísimo tiempo. Es la dificultad que más rápidamente se me ocurre, la primera, aunque sea lo más bonito que he vivido.
Una dificultad que quizás no perciben como tal los investigadores…
En esto yo creo que las cosas también están cambiando para mejor, al menos desde los tiempos en los que yo fui madre, y si te remontas a años atrás, todavía más. A lo mejor soy demasiado optimista, pero estoy contenta con mi vida como optimista (risas). Creo que la implicación de los hombres está aumentando cada vez más. Por poner sólo un ejemplo, el otro día, en el centro de salud, me llamó muchísimo la atención que en la sala de espera de Pediatría casi todo eran padres con sus niños, cuando en mi época la relación de madres frente a padres a lo mejor era de un hombre frente a nueve mujeres, por poner un número. En esto yo creo que están ayudando mucho medidas como las bajas de paternidad, y considero que es algo fundamental para que los hombres se impliquen en el proceso de la paternidad y que lo disfruten.
Porque muchas veces no se trata de que no quieran, sino de que no se les da la oportunidad…
Exacto. Estoy segura de que es así.
“Tenemos que aceptar cargos de responsabilidad o de gestión,
porque no podemos estar quejándonos siempre
si nosotras mismas nos ponemos trabas”
Muchas investigadoras reconocen que los obstáculos para la progresión de las mujeres en la carrera científica no tienen tanto que ver con la discriminación o con las dificultades del día a día, sino a que, a la hora de elegir un camino u otro, de aceptar un puesto de responsabilidad o no, la propia mujer se enfrenta a la toma de decisión con muchos más condicionantes. ¿Usted ha tenido que enfrentarse a este dilema muchas veces?
No sé si muchas veces, pero sí alguna. Y la verdad es que en muchas ocasiones he tomado la decisión pensando en que debemos echarnos para adelante, es decir, que tenemos que aceptar cargos de responsabilidad o de gestión, porque no podemos estar quejándonos siempre si nosotras mismas nos ponemos trabas. Es algo evidente, quizás porque nuestra tendencia es a analizar mucho más la toma de decisiones, y eso muchas veces nos lleva a echarnos para atrás. Hacemos muy bien las cosas, y también aquí tenemos que ser valientes, aunque eso suponga cargarse de responsabilidades.
Casi obligarse a aceptar estos retos, a pesar de todo lo que van a suponer…
Eso es. Creo que debemos hacer ese ejercicio. Es verdad que todo tiene un límite, pero a la hora de tomar la decisión también hay que pensar en esto: nos quejamos de que no hay mujeres en determinados puestos, pues al menos hay que tenerlo en cuenta a la hora de decidir si quiero o no quiero asumir algo que me han propuesto, es necesario tener ese pensamiento. Luego ya la decisión dependerá de muchas cosas, y no siempre va a implicar un sí.
En su caso, sí ha asumido distintas labores de gestión, tanto dentro de la estructura de la Universidad como ahora en el INCYL, donde ejerce como subdirectora. ¿Qué han supuesto estos años de responsabilidad en un centro como éste?
Es una labor que me gusta, porque me hace sentir más implicada en el objetivo conjunto del centro. Además, no se puede decir que sea un cargo que implique un gasto tremendo de tiempo y de esfuerzo; sí exige tiempo y dedicación, pero es algo que puedo asumir y que me gusta hacer. Otros cargos de gestión no han sido tan gratificantes, quizás porque implicaban labores de dirección de personal y obligaciones de este tipo que creo que no sé hacer bien y no me producen ninguna satisfacción. Éste sí. A veces surgen complicaciones con las que hay que lidiar, pero en general es algo que me gusta hacer y que hago contenta.
¿Cómo es posible mantener el equilibro entre la faceta docente, investigadora y de gestión?
Pues con tiempo y dedicación, aumentando las horas de trabajo. Pero ya digo que realmente la subdirección del INCYL no es una carga que desborde. Hay otras que sí, como la tremenda carga de burocracia que tenemos los investigadores; en este caso sí creo que habría que realizar una racionalización del tiempo, porque es desesperante, exagerado. Con la nueva ley de contratos públicos, el tiempo que nos lleva ahora mismo la gestión de las facturas es de cinco horas a la semana como mínimo, y sin exagerar. Es un trabajo para el que no estamos preparados, que nadie nos ha enseñado a hacer, pero nos obligan a hacerlo y para el que no tenemos ninguna ayuda, y eso sí es desesperante.
¿Por qué no lo asume un profesional administrativo? ¿Sólo por dinero?
Exacto, es una cuestión de dinero, ni más ni menos. En un centro como éste necesitaríamos personal administrativo, que sabe cómo hacer ese trabajo fenomenal y que probablemente lo haría en la mitad de tiempo que nosotros. Y nos ahorraría un tiempo que nosotros podríamos dedicar a investigar, que es para lo que nos hemos preparado. O a la docencia, según nos corresponda.
La profesora María José García Sánchez nos decía en una entrevista que a veces se sentía infrautilizada desde el punto de vista científico…
Es la palabra. Porque no tiene sentido que te preparen para algo si al final vas a dedicar equis horas a la semana a otra cosa totalmente distinta y para la cual no te has formado. Yo creo que es una ineficacia del sistema.
¿En qué momento descubrió su vocación científica?
Pues ésta es una historia que también tiene que ver con mujeres. Fue por mi madre. Por eso digo que, retrospectivamente, cuando una analiza cómo eran las cosas en el pasado y cómo son ahora creo que hemos mejorado mucho. Mi madre estudió Químicas. Se casó cuando hacía segundo o tercero, y dejó ahí la carrera. Tuvo cuatro hijos –yo soy la segunda–, y entonces retomó sus estudios. Cuando estaba haciendo la tesina, nació su quinta hija. Así que he visto desde pequeña sus mamotretos de libros de Química, y también lo duro que era sacar tiempo para estudiar con cinco niños pequeños. Mientras hacía la tesina, recuerdo que cuando tenía que ir al médico y, en lugar de llevarme enseguida de vuelta a clase, iba con ella al laboratorio, aquello me parecía lo más maravilloso del mundo. Y desde pequeña tenía esta idea: “Esto es lo que me gustaría a mí hacer de mayor”. También es verdad que veía los libros tan grandes que pensaba: “Pero nunca estudiaré Químicas”.
Tampoco eligió algo que fuera demasiado desencaminado…
No, luego hice Farmacia, así que… Pero sí, tengo claro que mi vocación empezó ahí.
¿Su madre continuó investigando?
Inició su tesis y después se dedicó a la enseñanza; ha sido profesora de Secundaria hasta que se jubiló.
Fue una valiente también…
Muy valiente, mucho más, sin lugar a dudas. Sus padres siempre tuvieron muy claro que lo más importante era la educación. Mi abuela siempre repetía que dar educación a los hijos es darles lo mejor.
¿Por qué optó por Farmacia?
Las dos materias que más me gustaban durante el Bachillerato eran la Biología y la Química. Bueno, también me gustaba mucho la Física, pero mi hermano mayor empezó a estudiar Física y pensé que era demasiado. Además, también pensaba que una carrera dedicada sólo a una de estas facetas no me atraía tanto. Mirando el programa de asignaturas de Farmacia vi que era una mezcla muy bonita de Biología y de Química, y que también debes tener una buena base de Física y Matemáticas.
“Estamos creando modelos ‘in vivo’ en ratones
en los que las células madre tumorales no son capaces
de generar un glioma si les añadimos el péptido”
Al imaginarse en un laboratorio desde pequeña, supongo que a lo largo de la carrera no se planteó otra opción…
Tenía claro qué era lo que quería hacer, así que yo misma fui a preguntar a un laboratorio si podía hacer la tesina allí. Fue en el laboratorio de Fisiología de la Facultad de Farmacia. Me dijeron que sí, y para mí fue una ilusión tremenda. Ahí empezó todo.
¿No se ha arrepentido de su decisión en ningún momento desde entonces?
En absoluto, todo lo contrario. Además, pienso que en la vida a veces tienes más o menos suerte, y yo creo que ahí tuve mucha, porque empecé en un laboratorio donde lo que se hacía era muy bonito y donde había muy buen ambiente. Así que pensaba: “Uf, a ver quién me saca ahora de aquí”.
¿Cuál fue su primer trabajo en ese laboratorio?
En mi tesina trabajé sobre regeneración hepática en ratas, que es un proceso bonitísimo. Se les hacía una hepatectomía parcial, y estudiábamos cómo el hígado regenera, cómo se producía una desdiferenciación célular… Unas cosas súper bonitas para mí. Disfruté muchísimo.
Del hígado… al cerebro. Porque una de las líneas de trabajo más destacadas de su trayectoria científica es el estudio de las células gliales…
Cuando terminé la tesina, que dirigió el profesor José Juan García Marín, me planteé pedir una beca de investigación para continuar con la tesis. Después de las distintas solicitudes, conseguí realizarla en el laboratorio de Bioquímica. Mi director de tesis fue el profesor José María Medina, que en ese momento estaba estudiando la utilización de lactato en el cerebro, porque había descubierto que era un sustrato muy importante en el recién nacido. Entonces me propuso estudiar la utilización de ese sustrato en las distintas células del cerebro, básicamente, en neuronas y astrocitos. Mi tesis se basó en el estudio metabólico de estas células y la cooperación entre ellas. A partir de ahí, empecé a centrarme cada vez más en las células gliales.
Y eso ha acabado por generar importantes avances…
Muchísimos.
Hasta llegar al descubrimiento de un péptido capaz de frenar la progresión de los gliomas, los tumores cerebrales más frecuentes y de peor pronóstico… ¿En qué punto se encuentra actualmente esta línea de investigación?
En colaboración con el Servicio de Neurocirugía del hospital de Salamanca, que nos ha proporcionado pequeñas muestras del tumor tomadas inmediatamente después de la cirugía, durante la tesis de Myriam Jaraíz hemos podido comprobar en cultivo que el péptido que estamos utilizando frena muchísimo el crecimiento de las células madre tumorales. Para nosotros fue un paso muy importante que marcó un antes y un después en nuestra investigación, porque se trata de células humanas directamente obtenidas del paciente después de la cirugía. Ahora queremos poner ese conocimiento en el contexto del cerebro, que es el paso en el que nos encontramos ahora, en modelos animales. Estamos creando modelos in vivo en ratones a los que inyectamos células madre tumorales que generan un glioma, pero estamos viendo que si esas células tienen el péptido no son capaces de generar el glioma. Seguimos con modelos animales, porque es necesario realizar mucha caracterización, y aunque los resultados son buenos, queremos continuar en esa línea.
Uno de los principales temores de los investigadores a la hora de divulgar sus descubrimientos es el de crear “falsas expectativas”. Su grupo ha demostrado que se produce un cambio asombroso en la proliferación de las células tumorales del glioma cuando controlan ese proceso a través del péptido. Con avances como éste, ¿cómo es posible evitar caer en el optimismo cuando los resultados son tan buenos?
Nosotros trabajamos con la idea de que lo vamos a conseguir, de que al final esto conseguirá ser un tratamiento. Tenemos eso en nuestra cabeza… salvo que los resultados nos digan lo contrario, caso en el que tendríamos que retroceder. Y siempre preparados para que esto pueda pasar. Cuando realizamos los primeros ensayos en modelos animales conteníamos un poco la respiración, porque pensabas: “Si ahora sale que no, es que no”. Siempre vivimos en esa incertidumbre.
La posibilidad de que, después de un trabajo de años, surja algo que lo eche todo para atrás de un momento a otro me parece tan frustrante que siempre me ha parecido admirable que los investigadores sean capaces de seguir adelante…
Lo bueno de este trabajo es que es un entrenamiento para la frustración. Cuando contamos las conclusiones, parece que todo ha salido bien, pero no; en cada experimento que haces te encuentras con que a veces no sale porque no funcionó el aparato, porque una pipeta estaba mal calibrada o, simplemente, porque tu hipótesis era incorrecta. Aunque lo que contamos al final es la historia decorada, la realidad del día a día es que cada dos por tres te encuentras con una frustración. Es una sucesión de alegría-frustración-frustración…
Y un día llega el eureka…
Sí. Éste del péptido fue uno de ellos. Además, como está grabado es posible ver lo que pasó… Para nosotros, uno de esos días de gran alegría fue la primera vez que vimos que, al aplicar el péptido en las muestras de pacientes, se producía la muerte de las células tumorales. Personalmente, tengo asociados los días de más alegría a algo que se ve en las células, por ejemplo, a algo que es palpable. Es cierto que luego queda mucho por saber y mucho trabajo detrás para conocer cómo ha ocurrido, pero en el momento en que tú lo ves, como es muy instantáneo, sientes una alegría inmensa…
La verdad es que resulta asombroso ver la imagen de cómo se comportan las células tumorales del glioma sin el péptido y lo que se consigue después de su aplicación…
Es cierto. Este experimento lo repetimos con otras muestras de pacientes, porque no todas las células de los gliomas crecen igual. Una de las características de estos tumores es que son muy heterogéneos, y por eso es tan difícil descubrir un tratamiento eficaz.
Y estamos hablando de tumores cerebrales asociados a una esperanza media de vida de apenas 18 meses…
Sí, son tumores realmente graves. El más agresivo, el glioblastoma multiforme se da generalmente en pacientes mayores de 60 años. Hay gliomas más frecuentes en la infancia y que, gracias a Dios, son de mejor pronóstico.
Soy consciente de que a los investigadores no les gusta demasiado esta pregunta, pero ¿cuánto tiempo cree que puede pasar hasta que este péptido pueda probarse en un ensayo clínico con pacientes?
La verdad es que no lo sé. Yo calculo que en tres o cuatro años tendremos muchísima información sobre cómo se comportan las células en ratones, no solamente las tumorales, sino las del entorno, y sobre cómo compaginar esta terapia con las ya existentes para saber si los resultados mejoran o no… Es decir, que todavía nos queda bastante por hacer en animales. Y respecto al paso a humanos, lo desconozco. Voy a ir a un congreso en Barcelona con el Grupo Español de Investigación en Neurooncología y quiero conseguir un poco de información sobre qué debemos hacer, desde su punto de vista, para avanzar hacia la aplicación clínica. Nosotros tenemos mucha tendencia a centrarnos en lo molecular y en lo celular. Por ejemplo, en la tesis de Ana González se describió el mecanismo de acción del péptido, algo que es muy importante, pero creo que necesitamos también el feedback de los clínicos para que nos digan qué se necesita para que este conocimiento pueda utilizarse en la clínica.
“Pensar que tenemos una gran responsabilidad
le da mucho sentido a lo que hacemos y nos ayuda a ver
que dedicar a la investigación muchas horas merece la pena”
Hace unos días el director del Centro de Investigación del Cáncer, Eugenio Santos, decía que en los últimos 25 o 30 años se ha producido “una explosión de conocimientos” y ahora el reto es canalizándolos hacia la aplicación clínica. En el caso de los gliomas, frente a los que todavía queda tanto por hacer, ¿tenemos motivos para estar esperanzados?
Yo creo que a largo plazo sí. En los últimos 40 años, la supervivencia global en cáncer se ha duplicado. Como se observa en este gráfico (muestra un esquema en el que se observa la evolución hasta 2010), si en los 70 la supervivencia de los pacientes con cáncer al cabo de diez años era del 25%, en 2010 ya estábamos en el 50%, un porcentaje que ha mejorado aún más en estos últimos ocho años. Si vas analizando cada uno de los tipos de tumores, ves que hay algunos que prácticamente han llegado al 100%, con valores de inicio muy buenos y una progresión brutal, del 25% a casi el 80%. Respecto al de cerebro, teníamos un número de partida bajo, pero es que tampoco hemos mejorado mucho en las últimas cuatro décadas…
Ni siquiera se ha llegado al 25%…
Exacto. Pero si en los demás tumores se ha conseguido, piensas: “¿Por qué no se va a conseguir en estos también?”. Es verdad que es un tipo de tumor más difícil, porque con la barrera hematoencefálica la terapia no llega tan fácilmente y, además, es una zona en la que la cirugía es muchísimo más compleja… El cáncer cerebral tiene una serie de peculiaridades que explican esta escasa evolución. Pero si se ha podido con otros gracias a la investigación, con éste también se podrá en un futuro…
Aquí es donde aparece su carácter optimista…
Ahí entra (risas).
Durante mucho tiempo las Neurociencias se han centrado en la investigación de las neuronas, un trabajo que ha aportado mucha luz sobre el funcionamiento del sistema nervioso. Sin embargo, su labor investigadora se ha centrado en las células gliales, que no sé si pueden llamarse las hermanas pobres o, al menos, las menos mimadas por la investigación…
Es verdad que tradicionalmente las células gliales han sido como las hermanas pobres, comparándolas con las neuronas, pero es importante destacar que en los últimos años esto ha dado un giro total y hoy se sabe que son células que participan en todos los procesos del sistema nervioso, tanto en su funcionamiento normal como en los procesos patológicos, como es el caso del cáncer.
Una de las dificultades a la hora de actuar sobre las células del glioma es que son capaces de hacerse resistentes a los tratamientos convencionales…
Concretamente, en nuestro grupo investigamos sobre todo las células madre que son resistentes a los tratamientos. Dentro de las células que componen el glioma maligno ni siquiera todas son iguales, y no todas son resistentes. Por eso muchos tumores se reducen en su tamaño inicialmente, pero después se produce una recurrencia, debido a que esas células que están resistiendo al tratamiento luego son capaces de regenerar el tumor.
¿Actualmente sigue centrada en esta línea de investigación o trabaja en otros proyectos en paralelo?
Casi todo lo que estamos haciendo ahora mismo está relacionado con estos tumores cerebrales, pero a veces encontramos algo que está ligeramente relacionado y que estudiamos también si consideramos que lo podemos abordar y que podemos aportar algo, aunque no sea estrictamente en tumores cerebrales. Por ejemplo, hace poco hemos estado analizando cómo, si modificas las células gliales, obtienes una protección en un modelo de lesión neuronal. Este último trabajo lo hemos desarrollado en colaboración con un laboratorio francés, y gracias a los modelos de los que ellos disponen y al conocimiento que nosotros teníamos hemos conseguido realizar una pequeña aportación. Así que no estamos totalmente cerrados a otras líneas de trabajo, y si surgen oportunidades de colaborar…
El trabajo de un científico parece como el de un explorador que va buscando un tesoro y por el camino se va encontrando otros pequeñitos…
Exactamente.
¿De qué tipo de lesión neuronal se trata?
Es un modelo que busca imitar la lesión por excitotoxicidad. Este tipo de lesiones son muy frecuentes en alzhéimer, en párkinson… En muchas enfermedades neurodegenerativas se produce la muerte neuronal porque hay un exceso de liberación de neurotransmisores. Es un modelo que intenta recapitular esta lesión, y lo que hemos visto es cómo responden las células gliales y el margen de actuación que se obtiene controlando la respuesta glial.
Dentro de su trabajo científico también destaca su participación en la descripción del ácido oleico como factor neurotrófico, es decir, favorecedor de la supervivencia de las neuronas. ¿Qué le parece que el CSIC haya abierto una nueva vía para profundizar en la prevención del alzhéimer a través del aceite de orujo de oliva? Al parecer, un estudio ha concluido que puede contrarrestar la inflamación de la microglía que se produce en la enfermedad de Alzheimer…
La verdad es que lo desconocía, pero qué interesante. Nosotros trabajamos hace años en el campo del ácido oleico, que también era algo precioso. Otra de las cosas que recuerdo especialmente es ver cómo se diferenciaban las células en cultivo, las neuronas, una vez que añadías ácido oleico. Era también un proceso muy espectacular, y realmente no me sorprende que pueda tener efectos beneficiosos frente a muchas enfermedades, porque lo que nosotros veíamos en las placas de cultivo era un efecto neuroprotector y promotor de la diferenciación celular muy importante.
¿Este tipo de descubrimientos nos pueden llevar a confirmar que hay factores sobre los que sí se puede actuar modificando hábitos de vida como la dieta?
Cuando trabajamos con el ácido oleico, veíamos que las células gliales, los astrocitos, lo sintetizaban y lo trasladaban a las neuronas gracias a una proteína transportadora que era la albúmina. El hecho de que el ácido oleico tuviera estos efectos en neuronas nos hacía pensar en cuánto puede estar interviniendo la dieta en el proceso. En este punto existen trabajos controvertidos, pero la mayor parte de estos trabajos indican que estos ácidos grasos no atraviesan la barrera hematoencefálica, es decir, que tienen que sintetizarse en el propio cerebro.
Siguiendo con los avances más actuales, en las últimas semanas se ha hecho público un ensayo clínico desarrollado por los laboratorios Grifols con una nueva terapia que, al parecer, ralentiza la progresión del alzhéimer gracias a un procedimiento de plasmaféresis. En esta investigación ha sido importante un trabajo realizado desde el INCYL…
Este trabajo lo ha liderado el que fuera mi director de tesis, el profesor José María Medina. Hace años, precisamente cuando trabajábamos en ácido oleico y neuronas, vio que la albúmina se unía al betamiloide –el tóxico que se considera la causa de la neurodegeneración en la enfermedad de Alzheimer– y eso prevenía que el betamiloide penetrara en las neuronas. Gracias a ese trabajo, la empresa Grifols entró en contacto con él, y se ha realizado una serie de trabajos en cultivos para conocer el mecanismo por el cual la albúmina tiene este efecto y explica el éxito de Grifols con la plasmaféresis. Grifols propone hacer un intercambio de la albúmina de estos pacientes, que estaría cargada con betamiloide, por albúmina sin betamiloide, es decir, limpiar el cerebro de betamiloide. Lo que ha hecho José María Medina es ver cómo la albúmina secuestra al betamiloide e impide que entre en las neuronas. En los últimos trabajos, que han sido fruto de la tesis de Marta Domínguez, se ha observado en cultivo que los astrocitos juegan un papel importante en todo este proceso. O sea que no es solamente una cuestión de neuronas, sino que, al parecer, también los astrocitos están colaborando con esta limpieza y esta protección de las neuronas en la enfermedad de Alzheimer.
“Es muy triste que los jóvenes investigadores
se marchen porque no tienen cabida en este sistema,
cuando, además, este sistema los necesita”
¿Cómo está la investigación en Neurociencias en nuestro país?
Yo creo que es una de las áreas de investigación más importantes, y no lo digo porque estemos en el INCYL. En España hay institutos con un nivel buenísimo, y considero que es uno de los campos de la Ciencia más destacables.
Y más necesarios… Hace unos días la Sociedad Española de Neurología presentaba un informe en el que se recoge que las enfermedades neurológicas causan el 19% de los fallecimientos que se producen cada año en España y que la mortalidad asociada al alzhéimer está creciendo de forma exponencial. ¿No sienten que tienen una responsabilidad demasiado alta cuando conocen estos datos? ¿O no se piensa en eso durante el trabajo diario?
Sí, sí se piensa. No sé si en que es demasiado alta, pero sí en que tenemos una gran responsabilidad. Y eso también nos ayuda a la hora de decir: “Hay que dedicar muchas horas, pero merece la pena”. No es un tiempo perdido, incluso aunque salgan mal las cosas, porque sabemos que también se avanza así. Ese pensamiento nos ayuda, porque le da mucho sentido a lo que hacemos, al tiempo que dedicamos. Y está claro que estas enfermedades, a medida que ganamos en esperanza de vida, van a ir aumentando. Es algo asociado a la longevidad.
¿Qué me dice si le pregunto por la financiación?
Parece que a los investigadores siempre nos gusta pedir, pero es una necesidad real. En nuestro caso, tenemos financiación, pero normalmente ésta dura tres años, y precisamente ahora estamos en la fase de solicitar más. Esto, en cuanto a los fondos para gastos de laboratorio. Sin embargo, el problema más grave al que nos enfrentamos es la falta de financiación para la contratación de personal, y ahí sí que tenemos una necesidad acuciante de incrementar el número de jóvenes investigadores que puedan incorporarse a los equipos y se mantengan en ellos. Se está haciendo un esfuerzo por aumentar los fondos para contratación predoctoral, lo cual es muy de agradecer, pero no vale con que estén cuatro años haciendo la tesis –que son valiosísimos–; hay que mantener a los jóvenes en nuestros laboratorios.
Supongo que si no ven un futuro con cierta estabilidad, se van a otros sitios…
Lógicamente, se tienen que ir y buscan futuro en otras áreas, lo que a veces está muy bien, si es su vocación. Pero es muy triste que lo hagan porque no tienen cabida en este sistema, cuando este sistema necesita investigadores jóvenes. Y en el caso de la universidad, profesores jóvenes, porque la edad media del profesorado está aumentando de forma exagerada. Se están jubilando profesores y no se están incorporando más, lo que quiere decir que los que quedamos en el sistema no damos abasto para todo lo que se nos pide: investigación, docencia, gestión, burocracia… La entrada de profesores jóvenes es imprescindible.
Todos los políticos admiten que la investigación es motor de cambio y prometen una mayor inversión…
Sí, pero una cosa es decirlo y otra cosa es creérselo. A la hora de la verdad, la respuesta es: “No podemos hacer más”.
¿Por qué los ciudadanos somos tan poco reivindicativos en relación a las inversiones en investigación?
No lo sé, pero yo creo que lo que ocurre no es responsabilidad nuestra. Cuando comparas la financiación que se destina a investigación en España con la del resto de los países de Europa, por poner un ejemplo cercano, donde han sufrido los mismos problemas con la crisis, los números son escandalosos. No creo que los ciudadanos debamos cargar con esa culpa; es una responsabilidad de las administraciones.
“Cuando comparas la financiación que se destina
a investigación en España con la del resto de los países
de Europa los números son escandalosos”
Por supuesto, pero igual que exigimos inversiones en carreteras o en centros de salud…
Es verdad que a lo mejor no estamos movilizándonos lo suficiente en este caso, pero yo creo que sí existe conciencia social sobre lo importante que es la investigación y, sin embargo, las políticas no nos acompañan. Probablemente, los políticos entienden que, a la hora de votar, pesa más haber hecho una carretera que dedicar más dinero a investigación, porque van al corto plazo.
¿Cuáles son los desafíos y retos a los que se enfrenta actualmente el Instituto de Investigación en Neurociencias de Castilla y León (INCYL), un centro integrado en el IBSAL?
El INCYL tiene abiertas líneas de investigación muy diferentes y es difícil describir con precisión los retos que se plantean con cada una de ellas, pero en su conjunto, la gran ventaja de este instituto es que todos trabajamos bajo la idea global de avanzar en el conocimiento del sistema nervioso, y siempre buscando estudiar no solo su función normal, sino también su importancia en distintas patologías, porque somos conscientes de que es algo que debemos a la sociedad, que nos debemos como sociedad: conseguir mejorar nuestra calidad de vida. En este sentido, la gran ventaja es que, aunque todos estudiamos el sistema nervioso, somos muy interdisciplinares y utilizamos metodologías y conceptos muy distintos, pero nos complementamos bastante unos grupos con otros. Eso nos hace caminar en la misma dirección.
El Banco de Tejidos Neurológicos, más conocido como Banco de Cerebros, fue una apuesta del primer director del INCYL, el profesor Miguel Merchán, que le dio muchos quebraderos de cabeza por falta de financiación. ¿Se ha superado ese escollo?
Siempre tenemos ese problema con la financiación del llamado Banco de Cerebros, a pesar de que es un proyecto estupendo y un gran avance para la investigación y para la implicación de la sociedad. Ahí vemos un ejemplo de cómo la sociedad tiene confianza en la Ciencia, porque un donante de cerebro cree en la investigación y cree que es un avance. Sin embargo, tenemos dificultades y trabas burocráticas para mantener esa financiación, para mantener el personal necesario, que básicamente es una persona. Es una lucha continua. Para todos los directores del INCYL que he conocido ha sido una de sus grandes peleas.
¿Cómo ha afectado la crisis al INCYL?
La crisis ha afectado al INCYL de una forma que posiblemente será muy paralela a cualquier otro instituto de investigación de Salamanca, de Castilla y León o de España: con muchos recortes en los fondos para investigar, pero sobre todo en personal. No se ha repuesto el personal que se ha ido jubilando, no entra gente joven para que los grupos sean equilibrados y con una distribución de edades adecuada que permita que unos vayan aprendiendo de otros. ¿La situación se va recuperando? Bueno, el problema en investigación es que como los presupuestos que se aprueban afectan a los proyectos del año siguiente, todavía estamos a la espera de a ver si en algún momento podemos decir que la crisis está pasando.
¿Con todas estas trabas nunca ha llegado a plantearse si merecía la pena seguir?
Hay momentos en los que te cabreas mucho, como cuando llevas una tarde entera tramitando facturas y para ti no ha sido productiva. Con esto aprovecho para decir que no solo reivindicamos financiación para investigadores, sino también para personal administrativo de apoyo de la investigación, que es tremendamente necesario. Pero tanto como para plantearme que esto no merece la pena, no. Ves cosas como éstas (señala las imágenes del efecto del péptido sobre las células del glioma) y suponen una motivación que supera con mucho los malos ratos que pasamos, que también los hay.
A menudo preguntamos por la incertidumbre y por la falta de estabilidad y de financiación que conlleva la carrera científica, pero ¿qué es lo que más le satisface del trabajo investigador?
Para mí lo más bonito de nuestro trabajo es que, si eres una persona curiosa, día a día vas aprendiendo cosas nuevas. Te mantiene siempre esa posibilidad de cubrir tus curiosidades, de saber más, y eso es algo precioso. Y lo que antes comentaba: que incluso aunque al final todo esto fracasara y no saliera adelante, habremos avanzado en el conocimiento; al menos sabremos que éste no era el camino y hay que coger otro. Nosotros trabajamos con la esperanza de que sí, de que se pueda aplicar algún día, pero el simple hecho de pensar que estamos avanzando es una motivación importantísima.
Llevan varios años trabajando en esta línea de investigación y siempre han ido comprobando que el péptido es eficaz. Imagino que el funcionamiento de un cerebro humano vivo puede llevar los resultados por otro lado, pero ¿qué podría pasar? ¿Son optimistas?
Sí, lo somos. Hay que mantener los pies en el suelo y ser realistas, porque todo puede ocurrir. Pero somos optimistas. Sobre todo por eso, porque en cada paso que hemos ido dando los resultados han sido positivos. Desde los cultivos celulares iniciales, cuando empezamos trabajando con células de tumores de rata, al paso a las células tumorales humanas y, de ahí, a las resistentes, que son las células madre tumorales… Al ver que todo esto nos iba dando resultados positivos, no podemos por menos que ser optimistas; mentiría si dijera otra cosa. Pero siempre existe una posibilidad de fracaso.
El cerebro es una parte vital de nuestro organismo, no sólo desde un punto de vista literal, sino también en lo que tiene que ver con nuestras emociones, con la comunicación, con la forma en la que nos relacionamos… Sin embargo, sigue siendo un gran desconocido. ¿Cómo se enfrentan a este agujero negro, que se abre ante el conocimiento del cerebro?
Una vez escuché algo que me gustó mucho: que el cerebro es el único tejido que se estudia a sí mismo. Es verdad que su conocimiento es inabarcable, pero se va avanzando… Yo creo que por eso muchas veces estos estudios tan complejos son tan bonitos, porque suponen un reto. La solución no es sencilla, pero precisamente por eso apetece más involucrarse.
Ha trabajado en institutos de Inglaterra y Francia muy potentes. ¿Echa de menos algo de lo que vio allí?
Siempre decimos que una cosa que se aprende cuando pasamos por otros laboratorios es que en España no estamos tan mal. Es verdad que fuera tienen cosas que funcionan mejor. Por ejemplo, en Inglaterra me gustó especialmente la falta de burocracia, la organización… tienen un sistema mucho más ágil para muchas cosas, y aprendí mucho sobre todo eso, sobre cómo se organiza un laboratorio. De Francia también me gustan muchas cosas, porque además después he mantenido mucha relación con este laboratorio. Esa es la gran suerte de irse a otros países y de colaborar, que puedes trasladar sistemas o procesos que funcionan bien. Casi todos los laboratorios están nutridos de eso, del movimiento y el intercambio de conocimientos y formas de hacer. Pero cuando nos movemos nos damos cuenta de que realmente no estamos tan mal.
En algunos casos, la docencia se asume como una obligación incluida en el cargo. ¿Qué supone para usted?
A mí me gusta mucho. También creo que tengo mucha suerte, porque en mi caso la docencia está muy relacionada con mi investigación, que me sirve para motivar a los estudiantes en la importancia que tiene lo que les estoy enseñando por sus posibles aplicaciones. Si uno se lo cree, es más fácil de transmitir. Por otro lado, la docencia también tiene importancia en la investigación, porque si tienes que enseñar determinados contenidos debes conocer lo último, no solamente sobre lo que estás investigando, sino también de otros campos que tienes mantener actualizados. Y eso muchas veces revierte en tu investigación, porque el conocimiento siempre es bueno.
“En investigación, todavía estamos a la espera de a ver
si en algún momento podemos decir que la crisis está pasando”
Es verdad que todo tiene un límite. Me gusta mucho la docencia, pero no me gusta estar sobrecargada de docencia hasta el punto de que no me deje tiempo para investigar o que no me permita hacer una docencia de calidad, porque cada hora de clase son otras muchas para preparar y actualizar. No me gusta estar como en una factoría docente donde al final te limitas a hacer lo del año pasado. Creo que no es bueno y no debemos ir por ese camino. En ese sentido, vuelvo a los efectos de la crisis y los recortes de financiación. Falta que se incorporen jóvenes profesores que vengan con nuevas ideas, con otro entusiasmo que se contagia también a todos los que estamos en el sistema.
¿Consigue dedicarle todos los días un rato al trabajo científico?
Sí, sí. No puedo imaginar un día sin dedicarle tiempo a la investigación. Aunque ya no tengo tiempo para dedicarme a hacer experimentos como tal, en el laboratorio observo células, analizo resultados, diseño experimentos, busco nueva información, escribo proyectos y artículos…
Es revisora de artículos científicos y forma parte del grupo de editores de Plos One…
Es parte de nuestra tarea; estamos continuamente revisando el trabajo que hacen otros, al igual que a nosotros nos revisan el nuestro.
Dicen los investigadores que cada vez resulta más difícil publicar en revistas científicas de alto impacto. ¿A qué se debe?
El nivel de exigencia de las revistas cada vez es mayor y cuesta mucho publicar, porque necesitas tener muchísimas pruebas para garantizar que tus conclusiones son ciertas. Esto es muy positivo, pero la verdad es que a la hora de solicitar financiación para un proyecto lo que se valora es eso, que hayas publicado en revistas de impacto, y cada vez cuesta más tiempo y dinero hacerlo.
¿Animaría a los jóvenes a iniciar una carrera científica?
Todos los años, gracias a la Facultad de Biología, ofrecemos una pequeña charla sobre este tema. Siempre les digo que creo que ésta es una carrera preciosa, llena de obstáculos, pero tan bonita que esos obstáculos se pueden superar y sobrellevar. Sin embargo, es muy importante tener claro que realmente es lo que quieres hacer, porque de lo contrario no merece la pena pasar por todo este sufrimiento. Debes tenerlo muy claro, analizando bien los pros y los contras. También muchas veces les insisto en que no por ser muy inteligentes o tener un buenísimo expediente tienes que dedicarte a la investigación. Hay muchísimas opciones en la vida, y hay que analizar si ésta es la que uno quiere, porque el camino es muy duro.
¿Usted lo da por bien vivido?
Yo sí. Sin lugar a dudas.
Recordamos que SALUD A DIARIO es un medio de comunicación que difunde información de carácter general relacionada con distintos ámbitos sociosanitarios, por lo que NO RESPONDEMOS a consultas concretas sobre casos médicos o asistenciales particulares. Las noticias que publicamos no sustituyen a la información, el diagnóstico y/o tratamiento o a las recomendaciones QUE DEBE FACILITAR UN PROFESIONAL SANITARIO ante una situación asistencial determinada.
SALUD A DIARIO se reserva el derecho de no publicar o de suprimir todos aquellos comentarios contrarios a las leyes españolas o que resulten injuriantes, así como los que vulneren el respeto a la dignidad de la persona o sean discriminatorios. No se publicarán datos de contacto privados ni serán aprobados comentarios que contengan 'spam', mensajes publicitarios o enlaces incluidos por el autor con intención comercial.
En cualquier caso, SALUD A DIARIO no se hace responsable de las opiniones vertidas por los usuarios a través de los canales de participación establecidos, y se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso cualquier contenido generado en los espacios de participación que considere fuera de tema o inapropiados para su publicación.
* Campos obligatorios