Los voluntarios visitan a los pacientes de la unidad y a sus familiares, escuchan sus miedos, ven en ellos a un confidente, que aporta experiencia y formación en aspectos tan claves como la comunicación en este tipo de situaciones. El equipo psicosocial de la unidad es el responsable de su coordinación.
Dos de las claves del voluntario de Cuidados Paliativos es la escucha y el silencio. Para ello reciben una exhaustiva formación en esta especialidad y en la comunicación que requiere tanto con el enfermo como con sus familiares. En la actualidad, la unidad cuenta con 16 voluntarios, cuatro de ellos en diferentes zonas de la provincia, en concreto, en las comarcas de Alba de Tormes, Peñaranda de Bracamonte, Guijuelo y Ciudad Rodrigo. La responsable de Voluntariado es Eva Tejedor, trabajadora social del equipo psicosocial, quien detalla el funcionamiento del mismo. “Cuando una persona está interesada en ser voluntaria de la unidad se pone en contacto con nosotros, se concierta una entrevista y si no cumple el perfil, se le deriva a otras entidades de voluntariado”, aclara. En el caso de que crean que puede colaborar en Cuidados Paliativos, comienza su preparación básica en esta especialidad, y una formación continua por trimestre, además de aquella que aporta también la Red de Voluntariado de Salamanca, a la que también pertenecen.
La Obra Social de La Caixa, de que la depende el equipo psicosocial, realizó una campaña de captación de voluntariado bajo el lema Compañeros del alma, de la que llegaron a recibir hasta 60 solicitudes de toda España. Tras la selección, de la misma se sumaron entre 8 y 10 voluntarios. “Todos ellos tienen su formación, su seguro de responsabilidad y en cada visita tienen una carpeta donde ven qué pacientes hay y a quiénes tienen que visitar”, puntualiza Tejedor. Las primeras actuaciones con enfermos las realizan con un voluntario más veterano, a modo de observación.
Respecto a su labor en la planta de hospitalización, se trata del acompañamiento a pacientes y familiares, a lo que se suman otras actividades, como talleres de manualidades y de arte floral, entre otros, encuentros de oración, el trabajo con la espiritualidad. “A los pacientes les gusta y les alegra”, matiza Mercedes García, otra de las trabajadoras sociales del equipo psicosocial. Otra de las iniciativas en la que son clave los voluntarios es el café con familiares, donde unos se quedan con los pacientes y otros acuden a la actividad.
A los enfermos se les da la opción de ser visitados por voluntarios, y no siempre quieren, aunque en la mayoría de los casos se sienten agradecidos, porque “no es un profesional que entra con su bata blanca, para ellos es una persona que dedica su tiempo libre, sin prisas, y está para el paciente y la familia”, sentencia la trabajadora social. En cuanto al voluntariado en el domicilio, suele darse en situaciones en las que, tras abandonar el hospital, los enfermos están solos en su casa y el equipo de Soporte Domiciliario detecta esa carencia de acompañamiento, “tras crearse una buena relación entre paciente y voluntario en el ingreso”. Pero Tejedor insiste en que un voluntario “no sustituye a un cuidador”.
Algunos de los voluntarios de Cuidados Paliativos ya son veteranos y llevan realizando esta labor más de seis años. A veces, por motivos personales tienen que abandonar su función, pero ellos creen que reciben más de los enfermos que lo que ellos les aportan.
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