El equipo de cirujanos que interviene a donante y receptor trabaja por reducir al máximo los tiempos de isquemia del órgano. Cuantos menos minutos pase el riñón fuera del cuerpo humano, antes volverá a funcionar y con una mayor garantía. De hecho, cuando están finalizando la extracción del riñón, otro equipo comienza a operar al receptor.
El ingreso hospitalario de donante y receptor se realiza la tarde previa a la intervención y ambos, al mismo tiempo en la unidad de trasplantes del Complejo Asistencial. En el quirófano, primero se extrae el riñón del donante a través de la técnica de laparoscopia, con una duración de hora y media a dos. Una vez extraído el órgano se prepara el injerto, lo que se denomina cirugía de banco, “en la cual hay que limpiar el riñón con un líquido especial para que quede sin nada de sangre en su interior. Con este paso se trata de evitar el riesgo a producirse una necrosis en el injerto (degeneración de un tejido por muerte de sus células).
El siguiente paso es implantar el riñón al receptor, con una duración de dos a tres horas y media. En este sentido, Gómez Zancajo puntualiza que cuando están finalizando la extracción del órgano del donante, de forma simultánea se procede a la apertura del receptor para acortar el tiempo de isquemia (sin corriente sanguínea en el riñón). “Cuanto más corto sea el tiempo de isquemia del órgano, más garantías hay de que vaya a funcionar una vez implantado, por eso se va abriendo al paciente que recibe el implante”, puntualiza este especialista. Tras la intervención quirúrgica, pasados cuatro o cinco días de media, se da el alta al donante, que podrá incorporarse a su vida activa entre 20 y 30 días después, mientras que la estancia del receptor en la unidad de trasplante se prolonga de ocho a diez días.
En cuanto al seguimiento posterior, se realiza conjuntamente por los servicios de Nefrología y Urología. El receptor es controlado periódicamente por el Servicio de Nefrología y al donante se le revisa al mes del alta y si evoluciona correctamente, es suficiente con una revisión anual, concluye Gómez Zancajo.
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