Desde marzo de 2020, la pandemia causada por la rápida propagación del coronavirus SARS-CoV-2 (Severe Acute Respiratory Syndrome-Coronavirus 2), afecta gravemente a muchos países del mundo, entre los que se encuentra España. Los datos epidemiológicos disponibles hasta la fecha indican que estamos muy lejos de alcanzar la deseada “inmunidad de rebaño”, que generaría un efecto de cortafuegos entre los individuos que están protegidos y los que no lo están, limitando su propagación.
De este modo, controlar el virus se ha convertido en el principal objetivo de la comunidad científica ligada a la salud humana, animal y ambiental, ya que éste puede ser atacado desde diversos frentes. Como ya se sabe, la COVID-19 no solo se transmite por el aire en forma de aerosoles, sino que también lo hace a través del contacto con objetos y superficies contaminadas, siendo fundamental vigilar dónde podemos encontrarlo y conocer cómo se comporta para establecer medidas eficaces que reduzcan su transmisión.
Un equipo interdisciplinar de científicos españoles, constituido por enfermeros, biólogos, médicos y veterinarios y hasta un físico, en una auténtica apuesta por el concepto Una Salud para combatir la enfermedad, ha investigado la facilidad con la que se podría detectar el material genético del SARS-CoV-2 en muestras ambientales, especialmente en entornos potencialmente contaminados, como centros comerciales, escuelas, residencias u hogares de personas que han resultado contagiadas.
Esponjas para arrastrar y conservar el ARN del virus
Para ello, han desarrollado un innovador método de muestreo basado en el uso de unas esponjas que, al frotarse con la superficie de un objeto (como puede ser una barandilla, una prenda de ropa o el pomo de una puerta), arrastran el ARN del virus que pueda contener, conservándolo, al tiempo que inactivan su patogenicidad gracias a los alcoholes en los que están impregnadas. Una vez en el laboratorio, el material genético recolectado es extraído de las esponjas para la realización pruebas PCR que confirmen si el virus está o no presente en una superficie concreta.
Los investigadores se plantearon la hipótesis de que el ácido ribonucleico (ARN) del SARS-CoV-2 sería detectable en lugares con circulación reciente del virus. Efectivamente, los resultados mostraron la presencia de ARN de este coronavirus en siete de 57 muestras (12%), incluidos tres hogares y tres sitios públicos del área estudiada.
Según los autores del estudio, esto sugiere que con unas pocas esponjas se puede monitorizar la presencia del SARS-CoV-2 en grandes espacios, mientras que si se tuviera que analizar a todas las personas que usan un lugar concreto el proceso sería económicamente más costoso y más lento. Aunque la vigilancia ambiental de la presencia del virus no proporciona tanta información sobre su epidemiología como el análisis individual de contagios, la aplicación de este método de muestreo podría ayudar a saber dónde buscarlo de forma sostenible y con un coste razonable, sin colapsar la capacidad de diagnóstico del sistema sanitario.
Toma de muestras en una localidad con alta prevalencia de COVID-19
Los científicos que han desarrollado el proyecto pertenecen al Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC, UCLM, JCCM), al Servicio Médico Local de Horjaco de los Montes, al Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET) de la Universidad Complutense de Madrid y al Instituto de Salud Carlos III.
La toma de muestras ambientales de SARS-CoV-2 se realizó en la localidad de Horcajo de los Montes, en la provincia de Ciudad Real (España), que sirvió como área de estudio. Se trata de una comunidad rural aislada que tuvo una alta prevalencia de COVID-19 (6% de positivos en una población de 883 habitantes) durante el periodo en que se tomaron las muestras.
El trabajo de investigación demuestra que la vigilancia ambiental de la COVID-19 puede contribuir a avanzar en el conocimiento sobre la enfermedad, al ofrecer información clave sobre la dinámica de diseminación del virus y la contaminación del ambiente, permitiendo detectar su existencia o circulación de forma menos invasiva y menos costosa económicamente que, por ejemplo, mediante la realización de pruebas PCR individuales a las personas. La aplicación de los resultados de este trabajo tendría una especial relevancia en situaciones como la actual, con la vuelta de la presencialidad en la actividad docente y de los ciudadanos a los centros sanitarios.
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