La Universidad de Salamanca acerca al gran público la figura de gran humanidad y los logros científicos de Marie Curie, sumándose así a los actos de homenaje que se vienen realizando en España por el centenario de su Premio Nobel de Química. Un acto académico con su recuerdo y su valía ha servido para inaugurar la exposición Maria Sklodowska-Curie. Una polaca en París que podrá contemplarse hasta el próximo 15 de marzo en el edificio de Ciencias.
Para ser mujer en una Polonia ocupada de finales del siglo XIX y lograr dos Premios Nobel en Física y Química, una luz inagotable tuvo que haber en el interior de María Sklodowska (1867-1934) para que hoy cualquiera que escuche o lea su biografía no pueda por menos que intentar mirarse en su espejo para aprender a aprender, y para aprender a dar generosamente lo aprendido.
Como esa luz que emanó de los escasos 0,3 gramos de radio que logró extraer nada menos que de 10 toneladas de uranio, así a pelo, como si estuviera jugando en la nieve, como si su vida no valiera nada para salvar años, décadas y siglos después a tantos enfermos de cáncer que han sido curados con radioterapia.
Sólo por eso, los halagos, recuerdos, anécdotas y tributos que se han escuchado hoy en el salón de actos de la Facultad de Ciencias de la USAL podrían resultar insuficientes, pero no, porque han sido pronunciados desde el respeto y la admiración por un ser inigualable.
Es un honor, como aseguró el vicerrector de Política Académica y Participación Social, Enrique Cabero, incluir este homenaje en la programación cultural del VIII Centenario, “donde queremos dar especial realce a la igualdad efectiva en el ámbito de la sociedad, el educativo y la investigación, con ejemplos singulares como el que hoy traemos, que además sirve para destacar la importancia de la ciencia y la tecnología en la mejora del bienestar de las personas, dos objetivos que persigue cada día la Universidad”.
En definitiva, lograr que la presencia de investigadoras y profesoras en carreras técnicas consiga revertir una tendencia, que incluso ha sufrido un empeoramiento, sobre la escasa presencia de mujeres en las Ingenierías y en las Ciencias en general.
En esta misma línea, el decano de Ciencias Químicas, David Díez, aseguró que esta exposición está “dedicada a las mujeres”, porque Marie Curie es el gran ejemplo de mujer científica, “que tuvo incluso que salir de su país para poder estudiar y tuvo también que luchar contra todo” lo que desprendía una cultura machista predominante.
Aún así, David Díez aseguró que la científica fue también un ejemplo de “unir las cosas”, Física, Matemáticas o Química, todo bajo “un enorme amor por la ciencia en beneficio de los demás, trabajando hasta la extenuación y hasta costeando las radiografías para los soldados en el frente”, por no hablar de “su humildad, su enorme saber del que nunca presumió” al lado de un hombre, Pierre Curie, “que se esforzó por ella y junto a ella”.
Ejemplos que el decano quiso “trasladar a los más jóvenes” para que sigan el ejemplo de esta mujer que “apostaba por la perseverancia y por creer en uno mismo, valores de humildad y amor a la ciencia en beneficio de la humanidad”.
Compartiendo edificio, organización y devoción hacia Marie Curie, el decano de Ciencias, José Miguel Mateos Roco, insistió en que la trayectoria humana de esta Premio Nobel por partida doble “está plagada de dificultades por el hecho de ser mujer, incluso para poder estudiar”, y alcanza “una dimensión ejemplar por su transferencia del conocimiento”, implicándose en vida para aplicar su propio descubrimiento a la asistencia santiaria.
Pero también su trayectoria vital es “un ejemplo de la propia historia de Europa”, en una Polonia ocupada por los rusos que la vio nacer, desde donde tuvo que emigrar a Francia en dos ocasiones, otorgándonos también “el poder de recordar de dónde venimos y lo que somos, porque contar la historia ya es un ejercicio de positividad.
“No podemos confiar en construir un mundo mejor sin mejorar a los individuos. Con este propósito cada uno de nosotros debe trabajar su propio perfeccionamiento, aceptando, en la vida general de la humanidad, su parte de responsabilidad, ya que nuestro deber particular es el de ayudar a aquellos a quienes podemos ser útiles”. Una de las frases de esta mujer, realmente ejemplar, que supone además la cumbre de ese “querer saber” por parte del género femenino y de su lucha de siglos para conseguirlo.
Esta idea fue precisamente la base de la brillante conferencia de Josefina Cuesta, del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad de Salamanca (CEMUSA), como prólogo al repaso de la historia de Marie Curie que realizaron Begoña Quintana, profesora de Física, e Inmaculada Sánchez Barrios, directora de la Unidad de Igualdad de la USAL.
Un rápido pero profundo recuerdo sobre ese querer saber que llevan implícito las mujeres y esa prohibición explícita que ha dejado la historia, y que las ha llevado a un “autodidactismo femenino que ha conjugado las ganas con la violencia para evitarla desde el siglo XII hasta la actualidad”.
Cuesta aludió a las aportaciones de autoras relevantes como las de la profesora Ana Caballé, que habla del feminismo como el legado que arranca en las celdas de los conventos, “las raíces religiosas del feminismo”, y llega al siglo XXI, “porque esa paz interior y mental de las celdas monacales te permite desarrolar la inteligencia” sin zancadillas.
Un primer cauce de protesta silenciosa que dio paso, por fortuna, a las primeras manifestaciones externas de reivindicación de los derechos de las mujeres. En el siglo XV ya se pide la educación para las niñas y en el XVIII en Francia, ya existen peticiones formales al Estado en este sentido. Como ejemplo, el de Christine de Pizan, precursora del femenismo contemporáneo sólo por decir que las hijas llegarían igual de lejos que los hijos con la misma educación.
En España, Josefina Cuesta se refirió, entre otras, a María de Zayas, una escritora española del Siglo de Oro cuyas obras incluso decidió prohibir la Inquisición.
“Las mujeres han estado luchando permanentemente por la educación”, aseguró Cuesta, pero no fue hasta 1848 cuando las británicas lograron entrar en la Universidad, y años después prácticamente en toda Europa, en 1872 en España, “rompiendo cerrojos y abriendo puertas”.
“Nunca he creído que por ser mujer deba tener tratos especiales. De creerlo, estaría reconociendo que soy inferior a los hombres, y no soy inferior a ninguno de ellos”. Otra frase para la historia, porque como recordó la profesora Begoña Quintana, más allá de suponer una gran revolución femenina, “estamos ante una científica única y un ser humano excepcional, un alma bella, con gran capacidad de trabajo e intelectual”.
Con un sueño humilde y grande a la vez, como ella: formarse para ser maestra e instruir a los polacos, hacerlos fuertes ante el opresor. Y con esta idea, “nada ni nadie la pudo corromper”, como recordó Einstein años después de su muerte al hablar de “su grandeza humana, su austeridad, su buen juicio…” virtudes que rara vez se dan en un sólo ser humano.
“La vida no es fácil, pero qué importa, hay que perservar, y sobre todo, tener confianza en uno mismo”, dijo en otra ocasión María, sencillamente María. Por eso se va a París, en Polonia las mujeres no podían estudiar, y vuelve con beca una segunda vez, y devuelve los 600 rublos de su primer trabajo para que esa beca revirtiera en otra persona. Por eso encontró su alma gemela, Pierre Curie, y como no la dejaron ser maestra en Polonia, se fue con su marido a París para trabajar sin descanso en la explicación de lo qué eran realmente los rayos X, descubiertos dos años antes. Con su precario electómetro lograron medir corrientes eléctricas y deteterminar la radiactividad, descubriendo el radio y el polonio… “lograron extraer información sencilla de un maremagnum”, y de paso el Nobel de Física junto a Becquerel, aunque para que se lo diesen a ella Pierre tuviera que amenazar con rechazarlo.
Juntos, siguieron caminando a la caza del radio. Y en aquellos bosques de Bolonia, donde el mejor cristal del mundo se hacía con el más radiactivo de los combustibles, lograron aislar 0,3 gramos de radio de 10 toneladas de uranio, y un día observaron que de esa minúscula cantidad emanaba luz.
Quintana destacó también a Curie como maestra vocacional, implantó además el método teórico-práctico en las aulas, y logró ser la primera mujer catedrática en 1906, aunque fuera tras la muerte de su marido y ocupando su plaza. Pronto empezó a trabajar en el efecto del radio sobre los tumores cancerígenos en el Instituto del Radio, al lado del Instituo Pasteur, convirtiéndose en una precursora no sólo teórica, sino creando y financiando unidades móviles con equipos de rayos X para los soldados que estaban en el frente. 40 unidades móviles, los petit curie, y 200 en hospitales que ella mismo manejaba.
“Más allá de su condición de mujer, está entre los mejores científicos de todos los tiempos”. Pero fue mujer, y como destacó Inmaculada Sánchez Barrios, directora de la Unidad de Igualdad de la USAL, tuvo que conjugar las privaciones, la fidelidad, las dificultades, con la generosidad, los éxitos y el amor. “Una moderna heroína, una excepción en una época en el que el papel de la mujer era otro”, señaló.
Con este prólogo, en el que también estuvo presente la vicerrectora de Investigación, Susana Pérez, junto a autoridades académicas e institucionales, quedaba inaugurada la exposición Maria Sklodowska-Curie. Una polaca en París, organizada por los decanatos de las facultades de Ciencias Químicas y de Ciencias como parte del homenaje español a la investigadora iniciado en 2011 con ocasión del centenario de su Premio Nobel de Química.
La colección, que puede visitarse hasta el 15 de marzo, permite acercarse a la destacada figura de la investigadora a través de la recreación de su laboratorio y una variada muestra de objetos alusivos a su trabajo científico.
La exposición persigue dar a conocer los logros y vida de la científica polaco-francesa, pionera en alcanzar metas como convertirse en la primera persona en ser laureada en dos ocasiones con el Premio Nobel (en Física en 1903 y en Química en 1911), doctorarse en Ciencias Físicas, llegar a ser profesora universitaria, haber sido elegida académica y recibir numerosos doctorados honoris causa, además de otros galardones, que culminaron en 1995 con el traslado de sus restos mortales al Pantéon de Hombres Ilustres de Francia.
El recorrido expositivo invita a enfocar la mirada en la persona que subyace bajo el personaje, destacando su innata generosidad, su sentido del compromiso y la solidaridad ampliamente demostradas durante el transcurso de la I Guerra Mundial, así como su dedicación a su familia, a su país de origen, Polonia, a su país de adopción, Francia, y a la humanidad en general.
Como actividades complementarias a la exposición se han programado la conferencia titulada Vida y obra de Maria Sklodowska-Curie, que será impartida por Belén Yuste y Sonia L. Rivas, comisarias de la exposición, el 15 de febrero a las 19 h. en el salón de actos del edificio de las facultades de Ciencias y Ciencias Químicas; así como el Homenaje teatral Pierre y Marie Curie: ellos mismos, una dramatización sobre una selección de textos de los propios científicos a cargo de los actores Manuel Galiana y Sonia Rivas-Caballero bajo la dirección de Belén Yuste, que tendrá lugar el 16 de febrero a las 20:30 h. en el mismo espacio.
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