La probabilidad de que una persona obesa desarrolle la forma grave de COVID-19 es alta, más allá de su edad, su sexo, su etnia y de la existencia de comorbilidades tales como la diabetes, la hipertensión o enfermedades cardiacas o pulmonares, según concluyen investigadores brasileños en un artículo publicado en la revista Obesity Research & Clinical Practice.
Se trata de un trabajo de revisión sistemática de la literatura científica mediante metaanálisis con datos correspondientes a nueve estudios clínicos que, en conjunto, informan sobre la evolución de 6.577 pacientes infectados con el SARS-CoV-2 en cinco países. Los autores han llegado a la conclusión de que la obesidad en sí misma constituye un factor que favorece la progresión rápida de la enfermedad y aumenta significativamente el riesgo de ingreso en unidades de cuidados intensivos y de muertes. Esta investigación ha contado con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo (FAPESP).
“Varios factores contribuyen al agravamiento de la infección en el organismo obeso. Uno de ellos es su limitada capacidad de producir interferones [un tipo de proteínas secretadas por las células de defensa que son esenciales para inhibir la replicación viral] y anticuerpos. Asimismo, el tejido adiposo funciona como un reservorio del virus, manteniéndolo durante más tiempo en el organismo”, explica Silvia Sales-Peres, docente de la Universidad de São Paulo (USP) en la localidad de Bauru y coordinadora del estudio.
La carga viral potencialmente mayor no constituye, de acuerdo con la investigadora, el único problema de los pacientes con índice de masa corporal (IMC) elevado. Estudios recientes indican que la inflamación crónica de bajo grado típica de la obesidad –causada por el aumento excesivo de las células adiposas– hace que la tormenta de citoquinas inflamatorias desencadenada por el SARS-CoV-2 sea aún más perjudicial para los pulmones.
“De por sí, las personas con obesidad suelen padecer un perjuicio de la función respiratoria, pues el tejido adiposo comprime el diafragma e impide el movimiento normal de los pulmones. Por ende, existen diversos factores confluyentes que hacen que estos pacientes exhiban una mayor predisposición a depender de la ventilación mecánica y de otros cuidados intensivos en caso de que contraigan COVID-19. En los estudios que analizamos, entre los obesos internados en UCI, el porcentaje de defunciones llegó al 9,4%”, comenta Sales-Peres.
Una escala de riesgo
El IMC, reconocido como el patrón internacional para el diagnóstico de desnutrición y obesidad, se calcula dividiendo el peso (en kilos) del paciente por el cuadrado de su altura (en metros). En general, para los adultos, los resultados a partir de 25 se interpretan como sobrepeso. Valores de IMC iguales o mayores que 30 se clasifican como obesidad.
“La mayor susceptibilidad al nuevo coronavirus no aparece azarosamente cuando se llega a un determinado número en la tabla del IMC. Las personas con sobrepeso, de por sí, pueden padecer una alteración en la producción de anticuerpos y algún grado de inflamación crónica, lo que favorece la progresión de la enfermedad. Nuestro análisis mostró también que el riesgo asociado a la obesidad se vuelve aún mayor en los casos de individuos fumadores o que padecen comorbilidades tales como diabetes, hipertensión o enfermedades pulmonares”, comenta Sales-Peres.
De acuerdo con la investigadora, estudios como este son importantes tanto para alertar a los pacientes acerca de la necesidad de protegerse contra el virus como para ayudar a los servicios públicos de salud a prepararse para la potencial demanda de cuidados intensivos. “Cuando iniciamos la investigación, en el mes de abril, aún no estaba tan claro que la obesidad sería considerada como un factor de riesgo importante para el COVID-19”, comenta.
En la revisión sistemática de la literatura se incluyeron estudios publicados hasta el día 27 de abril en las siguientes bases de datos: Medline, Embase, Web of Science, BVS/Lilacs, SciELO, Scopus y Google Scholar. De los más de 30 trabajos ubicados mediante búsquedas de palabras clave, nueve cumplieron los criterios de inclusión y se tuvieron en cuenta en el metaanálisis. Este es el tipo de estudios que confieren el más alto nivel de evidencia científica para orientar la práctica clínica.
La investigadora pone de relieve la necesidad de implementar políticas públicas sanitarias destinadas a promover un abordaje integrado e intersectorial de la obesidad, con carácter regulatorio y fiscal. “Debe existir una movilización transformadora tendente a incentivar la realización de actividades físicas al aire libre y hábitos alimentarios sanos desde la infancia, coordinada en los distintos niveles de gobierno, que haga posible la planificación, la financiación y la implementación de estrategias integradas para la promoción de la salud y la prevención de la obesidad en nuestra población”, afirma la coordinadora del estudio.
Referencia:
Puede leerse el artículo, titulado ‘Coronavirus (SARS-CoV-2) and the risk of obesity for critically illness and ICU admitted: Meta-analysis of the epidemiological evidence’. en el siguiente enlace: www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1871403X2030555X?via%3Dihub.
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