El Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de la Universidad de Salamanca acoge la exposición fotográfica Hitos Femeninos en las ciencias biomédicas con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra el 11 de febrero.
Rita Levi-Montalcini (1909-2012 Italia) “seguía trabajando en su mesa a los 102 años”, a pesar de reconocer que había tenido muchas dificultades en su vida de investigadora y que “ser mujer la había penalizado un poquito más”.
Lo recuerda Alberto Orfao, subdirector del CIC, que relata con satisfacción haber conocido poco antes de su muerte a esta Premio Nobel de Fisiología y Medicina por el estudio de los factores del crecimiento. Debido a su origen judío, tuvo incluso que investigar en un laboratorio casero en su dormitorio durante el mandato de Mussollini.
Toda una eminencia científica, sin duda, pero también un ejemplo de fortaleza, dedicación y pasión por su trabajo.
Al igual que ella, otras mujeres han dejado huella en la historia de la investigación, y sin embargo, todavía la sociedad asocia este trabajo al género masculino. “En las Ciencias siguen teniendo mucho peso los hombres, sobre todo en áreas como Matemáticas, Física o Filosofía, donde se presupone una capacidad intelectual destacada, y desde luego no es éste el motivo por el que no hay más mujeres, sino por factores culturales o de educación”, aseguró Orfao en la presentación de una muestra donde precisamente se da cuenta de algunos de los logros científicos más destacados llevados a cabo por mujeres en el ámbito de la biomedicina, desde las pioneras a las actuales.
Por eso, es tan importante visibilizar y promover la participación de las mujeres en la ciencia, ya que, tal y como señala la ONU, que declaró el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, estas actividades de educación y sensibilización pública facilitarán la participación plena e igualitaria en la educación, el empleo y los procesos de adopción de decisiones en la ciencia.
Aunque se ha avanzado mucho, el camino todavía es largo. Basta como ejemplo el propio Centro Internacional del Cáncer, donde trabajan 143 mujeres frente a 92 hombres, pero si hablamos de responsables, jefaturas o directoras de grupos de investigación, el porcentaje es “nulo”, tal y como reconoció Orfao, y añadió que “aunque se han incorporado, no dirigen, todavía nos queda un camino significativo, y esta exposición es un buen recordatorio y un estímulo para que las niñas piensen que pueden tener un futuro importante en la ciencia”.
La inauguración de la exposición, que contó con la presencia de la vicerrectora de Internacionalización de la USAL, Mª Ángeles Serrano, y de las investigadoras del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCyL) y del Centro de Investigación del Cáncer, Conchi Lillo y Begoña Anta, respectivamente, podrá visitarse hasta el 12 de febrero en la sede del Centro de Investigación del Cáncer y del 13 al 19 en el INCyL.
Después la idea es que visite las distintas Facultades de la Usal, y que finalmente pueda llegar a colegios e institutos, para que se conozcan a estos hitos femeninos de la ciencia, pero también a otras “muchas mujeres que impulsan la investigación en Salamanca. Tenemos que hacer toda la presión posible para que no haya barreras” contra la igualdad de género, tal y como declaró Serrano.
Por su parte, la investigadora Conchi Lillo, encargada de la exposición junto a su compañera Begoña Anta, recordó que esta actividad se engloba dentro de la plataforma www.11defebrero.org, cuyos promotores están llevando a cabo una campaña animando a que centros de investigación, centros de educación primaria y secundaria, Universidades e instituciones públicas y privadas organicen actividades que ayuden a visibilizar el trabajo de las científicas, a crear roles femeninos en los ámbitos de la ciencia y la ingeniería, y promover prácticas que favorezcan la igualdad de género en el ámbito científico.
Unos paneles con fotografía, aunque pue parecer una aportación modesta, bastan para lograr estos objetivos, porque las miradas de estas investigadoras elegidas y las historias que encierran son apasionantes:
Barbara McClintock (1902-1992, Estados Unidos) tuvo que sufrir el escepticismo en la comunidad científica ante sus descubrimientos, tanto que se vio obligada a compartir sus resultados con hombres para que pudieran ser publicados, antes de obtener el reconocimiento que merecía gracias a que otros laboratorios prosiguieron con su investigación. Obtuvo finalmente el Premio Nobel de Medicina en 1982 por el descubrimiento de los transposones (genes saltarines) que pueden cambiar de lugar dentro de los cromosomas.
Francoise Barre-Sinoussi (1947, Francia), otro merecido Premio Nobel de Medicina nada menos que por descubrir el VIH en 1983, sigue al pie del cañón manteniendo su lucha activa contra el Sida en organismos internacionales.
Margarita Salas (1938, España). Presidenta de la Fundación Severo Ochoa, sigue trabajando en el Centro de Biología Molecular, tras sus destacados avances en la amplificación del ADN.
Gertrudis de la Fuente (1921-2017 España) sostenía que las enzimas tenían un papel determinante para el diagnóstico de ciertas patologías, lo que le impulsó a fomentar la integración de la bioquímica dentro de los planes de estudios de Medicina, y así hasta el día de hoy. En 1981, fue la encargada de la investigación del Síndrome Tóxico del aceite de colza.
Tu Youyou (1930 China). Nobel de Medicina en 2015 por descubrir la artemisinina utilizada para tratar la malaria.
Linda R. Watkins (1954, Estaods Unidos. Príncipe de Asturias de Investigación Científica 2010. Descubrió que las células nerviosas gliales también eran agentes encargados de transmitir sensación de dolor, lo que abrió la puerta a nuevos medicamnetos.
Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna fueron galardonadas recientemente, junto a Francisco Martínez Mojica, con el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Biomedicina por hacer posible la modificación del genoma con una precisión sin precedentes. Mientras Martínez Mojica identificó la secuencia CRISPR en microorganismos; Charpentier y Doudna demostraron su uso potencial como herramienta universal de edición genómica.
Rosalind Franklin (1920-1958 Estados Unidos) fue quien verdaderamente posibilitó la observación de la estructura del ADN, pero fueron los científicos Watson y Crick quienes se llevaron el Nobel por este hallazgo.
Sara Borrell (1917-1999, España), muy valorada en Estados Unidos, pero no en España, impulsó el desarrollo de la pìldora anticonceptiva, tras una estancia con el inventor. También fue una de las pioneras en trabajos relacionados con el análisis y el metabolismo de las hormonas esteroides.
María Blaco (1965, España), directora del Centro Nacional Investigaciones Oncológicas, es actualmente un referente mundial en el estudio de los telómeros y la enzima que los controla, y su relación con el cáncer y el envejecimiento. No sólo es medalla de oro de la Organización Europea de Biología Molecular al mejor investigador europeo menor de 40 años en 2004, también tiene el premio Ciencia Europea de la Fundación Körber, el premio Rey Jaime I de Invesgiación básica (2008) y el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal (2010) en el área de Biología.
Y así hasta un ciento, aunque todavía las investigadoras sólo sean el 28% del total en el mundo, en España un 39%, aunque, como ocurre en el CIC, en los puestos de responsabilidad todavía la igualdad es un universo por descubrir.
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