Llega a la entrevista poniendo en bandeja el mejor de los finales posibles. “Hace unos días me hicieron indefinida”, anuncia. Su cara refuerza la importancia de la noticia, en un gesto de enorme satisfacción que nada tiene que ver con el que ensombrece el rostro de Maruchi Herrador poco después, mientras recuerda en qué situación llegaron a estar sus dos hijas y ella antes de llegar a este punto: “Es muy duro no tener agua caliente, ni calefacción, y la nevera vacía como un solar”. En el medio de estas dos realidades tan opuestas, puede contarse una historia con muchos elementos decisivos, entre los que destacan su tesón y el Plan de empleo de Cruz Roja Salamanca.
Maruchi trabaja desde los 15 años, pero hace unos cuantos perdió el empleo cuando tuvo que marcharse fuera por diversas circunstancias. Al regresar, no había manera de que saliera otra oportunidad. “Se me acabó el paro y me quedé sin ingresos y con dos niñas. Estaba desesperada por tener un trabajo. Andaba apuntándome a todas partes, al Paro, a Red Mujer, a las empresas de trabajo temporal… Un día pasé por aquí -por el Centro de Empleo de Cruz Roja- y vi el letrero, así que entré”, cuenta.
Ese impulso le abrió “muchas puertas”, reconoce, y no sólo en lo que se refiere a su reincorporación al mercado laboral. “No sólo me han ayudado en la búsqueda de empleo, sino con otras muchas cosas. Hasta a la hora de escucharme. Es muy frustrante ir a buscar trabajo, poque en algunos sitios te ponen mala cara, pero Elena me escuchaba atentamente y me iba para casa más a gusto, porque a veces necesitaba desahogarme”, comenta. A su lado sonríe Elena Hernández, que matiza: “Nosotros la hemos empujado, pero ella es muy persistente, y su carácter y forma de ser han ayudado a completar el proceso”.
Éste comienza con una primera entrevista “de diagnóstico” en el que se evalúan las necesidades de la persona y cómo dar respuesta a sus posibles carencias. “Formación, intermediación y orientación”. Son los tres pilares de la acción de una entidad que desde el Plan de Empleo ofrece a los participantes un itinerario de inserción laboral personalizado y herramientas con las que enfrentarse, no sólo a la búsqueda de trabajo, sino también a la pérdida de autoestima que muchas veces lleva aparejada esta carrera de obstáculos. Para esos momentos son positivos, por ejemplo, los Talleres para Mejorar la Empleabilidad de Mujeres, en los que “recibes mucho apoyo, porque piensas que estas cosas sólo te pasan a ti, pero ves que no, que hay personas que están peor y que, aún así, sonríen y luchan”.
Durante el proceso de seguimiento pesonalizado de Cruz Roja, “te enseñan a hacer un currículum, hacíamos ensayos de entrevistas de trabajo individuales y grupales… A mí eso me daba mucha seguridad, porque era algo que nunca había hecho. Yo toda la vida me he dedicado a limpiar, y me ofrecían conocimientos para ampliar mis campos laborales”, explica Maruchi Herrador, a quien la primera oportunidad le llegó en 2012, con un Taller de Empleo de Atención Sociosanitaria a Personas Dependientes, “algo que me encantó”. Duró seis meses, un periodo en el que, como indica Elena Hernández, los participantes “se convierten en trabajadores, porque van a clases, pero también realizan prácticas reales y remuneradas, y son dados de alta en la Seguridad Social, y finalmente consiguen los certificados de profesionalidad”.
Apoyo y asesoramiento constantes
A partir de ahí, las cosas se le empezaron a poner un poco más de cara a Maruchi. “Gracias a ese taller de empleo me han ido saliendo cosas: hacía acompañamiento en domicilio o en paseos, cuidaba enfermos en el hospital, realizaba trabajos de limpieza, y en noches de hospital, trabajos de limpieza… He sobrevivido gracias a esos trabajos, que desde entonces nunca me han faltado”, asegura. Durante ese tiempo, Cruz Roja se puso en contacto con ella para ofrecerle asistir a un curso de cocina “externo”, que se iba a impartir en la Escuela de Hostelería. “En principio les dije que no, porque tenía que dejar esas cosas esporádicas que hacía y no podía estar tres o cuatro meses sin llevar dinero a casa”, admite.
Sin embargo, Cruz Roja decidió concederle una beca para facilitarle las cosas. En junio, Maruchi comenzó a trabajar “por horas o por días” en la cocina de una residencia de la capital salmantina. A reforzar el servicio durante comidas y eventos especiales, a hacer sustituciones… Desde hace unas pocas semanas lo hace a jornada completa y con contrato indefinido.
Y aunque el reportaje podría cerrarse perfectamente en este punto, parece conveniente contar también que el camino no ha sido fácil. “Buscaba empleo en lo que fuera, y me ha tocado trabajar mucho. A veces era frustrante, pero para mí cada día era una lucha. Me levantaba y me decía: hoy es otra oportunidad”, señala.
Más de 1.100 participantes desde el 1 de enero
Por eso, cuando se le pregunta qué mensaje lanzaría a quienes temen hundirse por culpa del desempleo, Maruchi Herrador no lo duda: “Que busquen ayuda. Cuando uno está perdido, es lo primero. A mí Cruz Roja me ha ayudado en todos los sentidos, sobre todo como persona. Aquí realizan su trabajo con mucho cariño y profesionalidad”.
Lo ha hecho con 1.101 personas en lo que va de año. Es la cifra de participantes con los que la organización ha intervenido hasta el pasado 20 de noviembre desde su Plan de Empleo. De ellos, 802 son nuevos. En estos momentos, el programa se encuentra inmerso en una iniciativa de sensibilización diseñada bajo el lema En realidad no tiene gracia, con la que se busca llamar la atención, a través del humor, sobre los estereotipos que a veces obstaculizan el acceso al mercado del trabajo, como la edad -“demasiado joven, demasiado mayor”-, la nacionalidad o el sexo, prejuicios que pueden hacer “que se pierda el talento de muchas personas”.
Afortunadamente, eso no ha ocurrido en el caso de Maruchi Herredor. Su esfuerzo y empeño y el cercano acompañamiento que Cruz Roja le ha brindado -y le brinda- desde su Plan de Empleo han permitido obtener el fruto más satisfactorio. “Estoy muy contenta y muy orgullosa de haberlo logrado, porque he luchado mucho, y me he dejado la piel. Y no sólo he conseguido empleo, sino también autoestima”.
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