Dormir bien podría compensar en cierta medida el riesgo genético a padecer enfermedades cardiacas o accidentes cerebrovasculares, según un estudio publicado recientemente en el European Heart Journal –revista insignia de la Sociedad Europea de Cardiología– y en el que, por primera vez, se evalúa el impacto del vínculo entre los patrones de sueño y la susceptibilidad genética a sufrir problemas cardiovasculares.
Los investigadores, liderados por el profesor Lu Qi, director del Centro de Investigación de la Obesidad de la Universidad de Tulane (Nueva Orleans, EEUU), analizaron las variaciones genéticas conocidas como SNP (polimorfismos de un solo nucleótido) que ya se sabía que estaban relacionadas con el desarrollo de enfermedades del corazón y derrame cerebral. Lo hicieron sobre muestras de sangre tomadas en 385.292 participantes sanos del Proyecto Biobank del Reino Unido, y utilizaron ests datos para crear una puntuación de riesgo genético y determinar si los participantes tenían un riesgo alto, intermedio o bajo de presentar problemas cardiovasculares.
El profesor Qi y sus colegas también crearon un nuevo “puntaje de sueño saludable” al preguntar a los participantes si eran personas diurnas o nocturnas, durante cuánto tiempo dormían y si sufrían o no insomnio, ronquidos o somnolencia frecuente y excesiva durante el día. El puntaje de sueño saludable varió de 0 a 5, siendo 5 el patrón de sueño más saludable, representando a una persona matutina, que dormía entre siete y ocho horas por noche, sin insomnio, ronquidos o somnolencia diurna.
Los investigadores siguieron a los participantes durante un promedio de 8,5 años, tiempo durante el cual hubo 7.280 casos de enfermedad cardiaca o accidente cerebrovascular. “Queríamos probar si la relación entre las puntuaciones de sueño y los resultados cardiovasculares era diferente según el riesgo genético, algo que se hace por primera vez. También queríamos estimar la proporción de problemas cardiovasculares que no hubieran ocurrido si todos los participantes tuvieran un patrón de sueño saludable, si asumimos que existe una relación causal”, ha explicado el profesor Qi.
Más del 30% de reducción del riesgo
Los autores del trabajo encontraron que, en comparación con las personas con un puntaje de sueño de 0-1 (patrón de sueño poco saludable), los participantes calificados en el nivel 5 tenían un 35% menos de riesgo de enfermedad cardiovascular y un 34% menos de riesgo de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular.
“Si el vínculo entre el sueño y la enfermedad cardiovascular resulta ser causal, entonces más de una décima parte de todas las enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares no se habrían producido si todos los participantes tuvieran una puntuación de sueño saludable de 5. Entre las personas con puntuación de sueño de 5, hubo casi siete casos menos de enfermedad cardiovascular por cada 1.000 personas y año en comparación con aquellos con una puntuación de sueño de menos de 5”, ha señalado el profesor Lu Qi.
Cuando los investigadores observaron el efecto combinado de la puntuación del sueño y la susceptibilidad genética en la enfermedad cardiovascular, encontraron que los participantes con un alto riesgo genético y un patrón de sueño deficiente tenían un riesgo más de 2,5 veces mayor de problemas cardiacos y 1,5 veces mayor riesgo de accidente cerebrovascular en comparación con aquellos con un bajo riesgo genético y un patrón de sueño saludable.
Esto se tradujo en que hubo 11 casos más de enfermedad cardiaca y cinco casos más de accidente cerebrovascular por cada 1.000 personas al año entre las personas con alto riesgo genético que duermen mal, en comparación con los que duermen bien con un bajo riesgo genético. Sin embargo, un patrón de sueño saludable compensó ligeramente un alto riesgo genético, registrándose una susceptibilidad de un poco más del doble.
“Descubrimos que un alto riesgo genético podría compensarse en parte con un patrón de sueño saludable. Además, descubrimos que las personas con un bajo riesgo genético podrían perder esta protección inherente si tuvieran un mal patrón de sueño”, ha subrayado el investigador que ha liderado el trabajo.
Y es que el estudio puso de manifiesto que alguien con un bajo riesgo genético, pero un patrón de sueño poco saludable, tenía una susceptibilidad 1,7 veces mayor de enfermedad cardiaca y 1,6 veces mayor de accidente cerebrovascular.
Limitaciones al estudio
Los investigadores no pueden excluir la posibilidad de que un patrón de sueño deficiente pueda ser indicativo de algún problema de salud subyacente y no detectado que pudiera incidir en un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, trataron de minimizar esta posibilidad al excluir a todos los pacientes con enfermedad cardiovascular al comienzo del estudio, y también tuvieron en cuenta factores relacionados con la salud capaces de afectar a los resultados, como la edad, el sexo, el origen étnico, la actividad física, el tabaquismo, el consumo de alcohol, el índice de masa corporal, otros problemas de salud y antecedentes familiares de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular.
Otras limitaciones del estudio tienen que ver con que los autores confiaron en que fueron los participantes quienes informaron sobre sus patrones de sueño, y esto ocurrió solo una vez al comienzo del estudio. Además, la puntuación de sueño saludable no incluyó otros problemas que condicionan el descanso, como el síndrome de piernas inquietas, y la mayoría de los participantes del Biobanco del Reino Unido son de ascendencia europea, lo que puede afectar la generalización de los resultados a otras poblaciones.
“Al igual que con otros descubrimientos de estudios observacionales, nuestros resultados indican una asociación, no una relación causal. Sin embargo, estos hallazgos pueden motivar otras investigaciones y, al menos, sugerir que es esencial tener en cuenta los comportamientos generales del sueño al considerar el riesgo de enfermedad cardiaca o accidente cerebrovascular de una persona”, ha indicado el profesor Qi.
No está claro qué mecanismos pueden ser responsables del vínculo entre el sueño y el riesgo de enfermedad cardiovascular, aunque los investigadores creen que la interrupción del sueño podría alterar la regulación hormonal o metabólica del cuerpo, aumentar las respuestas de lucha o huida del cuerpo, aumentar la inflamación y alterar el ritmo circadiano natural del organismo.
Referencia bibliográfica:
‘Patrones de sueño, susceptibilidad genética y enfermedad cardiovascular incidente: un estudio prospectivo de 385.292 participantes del Biobanco del Reino Unido’, por Mengyu Fan et al. European Heart Journal . doi: 10.1093 / eurheartj / ehz849
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