A principios de 2011, dieciséis años después de haber comenzado mi carrera profesional, decidí cambiar de rumbo. No porque estuviera hastiada o aburrida de lo que hacía ni por falta de oportunidades, sino por razones algo diferentes.
La primera y muy importante: pretendía estar presente en la infancia de mis hijos… La segunda, relacionada con la anterior, aunque pudiera no parecerlo, dedicarme a algo que para mí tuviera un sentido profundo, que aportara más a la sociedad y, precisamente por eso, que me llenara más. En aquel momento, el nombre y apellidos que le daba era “contribuir a que los trabajadores de las organizaciones puedan aprovechar todo su potencial, pudiendo ponerlo a disposición, al tiempo que crecer personal y profesionalmente”.
Han pasado unos años desde entonces y sobre ese nombre y apellidos he ido construyendo y añadiendo otros. Por ejemplo, “contribuir a que, en la medida de lo posible, en las organizaciones puedan escucharse todas las voces, especialmente aquellas que generalmente se limitan a escuchar y tienen mucho y muy necesario que aportar” y, más recientemente, “apoyar activamente el desarrollo del pensamiento sistémico, entender que todo es interdependiente y todos estamos interconectados y desde ahí, comprender que, de todos los grandes retos a los que hoy nos enfrentamos como sociedad, el cambio climático posiblemente sea el más determinante para nuestro futuro y el de nuestro planeta (gracias a mi prima Sara por hacerme ver cómo de presente estaba en mi discurso)”.
Dicen que donde uno pone su atención pone su energía y hacia allí la dirige. Algo de cierto ha de haber. Una vez adquirí consciencia del funcionamiento del planeta tierra no he dejado de prestar atención. Y esa parte de mi energía allí enfocada ha sido la que me ha permitido explorar ese espacio y conocer algo más desde diferentes perspectivas. En el proceso de descubrir el exquisito y delicado equilibrio del sistema interdependiente que es nuestro planeta también entendí que, como parte del mismo, tenía una responsabilidad personal. Hasta la fecha ésta se ha traducido en hablar de mi libro, llamando la atención sobre el cambio climático en cuantas conversaciones y foros ha sido posible.
En este contexto, día tras día, escuchando noticias y viendo titulares, me ha sorprendido lo poco que se habla de ello en comparación con temas, en mi opinión, infinitamente nimios. Aun entendiendo que escuchamos poquito porque la noticia no vende, genera angustia y tampoco pone en marcha grupos que se activan para buscar soluciones, la actitud continúa sorprendiéndome.
A lo largo de estos años, muchas veces he pensado que al menos debería haber una llamada de atención semanal en las noticias sobre el tema. Y por eso hoy me ha encantado leer, de Rebecca Solnit, en un libro que recomiendo, Hope in the Dark. Untold Histories Wild Possibilities, su respuesta a la siguiente pregunta que se autoformula: ¿qué pensarán de nosotros las generaciones futuras, de lo que hicimos –o más bien no– siendo ya conscientes de la gravedad del cambio climático y cuando todavía quizá era posible hacer algo?
Y así, responde: “Nos verán como gente que se dedicaba a ordenar la porcelana mientras la casa ardía. Pensarán que estábamos locos, ocupados en las vidas de famosos, en los múltiples y efímeros escándalos políticos y preocupados por nuestros cuerpos; pensarán que los periódicos deberían haber impreso cada día en grandes letras en su portada Aquí pueden encontrar varias historias sobre diferentes temas, PERO EL CAMBIO CLIMÁTICO ES MUCHÍSIMO MÁS GRANDE, y cada telediario debería comenzar con su equivalente. Cada día”.
Yo pienso lo mismo. La reducción de emisiones conseguida hasta la fecha no ha sido consecuencia de acciones puestas en marcha para conseguirla, sino de la profunda crisis económica. El invierno de 2017 fue el cuarto más cálido desde el inicio del siglo XXI. Mañana será el tercer día seguido de activación del escenario 2 del protocolo de contaminación en Madrid, no se podrá aparcar. Continúa sin llover y no se espera que lo haga durante esta semana.
¿Cuánto más necesitamos para comenzar a prestar algo de atención?
*Catalizando el desarrollo integral de personas y organizaciones
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