Ésta es la historia de unos profesionales que no se distingue demasiado de la de licenciados de otras áreas de actividad, quizás por su duración en el tiempo, pero que cuenta con algunos hitos en su camino que hacen que el final tenga un punto de indignidad.
Por acuerdos existentes entre Administración y sindicatos, los recién parados deben apuntarse a una bolsa de empleo desde la que se gestionan los contratos que la Administración va convocando, por lo general, contratos precarios (guardias, bajas laborales, sustituciones por vacaciones…).
Hasta aquí tampoco deben existir muchas diferencias con otros profesionales, pero en este caso la indignidad está en el criterio utilizado en la priorización de los contratos en esa bolsa, y es que, independientemente del currículo profesional de cada MIR, el orden en la bolsa viene determinado por la antigüedad en la misma. Estar inscrito en la bolsa dos segundos antes que otro compañero puede determinar que accedas a un puesto de trabajo o que permanezcas en el paro.
Cada año, el mismo día que terminan su especialidad, los médicos residentes buscan mil y una forma de ser los primeros en apuntarse y, así, la noche antes de que se abra la bolsa duermen en las puertas de los registros oficiales de la Junta de Castilla y León (como si quisieran sacar entradas para la final de la Champions) o buscan otras formas ingeniosas, como acudir al ayuntamiento de un pueblo perdido donde suponen que abrirán a las 8 de la mañana el registro y, previsiblemente, no habrá otros compañeros haciendo cola. Dos segundos de adelanto o retraso pueden determinar su futuro inmediato.
Esta situación se viene repitiendo en los últimos años sin que nadie levante la voz para protestar. Este año la Junta de Castilla y León abrió otro procedimiento para toda Castilla y León, y los residentes han dedicado el tiempo libre de sus últimos meses a cumplimentar todos los requisitos exigidos para esa nueva bolsa.
Pues bien, sólo una parte de la bolsa de algunas especialidades se puede gestionar por dicho procedimiento, ya que para otras muchas especialidades parece ser que han existido “dificultades administrativas” para tener el procedimiento a punto para la fecha prevista. Los residentes han cumplido con los requisitos que se les pedía en tiempo y forma, la Administración no.
Éste es un índice de a qué niveles se ha situado la dignidad del ejercicio profesional. Es obvio que la responsable es la Administración sanitaria y los perjudicados, en este caso, son los residentes, pero los cómplices somos todos los médicos, por acción u omisión.
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