En La carta robada, Allan Poe hizo que su ladrón, para que no la encontrara el prefecto de la Policía del París de 1800, la escondiera en el lugar más simple y visible de la casa, donde, por la naturaleza del lugar, nadie buscara ni sospechara que se encontraba allí. Hay cosas que están a la vista de todos, pero no reparamos en ellas.
En la vorágine de la pandemia del coronavirus, los focos están puestos en los hospitales, sobre todo en los servicios de Urgencias y las UCI, donde llega un porcentaje mínimo de pacientes infectados, los más graves. Es verdad que desempeñan un gran trabajo, se están viendo desbordados, o casi, en demasiadas ocasiones, y están trabajando al límite de sus fuerzas, no siempre con la protección necesaria.
Pero no es menos cierto que los médicos y demás profesionales de la Atención Primaria están realizando una ingente labor de contención de la pandemia, que no está suficientemente reconocida, excepto por nuestros propios pacientes y, desgraciadamente, también es verdad que la mayoría del gran número de profesionales afectados, y especialmente de los fallecidos, son médicos de Familia.
En España, los sanitarios afectados son porcentualmente muchos más que en el resto de los países a los que ha afectado la COVID-19, hasta el doble o triple, un precio demasiado alto por proteger a los pacientes. Debe ser prioritario proteger a los sanitarios para que puedan seguir cuidando de los pacientes.
Es en estas situaciones límite donde las características de la Atención Primaria cobran toda su extensión. Conocer al paciente y todo lo que le rodea, sus patologías previas, miedos y temores, así como sus recursos familiares y sociales es fundamental para su tratamiento y para transmitirle la seguridad de que su médico de Familia siempre estará dispuesto a ayudarle.
La incertidumbre, inherente a nuestro ejercicio diario, cobra toda su extensión en la situación actual, donde nos enfrentamos a un enemigo poco conocido con una gran variedad de manifestaciones, a veces de aparición muy brusca y, muchas de ellas, graves o mortales.
Las condiciones en que, con demasiada frecuencia, la Atención Primaria está desempeñando su trabajo utilizando unos medios precarios y aportados, en gran medida, de forma generosa por sus pacientes, asociaciones o empresas particulares, unidas a la carencia de los test necesarios para el diagnóstico y, en muchas ocasiones, a la falta de personal de forma crónica o sobreañadida por las bajas por COVID-19, hacen que la seguridad del ejercicio del médico de Atención Primaria no sea, en muchas ocasiones, la adecuada.
Por esto es necesario recordar, una vez más, que la adecuación de las plantillas, la provisión de unos medios de trabajo adecuados y, en esta pandemia, la realización, como dijo el Dr. Tedros Adhanon Ghebreyesus, director general de la OMS, de “test, test y test” a todos los profesionales y pacientes que los necesiten, es fundamental para su control y para preservar la seguridad de todos los profesionales de la Atención Primaria.
Atención Primaria está desempeñando un papel protagonista en esta pandemia, consiguiendo que los miles y miles de pacientes infectados con sintomatología leve permanezcan perfectamente cuidados y se curen en sus domicilios, sin necesidad de acudir al hospital y, de esta forma, logrando que estos centros no se desborden y puedan continuar con la tarea titánica que están realizando con la minoría de pacientes con afectación grave que necesitan hospitalización o ingreso en UCI. Sin embargo, no aparece en los títulos, ni siquiera como un actor secundario.
También se está realizando una inmensa labor haciendo un seguimiento activo, en la mayoría de los casos telefónico, con los pacientes que son dados de alta en el hospital.
Sin Atención Primaria, los hospitales no podrían realizar su gran labor con los pacientes más graves, y sin los hospitales, en Atención Primaria no se podría tener tiempo para ese inmenso número de pacientes con sospecha de infección que necesitan el control y vigilancia y que reciben sin desplazarse y sin poner en peligro a más ciudadanos y profesionales. Todos unidos venceremos esta pandemia y aprenderemos para afrontar la siguiente con mayor previsión y menos afectados.
Pedimos a los medios de comunicación que se hagan eco del trabajo que se realiza en cualquier centro de salud o consultorio, de los más 13.000 que existen en España, en los que trabajan más de 85.000 profesionales (de ellos, unos 36.000 médicos) y que están luchando contra el coronavirus, en demasiadas ocasiones, sin la protección necesaria y sin test para confirmar el diagnóstico.
Sirva esta reflexión como homenaje a todos los médicos y resto de profesionales que desempeñan su labor callada y no suficientemente reconocida en la Atención Primaria y, muy especialmente, a los que han dado su vida simplemente por cumplir con el deber de cuidar a sus pacientes.
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