Tras un intenso verano, la vuelta al cole y la despedida del calor implican la necesidad de cambiar el calzado, pero no solo con el objetivo de cubrirnos del frío, sino con la intención de proteger los pies para realizar las intensas actividades del día a día. En el caso de los niños, es necesario asegurar que sus zapatos están favoreciendo su correcto desarrollo y permitiendo la libertad de sus movimientos.
No es tarea fácil, porque el hecho de que su pie aumente una media de ocho milímetros cada tres meses implica que cada temporada nueva sea sinónimo de zapatos nuevos. Por ello, desde el Colegio Oficial de Podología de la Comunidad de Madrid (COPOMA) se ha elaborado una serie de recomendaciones básicas para que las familias conozcan tanto lo que se debe evitar como aquello que es necesario tener en cuenta.
Es importante evitar:
– Heredar zapatos. La pisada de cada persona es diferente, y usar un calzado ya utilizado por alguien puede alterar su forma de caminar, provocar inestabilidades, etc. Por eso, nunca es buena idea aceptar zapatos de hermanos mayores, primos o hijos de amigos.
– Comprar calzado más grande para que dure más tiempo, pues puede hacer que los músculos del pie infantil se fuercen en exceso, lo que también puede acabar afectando a su forma de caminar. Los zapatos deben acomodarse siempre al tamaño real del pie del niño, es decir, ser siempre de la talla adecuada.
Es importante:
– El calzado debe ser de materiales naturales para que el pie pueda traspirar correctamente, al igual que los calcetines, que tienen que ser de algodón.
– La suela debe ser suficientemente gruesa y, en el caso de los niños, siempre plana, además de flexible y antideslizante.
– Contar con una buena sujeción, como cordones o velcro para un buen agarre. Debemos intentar que el calzado proteja la parte de los maléolos, es decir, los huesos laterales del tobillo, pero siendo siempre flexible, no solo en los tobillos, sino también en la zona de los dedos.
En definitiva, teniendo en cuenta el desgaste de los zapatos y el crecimiento del pie, siempre es positivo calzar a los niños con nuevos zapatos en cada vuelta al cole. No obstante, para realizar esta tarea correctamente, es de esencial importancia que el calzado sea de la talla adecuada y fijarse en las características del propio zapato, y no solo en el precio.
Otra de las cuestiones más importantes, según indican los miembros del COPOMA, es la conveniencia de llevar a los niños a un profesional de la Podología una vez al año a partir de los 4 o 5 años, “cuando su patrón de marcha ya está establecido, para que pueda hacer un diagnóstico personalizado”.
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