Los últimos datos del Servicio de Vigilancia Epidemiológica y Enfermedades Transmisibles de Castilla y León confirman que la incidencia de gripe en la Comunidad en la semana del 19 al 25 de enero sigue aumentado y se sitúa en un nivel de intensidad alto, en comparación con temporadas precedentes. El virus predominantemente es el tipo A, subtipo H3, especialmente en la población infantil.
Los hallazgos de virus del tipo B representan el 25% del total de detecciones centinelas, superior a lo que se observa en otros países, con mayor afectación de adultos que de niños. La situación en España y en Europa es similar, con incremento de la incidencia y de las detecciones de virus.
En la semana del 19 al 25 de enero se declararon 168 casos, declarados por 31 médicos y una población cubierta de 28.259. La tasa de incidencia semanal por 100.000 habitantes se acerca a los 400 (383,47), de intensidad alta, la de mayor incidencia hasta ahora.
En esta estadística del Servicio de Vigilancia Epidemiológica también contabilizan los casos acumulados por estado vacunal, y en esta ocasión sobre un total de 375, un 93,3% no estaba vacunado frente a un 6,6% que si. Por tramos de edad, resaltar que en un 68% de estos casos (256) tenían entre 0 y 14 años, en concreto, 160 de 0 a 4 y 96 de 5 a 14. Otra cifra significativa son los 43 casos a ciudadanos de entre 25 y 44 años.
¿Qúe es la gripe?
La gripe es una enfermedad respiratoria infecciosa aguda producida por el virus de la gripe. Una de las características más importantes de esta enfermedad es su elevada capacidad de transmisión de una persona a otra. La gripe se presenta generalmente en los meses de invierno (de noviembre a marzo) y en forma de epidemia. Los virus gripales tienen una gran capacidad para sufrir variaciones lo que implica que cada temporada aparezcan nuevos virus gripales para los que el ser humano no tiene protección. Por este motivo la vacuna debe actualizarse cada año.
¿Qué síntomas produce?
Se caracteriza por la aparición de los siguientes síntomas: comienzo brusco con escalofríos y fiebre acompañados de dolor de cabeza, dolores musculares y articulares generalizados, cansancio, malestar general, congestión nasal, dolor de garganta y tos seca. La mayor parte de las personas que padecen la gripe se recupera en menos de una semana sin necesidad de tratamiento o cuidado hospitalario. Sin embargo, en ocasiones, la gripe puede complicarse y producir bronquitis o neumonía bacteriana, como complicaciones más frecuentes. Estas complicaciones pueden ser especialmente graves en personas de alto riesgo como los ancianos o las personas que tienen una enfermedad crónica como diabetes, afecciones cardíacas y enfermedades respiratorias.
¿Cómo se transmite?
La transmisión se produce de una persona enferma a una sana, fundamentalmente por vía aérea a través de las gotitas que se eliminan al hablar, toser o estornudar. También puede transmitirse por contacto directo, es decir, al tocar superficies contaminadas por el virus como por ejemplo, la mano un enfermo y posteriormente llevarse la mano a la boca o a la nariz. Las personas enfermas son capaces de transmitir la gripe desde un día antes del comienzo de los síntomas hasta unos 3 a 7 días después del comienzo de los mismos. Los niños la pueden transmitir incluso más tiempo.
¿Cómo evitar la transmisión de la gripe?
Si ya está enfermo, evitar contagiar a otras personas.
– Protégerse al toser: Cubrise la boca y la nariz con un pañuelo al toser o estornudar, o cubrirse con la parte superior del brazo, no con las manos.
– Lavarse las manos después de toser o estornudar. No acudir a lugares cerrados (trabajo, colegio, guardería o lugares públicos) para evitar contagiar a otras personas.
En caso de padecer gripe se recomienda:
– Descansar.
– Beber abundantes líquidos.
– Evitar el consumo de tabaco o alcohol.
– Tomar medicación que mejore los síntomas de la gripe (medicamentos para bajar la fiebre).
– Los antibióticos no mejoran los síntomas ni aceleran la curación ya que no son efectivos frente a enfermedades producidas por virus.
– No dar aspirina a niños ni adolescentes.
Actualmente existen fármacos que actúan frente al virus (fármacos antivirales) pero su uso es muy limitado. Si se dan en las primeras 48 horas tras el inicio de los síntomas pueden reducir la duración de la enfermedad, sin embargo deben ser recetados por un médico ya que pueden tener efectos adversos importantes, como así se recoge en el Portal de Salud de la Junta de Castilla y León.
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