Sin embargo, las enfermeras advierten: la gran mayoría de estos modelos de mascarillas ni protegen ni filtran contra el coronavirus. "No están certificadas ni homologadas en España y no se recomienda su uso, a no ser que sea estrictamente necesario para ciertas personas mostrar su expresividad y poder leer los labios", indica Guadalupe Fontán, profesional de la organización colegial.
Para saber si la mascarilla es adecuada para combatir el virus, lo primero que hay que tener en cuenta es si cubre nariz, boca y mentón. Además, también es importante fijarse en la homologación: deben cumplir la especificación UNE 0065 o la normativa europea CWA 17553. En este punto hay que tener cuidado, ya que tiene que estar homologada específicamente como protector frente a la COVID-19. "En España se hizo una normativa únicamente para las higiénicas reutilizables de tela, por lo que los modelos fabricados con policarbonato o PVC no pueden certificarse. Hay algunas que tienen una certificación europea que las acredita como equipo de protección individual (EPI), pero no como un protector respiratorio", puntualiza Fontán. Es decir, que la función de estos complementos es similar a la de una pantalla protectora: no filtran y tampoco impiden la propagación de los aerosoles por los que se disemina el SARS-CoV-2 a través del aire.
Reclaman su homologación
La polémica no se restringe a una cuestión estética. Hay muchos colectivos con discapacidades auditivas o del habla que reclaman su homologación para derribar la barrera comunicativa que supone el hecho de no poder ver la boca de la persona con la que están hablando. Para estos casos ya se ha certificado un modelo de tela transparente que cumple con todos los estándares de respirabilidad y filtración exigidos para proteger y protegernos frente al nuevo coronavirus.
"Hay una empresa nacional que recientemente ha hecho unas mascarillas casi transparentes que permiten la expresividad facial y sí cumplirían toda la normativa en cuanto respirabilidad y filtración", apunta Guadalupe Fontán.
"No debemos olvidar que la mascarilla es útil para no propagar el virus. Su función no es ser un complemento de moda, y tampoco sirven para evitar multas. Son una barrera de contención de la incidencia de la pandemia", recalca Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.
En conclusión, lo más importante es tener en cuenta que el producto que estamos adquiriendo no es un complemento de moda y que no sirve únicamente para evitar multas. No debemos olvidar el fin que hace que su uso sea obligatorio: protegernos y proteger a los demás de infectarse del virus causante de la COVID-19.