El trastorno bipolar es una enfermedad mental grave, considerada la sexta causa de discapacidad en el mundo. Concretamente en España la padecen más de un millón de personas y, a pesar de las múltiples campañas de sensibilización, sigue siendo una patología desconocida asociada a un alto impacto y estigma social.
En el marco del Día Mundial del Trastorno Bipolar, el doctor Montes, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal, asegura que “si queremos mejorar la calidad de vida de las personas con trastorno bipolar, el diagnóstico precoz es la clave”.
“En muchas ocasiones, esta enfermedad presenta manifestaciones que no son las típicas y los afectados pueden no iniciar la enfermedad con un episodio de manía clásica. Además es más frecuente iniciar la enfermedad con un episodio de polaridad depresiva, por lo que puede confundirse con una depresión unipolar y no es hasta el momento en que se presenta un episodio maniaco o hipomaniaco cuando se esclarece la situación. Debido a esta dificultad, en determinados casos, el trastorno bipolar puede tardar en diagnosticarse hasta 10 años”, añade el doctor. Por lo tanto, un diagnóstico precoz es extremadamente importante para evitar el deterioro cognitivo y de la salud física del paciente.
Con el tratamiento adecuado los pacientes pueden llevar una vida totalmente normalizada, pero la adherencia es otro de los retos actuales en el trastorno bipolar. Casi el 100% de los pacientes diagnosticados ha considerado abandonar la medicación en algún momento y en torno a la mitad decide concluir el tratamiento por su propia cuenta.
Según declara el doctor Montes, “la falta de adherencia al tratamiento es un fenómeno difícil de abordar, ya que tiene que ver con muchos factores, entre ellos: el rechazo y la negación a la hora de asumir que se padece una enfermedad mental grave, generados en gran parte por los medios de comunicación y la presión social: el estigma asociado a las implicaciones sociales de la propia enfermedad y por último, los efectos secundarios asociados a los tratamientos farmacológicos, que en muchos casos, pueden ser complejos”.
La mitad pierde su trabajo
Además, la enfermedad conlleva un elevado impacto social. En más de un 75% de los casos supone una reducción de las expectativas de éxito en la vida y casi la mitad de los afectados pierde su trabajo. A todo ello hay que añadir la estigmatización de la enfermedad, que lleva a la discriminación y el aislamiento. Hasta un 45% de los pacientes se ha sentido discriminado en alguna ocasión, lo que lleva en muchos casos a ocultar la enfermedad.
“Tratándose de un problema de salud mental, es preocupante que sirva para darle identidad a alguien y calificarlo; tal es el caso cuando se afirma: esa persona es bipolar, o adoptarlo con significado erróneo y estigmatizador en otro orden de cosas, especialmente en los medios de comunicación. El trastorno bipolar es una circunstancia en la vida de una persona; nunca su esencia”, declara Guadalupe Morales, directora de la fundación Mundo Bipolar.
Aún en la actualidad, existe un alto grado de desinformación en torno a la enfermedad, “es necesario dar a conocer los derechos de las personas que tienen el trastorno bipolar u otras patologías mentales, para acabar con esta discriminación que sufren, fruto de la desinformación social que las rodea y del incumplimiento de sus propios derechos como ciudadanos”, concluye Guadalupe Morales. Coincidiendo con el Día Mundial del Trastorno Bipolar, mañana 30 de marzo, la compañía farmacéutica Lundbeck promueve diversas acciones bajo la campaña #BipolarNoEsBroma.
El trastorno, en cifras
El trastorno bipolar es una enfermedad psiquiátrica grave que afecta a los mecanismos que regulan el estado de ánimo. La persona que sufre un trastorno bipolar pierde el control sobre sus emociones y padece tanto episodios de euforia, llamados manía, como de depresión.
Es una de las enfermedades men-tales más frecuentes: la padece el 2,6% de la población mundial (más de un millón de personas en España) y es la sexta causa de discapacidad en el mundo.
En torno al 50% de los pacientes abandonan la medicación por su cuenta a lo largo de la enfermedad y más del 90% han considerado su abandono en algún momento de su vida. La mitad de las personas afectadas no sabe que tiene la enfermedad y, entre los que sí están diagnosticados, la mitad (o sea el 25% del total) no sigue el tratamiento.
El diagnóstico precoz es extremadamente importante para evitar el deterioro cognitivo y de la salud física del paciente. La aparición de la enfermedad tiene lugar a los 18 años o hacia la mitad de la veintena. Las personas afectadas tardan una media de cinco años en ser diagnosticadas.
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