Nació en un año redondo, el 2000, como una iniciativa sin excesivas pretensiones, y se ha convertido en todo un referente en el campo de la traducción científica. La revista Panace@, merecedora de prestigiosos premios y habitual en la bibliografía de investigaciones, glosarios y artículos, cumple este mes 15 años y, para conmemorarlo, su equipo ha organizado una mesa redonda que tendrá lugar mañana, 29 de septiembre, a las 19:30 horas, en el Colegio de Médicos de Salamanca.
Quienes forman parte del proyecto se distribuyen por buena parte de la geografía española, pero también por numerosos países europeos y latinoamericanos. Incluso por Estados Unidos. Pero el vínculo de Panace@ es especialmente estrecho con Salamanca, donde casualmente trabajan los dos directores que ha tenido la revista a lo largo de estos tres lustros: el primero, Fernando Navarro, uno de los traductores científicos más reconocidos del país, actualmente miembro del amplísimo consejo editorial de la revista; la segunda, Bertha Gutiérrez Rodilla, profesora del Departamento de Historia de la Ciencia de la Universidad de Salamanca y apasionada del lenguaje y de la comunicación. Con ella charlamos sobre la importancia de la divulgación, sobre el idioma, sobre la relación médico-paciente… También sobre el pasado, el presente y del futuro de Panace@ y su utilidad para médicos, traductores y otros grupos profesionales, temas que abordarán en el acto de mañana la propia Bertha Gutiérrez, junto con Laura Munoa Salvador, Juan Valentín Fernández de la Gala, Juan Manuel Igea Aznar, Goedele De Sterck y Francisco Bautista Becerro.
¿Por qué nació Panace@ y cómo fueron sus inicios?
La revista surgió en un foro sobre traducción que se llama MedTrad como la idea visionaria de cuatro o cinco personas que pensaron que podíamos hacer un boletín, sin aspiraciones de revista, tal y como es en la actualidad. De hecho, empezó así, como un boletín para informar de noticias para el colectivo, para quienes participaban en el foro, con algún glosario que les pudiera venir bien para traducir… Luego, poco a poco, se vio que tenía buena acogida, cada vez mejor, y fue adaptándose a los requisitos de las revistas académicas: los resúmenes en español y en inglés, las palabras clave, la revisión de los artículos por pares… Desde 2006 es publicada por TREMÉDICA (Asociación Internacional de Traductores y Redactores de Medicina y Ciencias Afines).
Y de una iniciativa humilde pasó a convertirse en una publicación de referencia en el ámbito de la traducción científica. ¿Qué diría que aporta Panacea@ para que sea eso, un referente?
Yo creo que ha sabido conjugar muy bien la teoría y la práctica. Entre las secciones de Panace@ hay una, sobre todo, que es fundamentalmente práctica, Traducción y Terminología y que incluye, sobre todo, glosarios, listados de siglas, recomendaciones sobre cómo traducir… Algo muy práctico para el día a día del traductor. Y son, además, contenidos fruto de la práctica de otros traductores que los ponen a disposición de quien los quiera, gratuitamente, lo que constituye una ayuda para cualquiera que se quiera dedicar a la traducción práctica. Pero luego existe una sección, Tribuna, que recoge artículos propiamente dichos, más académicos, reflexiones más teóricas sobre la traducción, la interpretación, el lenguaje, la medicina… Muchos de esos artículos los firman profesores de universidad. Es una visión un poco complementaria. Por un lado está la parte práctica y, por otro, el peso de los artículos teóricos. Aparte de las demás secciones, que aportan más cosas. Creo que ese equilibrio entre lo teórico y lo práctico viene bien a unos y a otros. Además, está el hecho de que te pones a buscar y, realmente, sobre traducción médica no hay nada. Puedes encontrar algo sobre traducción científica en general, pero para lo médico, específicamente, no hay nada. Y mucho menos en español, claro. Y esto, teniendo en cuenta que es un mundo muy amplio, porque no se trata solo de España, sino de toda Hispanoamérica… Así que Panace@ tiene lectores, sí.
¿Entonces su público es internacional?
Sí, es algo llamativo, porque actualmente el mayor aumento de visitas se está produciendo en China, algo sorprendente, teniendo en cuenta que publicamos, sobre todo, en castellano, aunque hay algunos artículos en inglés, francés o catalán. Pero de semestre en semestre vamos viendo cómo crecen los lectores en China, y en Estados Unidos también hay un incremento muy grande, y eso también te hace pensar… A mí siempre me preocupa la colonización del inglés y todo este mundo virtual; sin embargo, por otro lado te vas dando cuenta de que se van abriendo vías también para la cultura española -o hispana-, para la lengua. Vías inexplicables, inesperadas… Y dices: bueno, a lo mejor no está todo perdido.
De hecho, el español parece como el hermano pobre de la comunicación científica. ¿Cree que las iniciativas que están surgiendo para su refuerzo, como MEDES (Medicina en Español), están contribuyendo a que el idioma tenga más peso en la difusión del conocimiento científico?
Actualmente, el inglés es, sin ninguna duda, la lengua universal de la ciencia, y no hay vuelta de hoja. En los países hispanohablantes y, en concreto, en España, se ha pecado mucho de no proteger al español como, por ejemplo, se hizo en su momento en Francia, donde había una normativa que establecía que cualquier congreso que se celebrara en Francia se podía desarrollar en inglés pero, por supuesto, también en francés. Y lo mismo con las publicaciones. En España se han organizado -y se organizan- montones de congresos solo en inglés. Ha habido una dejadez muy importante en este sentido, y claro, ahora nos cuesta mucho más poner en marcha iniciativas que puedan tener éxito, porque los científicos han pensado que tienen que hablar en inglés, publicar en inglés… Sin embargo, el dinero para los proyectos de investigación sale de lo que contribuimos todos, y el ciudadano puede decir: “Oiga, que yo le estoy pagando a usted su proyecto; escríbalo en inglés todas las veces que quiera, pero dígame en español qué está haciendo, qué está consiguiendo, porque tengo derecho a saber qué está haciendo con mi dinero”. Debería haber un control más serio de la sociedad en este sentido.
¿Cree que esto puede contribuir de alguna forma al desconocimiento de la ciencia que existe entre la población?
Claro, porque el conocimiento no revierte; lo está subvencionando la población con sus impuestos, pero no se produce una comunicación fluida sobre lo que se está haciendo. Existen iniciativas, pero son muy aisladas, pequeñas. Por eso son tan importantes proyectos como MEDES, desde donde se apuesta en serio por la publicación en español, se da un premio a la mejor publicación en español -que, por cierto, obtuvo Panace@ en su día-… Yo creo que es importante no olvidarnos de que el español no se habla solo en España. Hay muchos más hispanohablantes fuera de España, y tenemos que unirnos. Con Argentina, con Chile, con Colombia, con Cuba… que, además, son centros importantes de investigación científica. Hay que buscar lazos, puentes, y una plataforma que nos una un poco a todos.
¿Puede ser éste otro de los ingredientes del éxito de Panace@?
Sí, claro, porque como es de acceso abierto, se lee en toda Hispanoamérica. Y en Europa también.
Sorprende el enorme interés que existe en la clase médica por la traducción, el lenguaje, el uso de las palabras…
Yo creo que la figura del médico humanista del siglo XVI, interesado por las letras, es algo clásico. Aunque se ha perdido mucho, porque evidentemente ahora no podemos soñar con ese tipo de médicos, sí hay siempre un grupo de profesionales con gusto por las letras. Incluso hay médicos novelistas, quizás más que en otras profesiones. Es como si el ser humano, que es el objeto de estudio de la medicina, en cuanto a físico, a cuerpo, también fuera objeto de atención por el otro lado.
¿Como una forma de trascender lo físico?
Exacto. Existe, sí, una preocupación por el lenguaje, por cómo se dicen las cosas… Luego hay otros a quienes esto no les interesa, pero yo, por ejemplo, imparto una asignatura optativa para alumnos de quinto curso de Medicina que se llama Lenguaje biosanitario, que empezó el año pasado, y yo creía que se iban a matricular cinco o diez. Pues tengo 75. Dices: “No me lo puedo creer, pero si hay otras optativas aparentemente más atractivas…”. Pues allí están. Me han preguntado en la Facultad si quiero cerrar el número, pero no; como si quieren venir todos. Si logramos, además, que se interesen por algo tan importante como el lenguaje en la comunicación médico-paciente… Y mucho más allá de traductores, Panace@ tiene lectores en médicos a los que les gusta leer cosas de traducción médica y de lenguaje.
Y teniendo en cuenta que el médico está en una posición privilegiada, ¿cree que luego, en la práctica, cuida lo suficiente el lenguaje para conseguir que el paciente lo entienda?
Yo creo que, en general, no. De hecho, cuando voy al médico no me gusta decir que yo también lo soy, y tanto por mi propia experiencia como por lo que ves y preguntas, en general, creo que no. Yo, desde luego, intento transmitírselo a mis alumnos, hacemos talleres y yo creo que ellos sí tienen esa inquietud. Pero claro, luego entras en la práctica y la rapidez con la que hay que atender la consulta…
Sin embargo, mejorar eso reduciría la barreras que dificultan esa relación médico-paciente tan reiterada…
Sin duda, mejoraría esa relación médico-paciente ideal, la que nos gustaría a todos. Vengo ahora de decirlo en una clase de Historia de la Medicina, de decir que es fundamental que el paciente confíe en el médico para que se produzca el proceso de curación. A veces con las pastillas no basta si no tienes su confianza, su respeto.
Y para confiar hay que entender…
Claro, evidentemente. Porque si tú me dices: “Tiene usted una cinetosis”, yo puedo pensar: “¿Qué? ¿Me muero ya?”. ¿Por qué no dices que tiene un mareo? Di cinetosis a tu colega, pero para la persona normal y corriente utiliza la palabra del lenguaje común.
¿Pero esas cosas se tienen en cuenta en la facultad, que es donde se forma a los futuros médicos? ¿Ese tipo de contenido forma parte de las materias que se enseñan?
En concreto aquí, en la Facultad de Medicina de Salamanca, solo forma parte de las asignaturas que imparto yo. En general, no. Aunque luego las autoridades académicas están preocupadas por este asunto, por el hecho de que los alumnos acaban y no tienen soltura para comunicarse. Mi respuesta es que la solución es bien fácil: con tantos rotatorios que hacen de tantas cosas, tendrían que hacer también un rotatorio, o como lo quieras llamar, con prácticas sobre este ámbito.
¿Qué importancia tienen estas destrezas comunicativas en un momento de tanto auge tecnológico en el ejercicio de la medicina?
En un par de conferencias que he dado últimamente he insistido: “Si no os ponéis las pilas en este sentido, el ordenador os comerá, porque llegará un momento en el que tú le dirás: dolor tal, sudoración, fiebre… y te saldrá el diagnóstico y el tratamiento”. Entonces, ¿para qué voy a ir yo a ver al médico? Como no me dé un plus que tenga que ver con esa confianza, con ese “venga, hombre, anímese…”.
Algo que los pacientes valoran muchísimo…
¿Cómo? ¡Es que es lo más importante! ¿Que me mandas la pastilla? Vale. Pero yo necesito que me escuches, que hables conmigo, que me comprendas, y eso es lo que el ordenador no puede hacer. Luego nos quejamos, por ejemplo, del auge de las medicinas alternativas y de los curanderos, pero es que ellos sí saben hacer esa parte; la hacen muy bien, porque te escuchan, y el enfermo lo primero que necesita es que le escuchen; luego ya viene la pastilla. En todas las medicinas alternativas esto es fundamental. Luego se dice que el auge de las medicinas alternativas es por las creencias de la gente. No, no, es porque le escuchan; escuche usted, y ya verá como no hay tanto auge. Si no lo haces tú, vendrá otro y lo hará. Porque el ordenador es lo único que no puede hacer, gracias a Dios.
Ha recordado antes cómo surgió Panace@ y cómo evolucionó hasta convertirse en una publicación de referencia en el campo de la traducción médica y científica. ¿Hacia dónde dirige sus pasos?
Yo creo que la revista ha llegado a un nivel de consolidación que se debe mantener, lo mismo que ese equilibrio entre teoría y práctica. Por otro lado, ahora estamos en una situación en la que para conseguir proyectos de investigación, sexenios de investigación, acreditaciones, etc., tus publicaciones tienen que estar en revistas que cumplan con determinados requisitos. Claro, los autores no mandan artículos a revistas que no los cumplan, porque eso no les va a servir para nada, por muy bueno que sea el trabajo. Por eso, ya hace seis o siete años, Panace@ inició la vía de intentar figurar en determinadas bases de datos internacionales, en plataformas que se tienen en cuenta por las agencias nacionales de acreditación y demás, y por esa vía tenemos que seguir caminando. Exigen cumplir un montón de requisitos, pero yo creo que es fundamental, que ese es el camino, porque si no los autores van a buscar otras plataformas para que su artículo, además de ser bueno, tenga el reconocimiento que buscan. Son las reglas del juego, no te puedes quedar fuera. Y Panace@ tiene que seguir poco a poco mejorando en eso para ir cumpliendo con esas especificaciones. Y luego, mantener ese equilibrio entre la práctica y la teoría y también su aspecto. Es una revista muy visual por las ilustraciones, por la maquetación que tiene… Es muy bonita.
La revista es de periodicidad semestral, con un número en junio y otro que se publica en diciembre y que es monográfico. El próximo se centrará en el Periodismo científico y biosanitario. ¿Diría que esta especialidad del periodismo goza de buena salud en España?
Yo creo que la salud de la que goza es regular, que ha habido mejores tiempos, con buenas iniciativas, pero que actualmente está un poco… Considero que actualmente estamos en una especie de círculo vicioso: existen tecnologías de todo tipo, y yo creo que las redes sociales se están comiendo, en parte, al periodismo científico, sobre todo el de calidad. Porque esa transmisión de noticias por Twiter o por no sé dónde permite comunicar cualquier cosa, con lo que se consigue una difusión muy grande, sí, pero que se está comiendo al periódico, a la revista especializada. Me da la impresión de que las nuevas generaciones están en otra onda, y sus sistemas de conocimiento y de acceder a los contenidos van por otra vía, y va a llegar un momento en que lo que nosotros hemos conocido, el libro, la revista, el periódico, van a desaparecer. Espero equivocarme. Creo que el tema del monográfico es importante, interesante y pertinente.
Pero los contenidos científicos y sanitarios tienen hueco en los medios generalistas…
Que no siempre entienden de qué están hablando, y te encuentras cosas increíbles, alucinantes. Pero también entiendes que el periodista es periodista y ya bastante tiene con estar a eso, a la guerra de Siria y a otras cosas. En otros países no es así; hay países donde el periodismo y la divulgación científica son muy importantes, donde, además, los científicos están más concienciados con esa tarea, con esa parte que debería formar parte de la labor del investigador y del profesional: pasar consulta e investigar, pero también divulgar, en el sentido de transmitir el conocimiento a la sociedad con un lenguaje que todos puedan entender.
Sin embargo, los científicos y los profesionales del ámbito biosanitario a veces no confían demasiado en los periodistas…
Hay reticencias, desconfianza mutua, y el resultado es… regular. Y la que pierde siempre es la población.
Personalmente, ¿qué le supone liderar el proyecto de Panace@?
Pues es muy bonito. Lo asumí con cierto miedo, porque pensaba que no iba a poder con ello, pero luego he ido viendo que sí, y es muy bonito, porque vas conociendo a gente de muchos sitios, gente variopinta con ideas de lo más diferentes que propone temas, ideas, proyectos… También tiene sus momentos intensos, de mucho trabajo y noches sin dormir, porque yo tengo mi propio trabajo, que ya me lleva bastante tiempo. Pero es muy, muy bonito. Estoy más que satisfecha con lo que se ha conseguido hasta aquí, porque conseguir que salgan todos los números a tiempo y con la colaboración de tanta gente…
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