El 90% de los estudiantes de Medicina percibe mensajes negativos de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. Quienes más influyen en las percepciones que los estudiantes tienen son los médicos de familia en ejercicio, seguidos de los profesores y personal de la facultad y el médico de familia del alumno. De ellos se desprende negatividad hacia la especialidad, sobre todo, por parte de los profesores, clínicos y tutores, con referencias poco acordes con el desarrollo asistencial.
Así se desprende del análisis preliminar de la encuesta que la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), en colaboración con el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), está llevando a cabo para analizar en profundidad la percepción que tienen los alumnos de Medicina sobre la especialidad y, en particular, los factores que puedan estar vinculados a su poco prestigio. Esto queda patente cada año en la oferta MIR, donde a pesar de ser la especialidad con más plazas, no es la primera opción de los aspirantes con mejor número.
Los resultados iniciales de este sondeo, que todavía está en curso, han sido dados a conocer hoy en Valencia dentro del XXV Congreso Nacional de Medicina General y de Familia de la mano de la vicepresidenta de la SEMG e impulsora del mismo, la doctora Pilar Rodríguez Ledo, quien ha estado acompañada por el presidente de CEEM, Alejandro Iñarra. “Es preocupante que el 90% de los estudiantes de Medicina perciba mensajes negativos de la especialidad”, ha señalado Rodríguez Ledo en referencia a las conclusiones de la primera oleada de encuestas.
Para hacer frente a esas malas referencias por su desconocimiento que vienen por parte de los propios profesores y tutores, Rodríguez Ledo cree que es muy importante que la Medicina de Familia forme parte del personal de la facultad “en igualdad de condiciones que el resto de especialidades”.
“El desarrollo personal y oportunidades de aprendizaje, la variedad en el trabajo y el estímulo intelectual son los factores más importantes para elegir una futura especialidad, y éstas no parecen características alejadas de la Medicina de Familia”, según la vicepresidenta de SEMG.
Visión deformada de la Medicina
Por su parte, el presidente de CEEM ha querido señalar, como causa, la falta de inmersión de la especialidad de Medicina de Familia en la universidad, tanto a nivel docente como de prácticas. “El estar en una consulta de Atención Primaria es lo que más cambia la percepción del estudiante, y eso es precisamente lo que más falta en la universidad”.
El representante de los estudiantes ha criticado que la mayor parte de las prácticas se hagan en el entorno hospitalario, lo que lleva a una “visión deformada” de la Medicina, que “no se ajusta a las necesidades sociales y sanitarias”. Iñarra cree que la Medicina de Familia es el “entorno idóneo” para la formación del médico, al englobar distintos conocimientos y patologías más prevalentes, y tener mayor comunicación con el paciente.
En este primer análisis se han detectado como conceptos “escasamente asociados” a la Medicina de Familia el mayor estatus profesional, buen sueldo, trabajo en equipo o oportunidades para la investigación. Por el contrario, sí que se asocian a la especialidad conceptos como importancia de la relación médico-paciente, elevada carga de trabajo, poco tiempo por cita, malas condiciones laborales y poco prestigio, entre otros.
Así mismo, la situación de futuro no se ve fácil: los estudiantes creen que otras especialidades trabajarán en entornos comunitarios y que los médicos de familia lo harán en puestos multifuncionales, todo ello, ligado a que los pacientes usarán más los entornos hospitalarios, según se desprende del sondeo.
Resultados similares en Reino Unido
A falta de conclusiones más definitivas, la encuesta está teniendo resultados similares al estudio realizado en el Reino Unido y publicado en la revista British Medical Journal, el cual demostró que los comentarios de los médicos de hospital y profesores de grado contribuían a que los alumnos tuvieran una visión negativa de la Atención Primaria en general. Aunque existen estudios en España al respecto, el sondeo de la SEMG y CEEM es el primero que se realiza a nivel nacional con el objetivo de concretar medidas con la que contrarrestar esa percepción.
Insomnio
El XXV Congreso de Medicina General y de Familia también ha querido prestar atención a los trastornos del sueño, por estar muy frecuentes a diario en las consultas de Atención Primaria, de la mano del doctor Fernando Gonçalves, responsable de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
El insomnio afecta a entre un 15 y un 35% de la población adulta y, de ellos, un 10% de los afectados sufre de insomnio crónico y más del 50% insomnio transitorio ocasional. Sin embargo, tan sólo el 5% de los casos acuden a su médico y, del resto, más del 20 por ciento de los afectados se automedica, con los riesgos para la salud que tal actitud implica. Lo pacientes que acuden a su médico ya lo hacen cuando han fracasado individualmente en su intento de corregir el insomnio.
Precisamente, en las consultas de Medicina de Familia son frecuentes los pacientes que acuden tras haber intentado corregir la falta de sueño con distintas sustancias y psicofármacos que toman por recomendación de familiares y conocidos, los cuales, sin un estudio previo de su trastorno, pueden llegar a tener graves efectos secundarios y, lo que es peor, cronificar el trastorno del sueño.
Partiendo de la base de que dormir es imprescindible para vivir, según el experto, “vivimos en una sociedad que ha transformado los patrones del sueño”. “La manera de dormir no es la adecuada”, entre otros motivos, porque los husos horarios vigentes en España no están ajustados al ritmo del tiempo atmosférico. Así mismo, no se tiene una adecuada “higiene del sueño”, que se ve completamente afectada, por ejemplo, con televisiones en los dormitorios, durmiendo al lado del smartphone en la mesita, sin apagar y recibiendo avisos, o con la calefacción a 26 grados, cuando la temperatura ideal del dormitorio sería entre 16 y 18 grados. Además de los ambientales, también entran en juego los hábitos inadecuados y los factores de consumo: “si consumimos alcohol, tabaco o chocolate, nos será más difícil conciliar el sueño”.
Tratar solo si afecta a la vida diaria
En la ponencia del congreso titulada Doctor, qué suplicio de noches: no duermo más de 4 horas, el responsable de Salud Mental de la SEMG quiso dejar claro que “los trastornos del sueño sólo deben ser tratados cuando existe una repercusión en la vida diaria del paciente despierto”. Y es que la percepción de que se duerme poco es muy subjetiva: “el insomnio es una queja, no una enfermedad”. Puede haber pacientes que durmiendo pocas horas estén perfectamente válidos al día siguiente y otros que necesiten más tiempo.
çEsto depende mucho, entre otros factores, de la edad, según el experto. “A mayor edad, hay un acortamiento del ritmo circadiano endógeno, que produce acostares más tempranos y despertares más precoces”, así como mayor número de despertares nocturnos, y un sueño más fragmentado y ligero, tal y como le ocurre al paciente anciano, en el que también influyen la mayor presencia a esas edades de trastornos médicos y o psiquiátricos, por los cambios estructurales a ivel del sistema nervioso central.
Tal y como se ha informado durante el congreso, una vez diagnosticado el trastorno del sueño, y comprobado cómo y cuánto afecta al funcionalismo diario del paciente, su tratamiento pasa, en primer lugar, por una intervención no farmacológica, consistente en medidas de educación para la salud y la mejora de la higiene del sueño, tanto de ambiente, de hábitos y de consumos.
Si éstas fallan, el siguiente paso sería la intervención farmacoterapéutica y, posteriormente, otros tratamientos más complejos como, por ejemplo, las terapias psicoanalíticas o conductual. Existe un “arsenal farmacoterapéutico” para hacer frente a los trastornos del sueño, pero hay que tener cuidado porque, mal empleados, un tercio de los pacientes pueden “quedar enganchados”.
Otros trastornos del sueño
Además del insomnio, el doctor Gonçalves también enumeró ante los congresistas asistentes otros trastornos del sueño como el síndrome de apneas e hipoapneas del sueño (SAOS), cuadro en el que, si no se toman las medidas adecuadas, puede desencadenar graves consecuencias, incluso a nivel cardiovascular. También está el síndrome de piernas inquietas, que afecta a entre un 5 y un 10 por ciento de la población general y al 15-20% de las personas mayores de 65 años. Es un trastorno “infradiagnosticado e infratratado”, a pesar de que es una de las causas más frecuentes de insomnio crónico (50%) y de que tiene un tratamiento eficaz.
En las consultas de Atención Primaria “son frecuentes casos de mujeres mayores de 60 años que acuden porque no pueden dormir y que piensan que se debe a que le está apareciendo un trastorno psiquiátrico”.
El síndrome de piernas inquietas es un problema que empieza en la infancia y que se acarrea durante décadas, empeorando con el estrés y por la noche, porque el paciente siente “ansiedad anticipada antes de irse a la cama”. Este problema, según el experto, no necesita de grandes pruebas para ser detectado, tan solo una buena anamnesis y escuchar al paciente.
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