El asma es la enfermedad crónica más frecuente entre la población infantil en España. Aunque la mayoría de los pacientes presentan un buen control, “existe un grupo de niños que, a pesar de recibir un tratamiento adecuado, no son capaces de alcanzar un control correcto”. Son los casos considerados como asma grave infantil o pediátrico, cuya prevalencia se sitúa entre el 2 y el 5% de los menores asmáticos en nuestro país.
Así lo ha explicado el doctor Francisco Javier Ruiz Hornillos, alergólogo del Hospital Universitario Infanta Elena de Madrid, durante su intervención en el 33º Congreso de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), celebrado estos días en Zaragoza.
Los alérgenos constituyen una de las causas de mal control del asma, por lo que es aconsejable realizar un estudio alergológico adecuado en todos los niños con esta enfermedad. “En función de la zona o del ambiente, los alérgenos más frecuentemente implicados pueden ser los pólenes, los ácaros del polvo, los hongos de la humedad o los epitelios de los animales”, explica este experto. Una vez realizado el diagnóstico, se recomendarán medidas de desalergenización acordes a cada uno, y solo en los pacientes que estén controlados “se podrá instaurar un tratamiento con inmunoterapia”, matiza el Dr. Ruiz Hornillos.
En este sentido, el especialista pone de manifiesto la existencia de comorbilidades que pueden afectar al asma grave infantil y que podrían ser potencialmente tratables, aunque de forma parcial en algunos casos. “La rinitis alérgica, la rinosinusitis crónica, la obesidad, la obstrucción laríngea inducible, el síndrome de apnea obstructiva del sueño, el reflujo gastroesofágico, el déficit de vitamina D o la alergia alimentaria son solo algunas de ellas”, expone.
Los expertos coinciden en destacar que se debe enseñar a los niños asmáticos a detectar por ellos mismos el inicio de las crisis. “Si se les entrena en este reconocimiento, lo van a realizar antes de que los síntomas sean tan evidentes que ya los perciben los padres y mucho antes de que acudan a un médico para instaurarles el tratamiento”, asegura el Dr. Ruiz Hornillos. De este modo, si se logra tratar las crisis de forma precoz, se conseguirá un mejor control de la enfermedad y los menores podrán realizar todas las actividades propias de su edad, entre ellas el deporte, que reporta numerosos beneficios para la salud de estos pacientes.
“Para que estos niños puedan practicar deporte han de estar controlados, y la actividad deportiva tiene que adecuarse a su grado de asma. Además, se debe tener en cuenta que los esfuerzos intermitentes son mejor tolerados que los esfuerzos intensos prolongados”, apunta el especialista. Es importante recordar también que deben parar siempre que comiencen con síntomas y tener accesibles sus inhaladores.
Hasta el 8% de los niños no reciben el tratamiento de manera correcta
Según un estudio realizado en el Hospital Universitario Infanta Elena, el 7,7% de los niños con asma no reciben correctamente el tratamiento, en relación con el dispositivo adecuado o una técnica correcta de utilización. Actualmente, existe un arsenal terapéutico importante para conseguir un buen control del asma grave en el niño. “Sin embargo, su correcta utilización y posterior éxito depende de una buena educación sanitaria para intentar conseguir una óptima adherencia a los tratamientos”, explica el Dr. Ruiz Hornillos.
Este último aspecto es muy importante, “ya que es frecuente que algunos padres, por miedo a los efectos secundarios o por desconocimiento sobre la evolución de la enfermedad, no sigan el tratamiento recomendado todos los días”. En este punto, continúa el experto, “la educación sanitaria va a ser fundamental”, ya que la falta de adherencia se asocia a un mayor riesgo de exacerbaciones graves en niños, hospitalizaciones, visitas a urgencias y uso de corticoides orales.
El tratamiento de los niños con asma grave se realiza de forma escalonada; en primer lugar, es importante reforzar la terapia con corticoides inhalados y broncodilatadores, utilizando los inhaladores más adecuados a cada niño y comprobando que son capaces de emplearlos. En los menores que, tras superar esta fase, siguen sin presentar un adecuado control de la enfermedad, una opción es la terapia biológica, para la que es necesario acudir a unidades especializadas en el tratamiento del asma grave infantil.
Otras alergias graves en la infancia
FPIES y su diagnóstico precoz
El síndrome de enterocolitis inducido por proteínas de la dieta, más conocido por su acrónimo en inglés, FPIES (Food protein-induced enterococolitis syndrome), es una alergia alimentaria no mediada por IgE que típicamente se manifiesta con síntomas gastrointestinales que aparecen varias horas después de la ingesta del alimento causal. “Los síntomas más característicos de esta enfermedad son los vómitos repetidos y prolongados en el tiempo que aparecen entre media hora y cuatro horas tras la ingesta del alimento. Los vómitos pueden acompañarse de palidez, letargia o decaimiento, y también puede aparecer diarrea acuosa, que es más tardía (entre 5-10 horas), que puede acompañarse o no de sangre y moco”, explica la Dra. Sonsoles Infante Herrero, alergóloga del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid.
El diagnóstico es clínico, y en la mayoría de los casos suele hacerse con retraso, ya que los síntomas “no parecen de alergia y resultan más similares a una gastroenteritis, enfermedad más frecuente en la infancia”. También puede influir en el diagnóstico “que algunos de los alimentos implicados, como el arroz, no son considerados alergénicos”, explica esta especialista, quien indica que los datos epidemiológicos referentes a esta enfermedad “son escasos y variables”. Se estima que su incidencia en España puede rondar el 0,7%.
Cualquier alimento puede potencialmente producir FPIES; de forma global, los más frecuentemente implicados son las proteínas de leche de vaca, la soja, el arroz, la avena y el huevo. “Sin embargo, existen diferencias geográficas que hacen que distintos alimentos sean más prevalentes en determinadas poblaciones; de hecho, en nuestro país, el que con más frecuencia produce FPIES es el pescado”, matiza la doctora Infante Herrero. El tratamiento se basa en dos pilares, que son el manejo dietético, es decir, la retirada del alimento causal de la dieta, y el tratamiento farmacológico de la reacción aguda.
Anafilaxia, la importancia de actuar con determinación
La anafilaxia es una reacción alérgica grave “cuyos síntomas son la aparición de ronchas en la piel, hinchazón, náuseas, vómitos, tos, dificultad para respirar, mareo, desvanecimiento, etc., síntomas que pueden ser potencialmente mortales”, explica la doctora Silvia Sánchez García, alergóloga del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid.
En caso de saberse que la persona es alérgica, este tipo de ataques suelen estar precedidos de la exposición al agente causal. “La manera de prevenir estos episodios es evitar el contacto directo entre la persona alérgica y el agente alérgeno”, asegura.
Lo primero que hay que hacer ante estos casos es aplicar el autoinyector de adrenalina que siempre debe llevar consigo el paciente. Después, llamar a los servicios de urgencias de forma inmediata, indicando con claridad el lugar donde se encuentra la persona y mencionar que está sufriendo una anafilaxia.
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