¿Cómo va el proyecto de crear una Unidad de Diagnóstico Avanzado de Enfermedades Raras?
Hubo una iniciativa que planteaba esta cuestión, y nosotros lo que proponíamos -y creo que al final se ha aprobado en esos términos- es la necesidad de hacer un Programa de Diagnóstico Precoz de las Enfermedades Raras (ER) que incluyera una Unidad de Diagnóstico Avanzado. En la propuesta inicial yo veía un pequeño riesgo. Si se limitaba a la creación de una unidad se trasladaba la impresión de que iba a realizarse en el hospital de Salamanca y los pacientes iban a ser derivados a este centro para su diagnóstico, y no es exactamente eso lo que se pretende. Precisamente por las características de las enfermedades raras, tan importante como esa unidad es que todos los servicios de Pediatría de todos los hospitales y, en parte, la Atención Primaria, mejoren el conocimiento, el entrenamiento y la cualificación en la identificación de ER, con el apoyo de la Unidad de Diagnóstico Avanzado.
¿Que sería la unidad de referencia?
Eso es. Fundamentalmente, desde el punto de vista del diagnóstico, en algunas pruebas genéticas, moleculares y de otro tipo. Pero la clave está en que, en el caso de las personas con enfermedades raras de León, por ejemplo, sus pediatras, sus médicos estén entrenados y sensibilizados y piensen en esas posibilidades, porque si no seguiría habiendo demasiada distancia entre los primeros síntomas y el diagnóstico. Para acortar eso, necesitamos las dos cosas, un programa que mejore todas estas cuestiones a nivel autonómico y un centro de respaldo, de diagnóstico avanzado, en cuyo proyecto se está trabajando ya en Salamanca, y está bastante avanzado.
¿Qué ha ocurrido con las Unidades de Gestión Clínica (UGC), cuya puesta en marcha sigue en el aire?
Ha habido dos cuestiones que han influido sobre esto; primero, el hecho de que el pasado año el Ministerio elaboró un proyecto de decreto para regular la gestión clínica para el conjunto del SNS, y fuimos un poco prudentes hasta ver cómo evolucionaba. El contenido no entraba en contradicción con nuestro decreto, pero ahora que parece que ese trámite no ha continuado, al menos provisionalmente, ya nos sentimos liberados de esa interferencia, entre comillas. En segundo lugar, el proceso electoral en diciembre pasado también hacía recomendable no introducir el tema en el debate, de igual manera que el diálogo social se interrumpe, para no vincular las negociaciones a esos debates. Pero siguen vivos 15 proyectos a los que ya hemos dado algún trámite interno y que, sin que tengamos una fecha concreta, pronto eclosionarán. Lo importante no es tanto la autorización de un equipo como Unidad de Gestión Clínica como el cambio que pretende operarse con ello. Es decir, nosotros hemos trasladado a las Gerencias de los hospitales y de Atención Primaria que ese estilo de acuerdo con las unidades, con los servicios, con los equipos, con independencia de que quieran o no ser UGC, hay que tenerlo. Que esto debe afectar a toda la organización sanitaria, y que a quien quiera tener más autonomía y proponga alcanzar unos objetivos se le faciliten las dos cosas: conseguir los objetivos y funcionar con más autonomía, sean o no UGC. Esto debe ser algo amplio, y lo que pretenden el decreto y esas unidades es dar un empujón inicial, pero intentando arrastrar a toda la organización.
Hablando ya de la Atención Primaria… Colegios de médicos y sociedades científicas han advertido de que Castilla y León se queda sin médicos de Familia y pediatras suficientes para responder a la avalancha de jubilaciones que se avecina. ¿De qué forma prevé la Consejería de Sanidad hacer frente a este problema?
Primero, nosotros hemos reactivado las oposiciones y el concurso de traslados, llevando al límite las tasas de reposición y priorizando aquellas categorías, por ejemplo, la de médicos de Familia, que nos pueden facilitar nuevas incorporaciones. En segundo lugar, este es un problema de equilibrio entre oferta y demanda de médicos. Tal vez algunos de los puestos que ofrecemos en Castilla y León no son tan atractivos como otros, por ejemplo en la zona rural, con su complejidad desde el punto de vista de la tipología del paciente, los desplazamientos… Estamos intentado terminar un análisis sobre cómo incentivar la ocupación de puestos de difícil cobertura, especialmente en zonas más alejadas, pero esto es difícil, porque no siempre es suficiente con un incentivo económico. Estamos trabajando. Hay otro aspecto, que es el de la auto-organización de los equipos. Yo creo que con el nivel que tenemos en los equipos de Atención Primaria, si se auto-organizan podemos tener mayor capacidad de atender, más que con una organización estándar y homogénea a todos. Seguramente eso supone un pacto con los propios pacientes en algunas zonas rurales de muy baja densidad.
¿En qué sentido?
Hace poco me decía el médico de un núcleo rural de 20 habitantes que había suspendido las consultas, porque en las dos ocasiones anteriores que fue no había pacientes. Tenía programado ir cada 15 días. Ese consultorio tenía 20 habitantes, y le dije que mejor acordara las visitas con sus pacientes, que les explique: “Mire, el próximo jueves no vengo, pero si hay alguna necesidad, me llama y me acerco”. Tenemos una organización tan descentralizada, con tantos consultorios locales, que también necesitamos alternativas de ese tipo que mantengan la accesibilidad de las zonas rurales a la asistencia, pero que supongan mejorar la capacidad organizativa que tenemos. En Castilla y León tenemos más de 20 consultorios locales activos con 0 tarjetas sanitarias, además de otros 289 en núcleos de población de entre una y diez tarjetas sanitarias. Lo de 0 tarjetas quiere decir que en verano vendrá alguien; los que tienen de una a diez forman parte del trabajo de nuestros profesionales. Programarlo de alguna manera un poco distinta también es importante desde el punto de vista de la mejora de la Primaria, de su funcionamiento, de la previsión de jubilaciones, etc.
¿Tiene esto algo que ver con el Plan de Mejora de la Atención Primaria y los cambios organizativos que avanzó en la Comisión de Sanidad de las Cortes al inicio de la legislatura?
En una parte sí. Lo que pasa es que esto es algo que tienen que hacer los equipos, no puede haber una norma general, porque esto no ocurre e los equipos urbanos, ni siquiera en los rurales con núcleos grandes. Se trata de facilitar la auto-organización. Cuando hablábamos de eso también estabamos hablando de la gestión del propio equipo, de las acumulaciones, que es el principal problema que nos han planteado algunas organizaciones, y en ello estamos. Cuando se planteó el aumento de la jornada, se vinculó a las acumulaciones; en núcleos pequeños, no tenía sentido pasar consulta por la tarde por el hecho de que se hubiera ampliado la jornada. El planteamiento fue: utilice esto para, en caso necesario, acumular algunas consultas de otros compañeros. ¿Qué ocurre? Que seguramente por la tradición o por el tipo de trabajo eso también se ha olvidado, y cuando algún médico se queja de que algunos días termina a las 4 la consulta, hay que recordar que para eso estaba la ampliación de jornada, y si hay que terminar más tarde…
Pero es que eso no se hace en los núcleos rurales, sino también en los urbanos, que tienen mucha más demanda asistencial…
Eso es precisamente lo que estamos estudiando; no puede tener el mismo tratamiento el equipo rural que el urbano. También le afecta al urbano este tema de la ampliación de la jornada, lo que ocurre es que hay dimensionarlo bien para que no suponga una sobrecarga. Aquí nos dificulta un poco el tema de los cupos; a diferencia de los equipos hospitalarios, que no tienen una asignación de cupos y, por lo tanto, cuando hay un profesional menos -porque está de baja o de descanso-, se asume entre el resto. Aquí la dificultad es que, al existir cupos, parece que tengo que acumular a alguien el cupo entero, pero cuando falta uno se podrá dividir entre los seis profesionales restantes del equipo, y en teoría no supone una sobrecarga. Estas son las cuestiones que tienen que plantearse en un cambio de la organización y el funcionamiento de los equipos.
Aunque Castilla y León ha sido de las últimas en implantarla, por fin vamos disponiendo de la receta electrónica. ¿El proyecto va cumpliendo los plazos previstos?
Va un poco más adelantado, porque de una manera prudente habíamos planteado que la implantación estuviera finalizada en el año 2016, y previsiblemente lo estará este verano. Siempre quedarán algunos flecos de dificultades de acceso en algunos consultorios, no tanto por problemas del sistema, sino por el acceso a banda, y siempre es un sistema que inicialmente no da respuesta a todos los pacientes, porque si usted no ha ido al médico últimamente, no ha podido utilizar el sistema de tarjeta de receta electrónica, con lo cual el círculo se completa, entre comillas, cuando todos pasamos por consulta.
¿Y qué hay de la historia clínica digital y compartida entre Primaria y Especializada? Nos decía hace dos años que desde el punto de vista asistencial esto le parecía mucho más importante, incluso, que la receta electrónica…
La situación también es heterogénea. Hay áreas de salud que ya comparten la mayor parte de la información, y hay otras en las que se está implantando ahora la historia digital, el modelo que en los hospitales llamamos Jimena 4. Creo que ya están en todos los servicios de Urgencias y comienza a aplicarse progresivamente en los hospitales en consultas externas. Por otra parte, hay algunas cuestiones que también han facilitado esto; por ejemplo, el acceso a las imágenes ya forma parte de un Anillo Radiológico, que es importantísimo, y no lo hemos destacado mucho, pero cualquier profesional, desde cualquier lugar, puede acceder a las imágenes de cualquier paciente atendido en Castilla y León. Creo que fuimos la primera Comunidad Autónoma en incorporar Primaria. Ahora Andalucía está intentando incorporar a Primaria, porque normalmente las comunidades lo que tienen conectado son los servicios de Radiodiagnóstico y algunos otros más, y nosotros lo construimos con acceso desde todos los servicios hospitalarios y desde todos los equipos de Primaria. Ahora estamos trabajando en un Anillo de Anatomía Patológica, en algunas conexiones en Hemoterapia… vamos avanzando en ese sentido y, a la vez, implantando Jimena 4. Creo que ya está en todas las Urgencias, no sé si al 100%, y comienza a extenderse a consultas externas.
¿El Anillo de Anatomía Patológica permitirá también que todos los médicos puedan acceder a los resultados desde su consulta?
Inicialmente ha sido un sistema de información homogéneo, de todos los servicios de Anatomía Patológica, y poco a poco está incorporando digitalización de imágenes. Este proyecto seguramente será más útil en el ámbito hospitalario que en Atención Primaria.
Con los recortes se paralizaron proyectos ya iniciados, como la construcción de los centros de salud de El Zurguén y Prosperidad en Salamanca. El gerente de Atención Primaria nos decía que no están olvidados en un cajón. ¿Alguna previsión de retomarlos?
Siguen ahí, en esa previsión, pero nosotros nos habíamos comprometido en la legislatura a la construcción de diez centros de salud y a la ampliación o remodelación de otros diez. En principio, en este año no han entrado en la dotación presupuestaria, pero vamos a ver cómo evolucionan en los presupuestos. A ver si don Cristóbal Montoro nos permite… Este año todavía es más difícil establecer esos compromisos, porque en ese escenario en el que se nos ha advertido de que tenemos que reducir el presupuesto en no sé cuánto, después en algo menos… En ese contexto, vamos a ir poco a poco y tomando las decisiones que garanticemos que vayan a tener continuidad. En Salamanca, inicialmente está el de Calzada de Valdunciel, y después iremos viendo.
En algunos periodos conseguir una cita en los centros de salud supone esperar hasta una semana. ¿Qué soluciones plantea la Consejería para responder a estas demoras?
Esas cifras son puntuales y localizadas. Y aunque no forma parte exactamente de PERYCLES, sí que nos hemos planteado también actuaciones en Primaria, intentando generar un compromiso por parte de las Gerencias de que, con carácter general, en 48 horas, como máximo, tengan cita todos los pacientes. En épocas muy concretas tal vez se pueda superar; en esos casos nos hemos planteado un plan de contingencias. Lo hemos ensayado este año en la época de gripe, aunque ha sido más liviana, monitorizando la presión de las consultas en Primaria, de las Urgencias de Primaria, las del hospital, la ocupación de camas y si se ha producido alguna suspensión de intervenciones quirúrgicas. En principio, eso lo aplicaríamos a todas las temporadas de gripe y asociados, que es cuando se pueden producir esas demoras en Primaria, fundamentalmente. Monitorizándolas -analizamos esos datos semanalmente-, en el caso de Atención Especializada se autorizó que tres hospitales contrataran personal, bien para Urgencias o para unidades que se reabrían por mayor ocupación. Y analizaríamos bien las necesidades de sustituciones en Primaria, en su caso. El plan de reducción de demoras también prevé alguna actuación en ese sentido.
Una de las cuestiones que más preocupa actualmente al colectivo de Enfermería es el polémico decreto que regula la llamada prescripción enfermera. ¿Cómo se está abordando este conflicto desde la Consejería de Sanidad?
Lo que hemos planteado es, primero, que una vez aprobado el Real Decreto, no tiene efectos prácticos, porque no está desarrollada ni la acreditación ni la aprobación de los protocolos, por lo tanto, la situación no cambia, en términos generales, y el seguro de responsabilidad que tiene suscrito la Junta se mantiene en sus propios términos. Lo que hemos intentado trasladar es el mensaje de que, en la medida de los posible, esto no genere debates en los centros, ni entre los profesionales, que no se han producido en gran medida. Se trata más de un debate de las cúpulas, sobre todo, pero que corre el riesgo de transmitirse. Segundo, el Ministerio no puede ahora derogar el Real Decreto, ni casi desarrollarlo en algunos aspectos, porque está en funciones. Yo creo que, de manera prudente, en el último Consejo Interterritorial de Salud se decidió trasladar al Foro de las Profesiones el intento de consensuar lo que corresponda. Y a partir de ahí, vamos a ver si, una vez que se constituya el nuevo Gobierno, se pueden tomar decisiones. Yo creo que, en general, es un decreto que ha aportado muy poco y ha abierto mucho debate, por lo tanto, no ha tenido utilidad. Yo intentaría un mayor consenso entre organizaciones médicas y de Enfermería en lo que se pueda conseguir y, a partir de ahí, actuar en consecuencia.
En cuanto a la investigación, hace dos años reconocía que se habían producido recortes en el ámbito científico, sobre todo a nivel nacional, pero que se habían “salvado los muebles”. ¿Seguimos en esa idea de mera supervivencia o se vislumbra algún horizonte más favorable?
Seguramente yo lo decía con carácter general. Dos centros singulares, como son el IBSAL y el Centro del Cáncer, no han visto reducido sus aportaciones desde la Consejería de Sanidad en estos años. Creo que el ejemplo del IBSAL es muy significativo. Nosotros hemos mantenido e incluso incrementado los apoyos en estos últimos años, y el presupuesto del IBSAL se ha duplicado. ¿Qué quiere decir eso? Que la parte de captación de recursos competitivos es fundamental. En un entorno en el que a nivel nacional se han reducido los fondos de investigación, el IBSAL -al que nosotros le damos la base con recursos que, insisto, no se han reducido- ha conseguido de forma competitiva más financiación en programas nacionales y de la Unión Europea. Yo creo que ese es el camino. Supongo que si se consolida, no solo la recuperación económica, sino el pacto de presupuestos públicos esto tiene que mejorar, pero creo que el camino es ese. Fijemos un apoyo suficiente, pero luego los centros tienen que ser competitivos y captar recursos.
¿En qué punto se encuentran los proyectos de creación de las redes de Oncología (ONCOCyL) y Cardiología (CARDIOCyL)?
Esto es lento y tiene su complicación, porque como tenemos gente muy buena en Cardiología, Oncología y otras especialidades… Son profesionales que quieren hacer muchas cosas, y a veces querer hacer muchas cosas nuevas supone, más que cooperación, cierta competencia por hacer esta nueva prestación, esta nueva técnica… Estamos trabajando con ellos. En Cardiología, afortunadamente, las propias sociedades científicas tienen una idea muy aproximada a la nuestra de establecer una red regional, de no dispersar prestaciones, de concentrar algunos recursos que garanticen la calidad…. Y en Oncología ocurre algo parecido. Tenemos que dar un paso, que ya está sobre la mesa, en la transformación de los Comités de Tumores, para que puedan ser compartidos entre varios hospitales, en función del tipo de tumores y su frecuencia. No tiene sentido que todos los hospitales tengan todos los Comités de Tumores, y eso supone asociaciones entre hospitales pequeños y grandes. Hemos tenido grupos de trabajo con los oncólogos para tratar de homogeneizar el tipo de tratamiento en algunos procesos de cáncer, ahora tenemos un grupo con radioterapeutas y radiofísicos para avanzar en la indicación de la radioterapia… Hay avances, se van dando pasos, que a veces son difusos y que no son formales, pero suponen avanzar.
El pasado 1 abril se inició la vacunación frente a la varicela dentro del calendario infantil. ¿Qué balance haría de estas primeras semanas?
Todavía no tenemos datos, pero en general la experiencia es positiva. El programa está bien organizado en términos de suministros, de logística y de participación de Primaria, y yo creo que está funcionando bien.
¿Y cómo está evolucionando la vacunación de las embarazadas frente a la tosferina?
La respuesta ha sido muy buena. En el primer trimestre de 2016 se han vacunado 3.263 mujeres embarazadas a partir de la semana 28 de gestación, lo que supone una cobertura del 84,2%.
¿Cuándo se reanudará la administración de la dosis de recuerdo a los niños de 6 años, tras ser paralizada temporalmente a finales del año pasado?
Todavía no, porque se mantienen los problemas de suministro, no en Castilla y León, sino a nivel europeo. Lo que planteamos en su momento es que, por razones de mejor protección, era más adecuado utilizar las vacunas de las que disponíamos en embarazadas, para que transmitan la inmunidad a los recién nacidos, porque los niños de 6 años están vacunados y, en los casos en los que pudiera producirse, la sintomatología sería mucho más liviana. En cuanto recuperemos el suministro, reiniciaremos la vacunación de recuerdo.
La Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) echa en falta las vacunas del meningococo B y papiloma en niños. ¿En qué situación se encuentra el desabastecimiento de vacunas frente al meningococo B?
Existe el mismo problema que con la tosferina; al ser bacteriana, los tiempos de cultivo son mucho mayores, y en su momento hubo problemas de producción. Yo creo que siguen las listas de espera en las farmacia. Se planteó que el problema estaría resuelto hacia mediados de este año, pero no sé yo si será tan pronto.
¿Se ha planteado la Consejería iniciar la vacunación frente al papiloma en niños?
Nosotros lo hemos estudiado ya. El problema es que su generalización tiene un coste importante, y habría que analizarla. Esto tendría que ser una decisión más unificada, no solo de la Comunidad. Hay que sopesar si los beneficios y el coste que tiene son razonables o si ese esfuerzo hay que dedicarlo a otras cosas. Nosotros hemos estudiado otra posibilidad, pero tiene sus complicaciones éticas, incluso. Como el mayor riesgo se plantea en niños con prácticas homosexuales, hemos estudiado la posibilidad de establecer un grupo de riesgo, y proceder a la vacunación en ese grupo. Pero la cuestión es muy difícil a esas edades. Para el conjunto de las niñas, se establece una edad, que es la que se estima anterior al inicio de las relaciones sexuales, pero claro, plantearnos un grupo de riesgo preguntando a los padres cuándo su hijo puede tener prácticas homosexuales… Tiene una gran complicación, pero yo encargué que se estudiase ese tema, porque sí sabemos que el cáncer orofaríngeo está vinculado a este virus, y es una actuación que tendría eficacia.
Hace unos días conocimos el balance de la campaña de la gripe y se ha producido un ligero descenso de cobertura en los mayores de 65 y 75 años…
Creo que la cobertura ha bajado un par de puntos. Estas fluctuaciones no son preocupantes, y otro años sube unos puntos con las mismas iniciativas y campañas. Seguramente este año la climatología no ha contribuido a que la gente se vacune. Las iniciativas que hemos tomado de información, de sensibilización, de actuación in situ en centros residenciales han sido las mismas.
El porcentaje de profesionales sanitarios que se vacunan frente a la gripe todavía es bajo. ¿A qué se debe y qué papel juega al respecto la Consejería de Sanidad?
Creo que en el fondo les da miedo el pinchazo (risas). Yo creo que se debe, en parte, a la consideración de que la gripe no es un proceso grave; lo que pasa es que eso es una consideración personal, y lo que no están pensando es que son transmisores a sus pacientes. Siempre digo que no se trata de abrir el debate de si esta vacunación tiene que ser obligatoria o no, pero hay ciudadanos a los que exigimos vacunarse para entrar en un país, no sé qué nivel de exigencia hay en los niños para la escolarización, a una persona que tenga un centro de estética o de tatuajes le exigimos determinadas vacunas… y a un cirujano cardiaco no. En general, la gente más experta no recomienda la obligatoriedad. Sí que se ha exigido, por ejemplo, a los estudiantes de Medicina, al menos en algunas facultades para las prácticas, lo cual también es paradójico. Lo interesante sería abrir el debate. ¿Hacerla obligatoria? Tendría unos impactos raros, porque ¿qué se hace si alguien no se vacuna?
Se define como una persona tranquila, pero en estos dos últimos años de tormentas sanitarias, como decíamos antes, ha habido algo que le haya desestabilizado un poco o que le haya afectado especialmente?
No… Tal vez el tema de las oposiciones de Enfermería y la respuesta que por parte de algunas organizaciones sindicales se dio. Yo hubiera deseado y pensado que, en realidad, lo que nosotros intentamos fue dar más estabilidad a la Enfermería, en una decisión de o no hacer nada, no convocar ninguna plaza, o intentar hacer una convocatoria. A partir de ahí, se enrarecieron las cosas en alguna medida las cosas, porque algunas organizaciones interpretaron que les estábamos responsabilizando también de haber conocido ese procedimiento, y a partir de ahí se enrareció un poco la situación. Lógicamente, las personas afectadas que habían preparado la oposición tenían que sentirse molestas, pero la respuesta de algunas organizaciones es lo que no entendí muy bien, porque quien recurrió fue el Ministerio, quien paralizó fue un Tribunal, y nosotros lo que intentamos era sacar adelante una oposición. Y por cierto, todavía no hay pronunciamiento. Veremos. ¿Qué ocurre si nos dan la razón y se pueden hacer las oposiciones? Pero bueno, yo entiendo bien a quienes se vieron afectados; no tan bien la virulencia con la que algunas organizaciones plantearon las cosas.
Le quedan algo más de tres años de legislatura. ¿Hay algún proyecto que le gustaría ver culminado o, al menos, orientado?
Culminado, el hospital de Salamanca, y orientado, un cambio en la Sanidad que nos permita ser más eficientes y que descanse más en los profesionales comprometidos. Ese es el futuro de la Sanidad, que esté más en manos de profesionales comprometidos con la Sanidad pública, que tengan más capacidad de gobierno en la Sanidad.
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