El último número de la revista Salamanca Médica, editada por el Colegio de Médicos de Salamanca, recoge una entrevista en profundidad con el que fuera jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital, Miguel Cordero, hasta su jubilación el pasado septiembre. Pide mayor atención hacia los profesionales sanitarios por parte de una administración que trabaja el día a día y se olvide de gestionar el futuro, y esto, sobre todo para las epidemias e infecciones, no sirve.
Marcado para siempre por la epidemia de sida que sembró de muerte y desolación la ciudad de Salamanca en los años 80. Miguel Cordero fue uno de los héroes que atacó esta enfermedad infecciosa, con “un gran coste personal y profesional”, eso sí; aunque esa entrega no sólo le ha dejado grandes amigos, también una experiencia y una fuerza inigualables que lo colocaron al frente de la Sección de Enfermedades Infecciosas del hospital. Y quizá también esa lucha por evitar a los parásitos que hacen tanto daño le lleva a tener muy claro que la prevención, la integración de los servicios sanitarios, el reconocimiento a los profesionales y la desfragmentación del sistema, todo ello en manos de una Administración que no siempre escucha, son fundamentales para asegurarnos un futuro seriamente amenazado. Ahora, “felizmente jubilado desde septiembre”, nos abre los ojos sobre estos problemas que azotan a la Sanidad española tras toda una vida al servicio de la Medicina y los pacientes. (…)
¿Cuándo decide que va a ser médico, una de las profesiones más importantes de servicio público, junto a la de maestro o la de político, si se entendieran precisamente como dedicación a la sociedad?
Creo que has dado en la clave al hablar de esa vocación de servicio público, que debería estar presente en todos los profesionales de la Administración. A mí me preguntan los estudiantes qué van a hacer después del MIR, qué va a ser de su vida, y yo simplemente les cuento la mía: acabé la carrera y fui internista por pura casuallidad. En aquella época, 1975, pre muerte de Franco, el jefe del departamento donde estábamos haciendo la tesina decidió que éramos unos ‘rojos’ y que nos fuéramos; tuvimos que buscar otra cosa. Ya tenía novia y decidí presentarme al MIR de entonces en Salamanca; estuve en el Hospital Provincial dos meses y luego ya se inauguró el Clínico, y me encantó, aunque mi vocación no era la Medicina clínica, sino la investigación. Lo pongo como ejemplo de que hagas lo que hagas, si te metes de lleno, te va a gustar si tienes.
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Hemos avanzado, pero sigue habiendo contagio de VIH…
Los que somos viejos en esto, antes de que hubiera tratamiento con antirretrovíricos, recordamos 1996 como un año mágico, con el Congreso en San Francisco primero, y luego el de Vancouver. Cuando nos dijeron que la carga vírica daba cero fue espectacular, porque los pacientes dejaron de morirse. Pero, ¿cuál era el mayor problema, y lo sigue siendo? El diagnóstico tardío. Primero, esto es muy malo para el paciente, porque la reconstitución de la inmunidad es tanto más probable cuanto más temprano es el tratamiento, pero es muy malo también para la salud pública, porque ese paciente ha estado transmitiendo. Desde hace unos años ya está en marcha desde la OMS un programa de detección temprana, porque está demostrado que si se cumpliera la fórmula del 90-90-90 se podría evitar la propagación del sida. Consiste en que el 90% de los infectados estén diagnosticados, el 90% de los infectados accedan al tratamiento con retrovirales y que el 90% de los tratados tengan una carga viral indetectable. Habría que pedirle la serología a todo el mundo por el hecho de estar vivo.
Lo mismo con la hepatitis, han sido años de lucha para que traten a los afectados…
Hay que gestionar el futuro, no el día a día; luego surgen el ébola o la gripe aviar y se monta una crisis de cuidado en el momento, luego todo se vuelve a quedar en nada. Igual que existen pruebas de estrés de la banca, pues aquí lo mismo, está todo escrito, pero lo tienes que tener previsto, luego tantas reuniones de crisis y por- tavoces para nada. En el caso de la hepatitis, llevamos años, junto con los compañeros de Farmacia, diciendo que esto iba a estallar, que teníamos muchos infectados en la provincia, que había que tratarlos, planifcarlo… Nada. Y de repente llega la orden de Valladolid para hacerlo ya, y todavía preguntan qué me parece.
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La falta de prevención es nuestro enemigo público número uno, y ahora también las bacterias multirresistentes…
También es una crónica anunciada. De repente adquiere proporciones alarmantes y ya hay que hacer algo. Llevamos muchísimos años diciendo que hay abuso de los antibióticos, que las poblaciones bacterianas mutan, que esto es así desde siempre, que la penicilina dejó de ser eficaz contra los estafilococos en pocos años… Vamos a tener una mortalidad más grande que con el cáncer.
De hecho, mueren cada año 35.000 personas… Un reciente estudio de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas que ha analizado la mortalidad por estas bacterias en 82 hospitales de 15 comunidades durante una semana registró 903 pacientes con infección, de los que casi el 20% (177) fallecieron. Y el 40% de los pacientes ingresados sólo el día a día; luego llega el ébola en hospitales son tratados con antibióticos.
Sí, y no es que mueran por los gérmenes, pero éstos afectan a individuos especialmente frágiles. Está claro que es mucho más sencillo utilizar los recursos para una buena política de prescripción de antibióticos; se rentabiliza rápidamente. Nuestro programa PROA se proponía como ejemplo de micro gestión efciente, no piramidal, para hacer una prescripción correcta, pero la lentitud del elefante de la administración hace que hasta que no salta la alarma de la OMS y la Unión europea no reaccionan, y tienen la mesa llena de informes nuestros.
Pero lo lograron.
Sí, y eso que es una carga de trabajo tremenda, porque la infraestructura tecnológica de Sacyl es horrorosa; el ‘Jimena’ me envenena, como decimos en el hospital. Tenemos que recoger todos los datos de las cepas que se han aislado o los antibióticos dispensados, y aunque debería ser técnicamente muy sencillo, no lo es por la falta de medios. Cuando estuvo Gonzalo Varela como director médico pusimos en marcha el programa, y claro que funciona: el consumo de antibióticos de amplio espectro ha caído drásticamente, las estancias han disminuido, se ha acertado con el tipo de antibiótico, esto son criterios de calidad y no hemos inventado nada. La máxima de ponérselo a todo el mundo no vale; no sólo hay que seleccionar el tipo, sino la dosis y la duración, y no hacerlo es mala praxis, teniendo en cuenta, además, que nuestra magnífca Sanidad tiene un coste que va a ser inasumible, sin olvidar la iatrogenia. Los antibióticos, que generan morbilidad y costes, si no están indicados, eso es requetemala praxis.
Habrá que intensifcar la investigación contra estas bacterias.
Cuando ya tenemos la infección sí, hay que investigar nuevos fármacos, pero es mucho más importante prevenir, investigar la colonización, y también, teniendo en cuenta que la mayoría de las infecciones son de gérmenes hospitalarios, hay que estudiar cómo evitar la contaminación. Es fundamental saber qué medidas de higiene son más efcaces frente a otras o, por ejemplo, tomar nota de un estudio que demostró que poniendo una auxiliar más en la UVI se evitaban muchas infecciones, porque si la misma persona tiene que atender a más de un paciente, en algún momento se rompe la cadena de prevención. No teniendo sobrecarga de trabajo es mucho más fácil y rentable evitar una infección en la UVI, se paga ese puesto de trabajo y dos más.
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¿Si alguien entrara con ébola en el hospital de Salamanca?
En todo el tiempo que yo llevo trabajando ahí, que es justo desde que se abrió, no he visto todavía ningún simulacro de incendio. ¿Y si un día lo hay? Pues si alguien entra con ébola igual: hay cartelitos, pero no estamos preparados. Cuando llegó el ébola a España había reuniones de 30 personas todo el tiempo para decirnos que si el traje tiene que tener este color o el otro; vamos a ver, esto ya lo saben los bomberos y los militares preparados para la guerra biológica, no hay que inventar nada. Viene a cuento una frase que me encanta de Groucho Marx y que defne perfectamente estas.
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El número de médicos vinculados ha caído un 80%.
Ya que soy médico infectóclogo, diría que el parasitismo es la tónica dominante en la Facultad de Medicina. La mayor carga la tienen los asociados honorífcos, es decir, sanitarios que trabajan en el hospital y en Atención Primaria, médicos, enfermeras, fsioterapeutas, que no tienen más que un papelín, pero que no supone mérito. La docencia se fundamenta en una plantilla ajena a la Universidad asumida por sanitarios voluntarios y vo cacionales, es rarísimo que alguien se niegue, pero ni agradecido ni pagado.
Entonces es normal que cada vez haya menos.
La gestión profesional en el ámbito sanitario es penosa, a pesar de que los trabajadores tienen el peso para explicar el buen funcionamiento de nuestro sistema de salud. Hace poco nos juntamos algunos de los internistas jubilados y hablábamos de cómo hace diez o quince años todo el mundo quería seguir a partir de los 65 años, y ahora mismo todos, incluidos enfermeras o celadores, están buscando las vueltas para irse. ¿Qué gestión del capital humano se ha hecho para conseguir esto? La profesionalidad y la vocación son un intangible que mantiene el sistema, porque la microgestión de personal es inexistente y son los que más han sufrido los recortes presupuestarios. Al final la Facultadse cerrará porque se queda sin profesorado, no sólo por los médicos, tampoco se cubrirán las plazas docentes que no son vinculables; son como dos trenes avanzando en paralelo que no pueden ir por el mismo raíl, y eso también es défcit de gestión.
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(Puede leer la entrevista completa en este enlace.)
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