Desde su experiencia, ¿qué debilidades y qué fortalezas ha sacado a la luz la pandemia de COVID-19 en el sistema sanitario de Salamanca?
Como debilidades, la facilidad de contagio entre el personal sanitario por falta de medidas de protección, que diezmó las plantillas; la falta de unificación de criterios diagnósticos y de tratamiento; los fallos en la coordinación del trabajo; la falta de tests diagnósticos al comienzo y la necesidad de reemplazo de los equipos sanitarios con personas que inicialmente no estaban al corriente del trabajo hospitalario, teniendo que actualizarse a marchas forzadas, y de forma muy meritoria, ante esta urgencia tan trágica. Como fortaleza, se ha demostrado que, a pesar de todo lo anterior, fueron capaces de trabajar hasta límites antes no conocidos, evitando el colapso de los hospitales y consiguiendo el reconocimiento de su labor por todos los afectados y familiares.
Con ese análisis previo respecto a las deficiencias encontradas, pero también poniendo en valor los puntos positivos, ¿qué retos deben asumirse a corto, medio y largo plazo?
Como retos a medio plazo, se deben asumir el de conseguir precozmnte el diagnóstico y el aislamiento de los posibles pacientes vectores e implementar el trabajo de los rastreadores, al tiempo que, por los medios de comunicación mas populares (TV), se conciencie de forma reiterada sobre valor del sentido común sobre las tres medidas preconizadas por la OMS: lavado de manos, distancia y mascarillas.
Con los datos y la evolución que se han observado en Salamanca, ¿se podría explicar por qué es una de las provincias más afectadas de España?
Posiblemente, por haber sufrido más que otras la falta inicial de test diagnósticos y de material de protección para la población y de equipos individuales para el personal sanitario.
¿Cuándo cree que seremos capaces de recuperar la normalidad asistencial? ¿O considera que la atención que se presta en los centros sanitarios ya nunca volverá a ser como antes?
La normalidad asistencial se recuperará cuando la población vaya perdiendo el miedo al contagio y a sus efectos, para lo que posiblemente se necesite algo más de un año. De esta experiencia colectiva, y para la asistencia sanitaria en los centros de Atención Primaria y Especializada, se debe conseguir que la masiva afluencia de personal acompañante del enfermo, que era habitual antes de la COVID, se limite a uno por paciente, para que el peligro de contagio por cualquier causa sea menor y disminuya la presión social sobre los sanitarios para que trabajen de forma cómoda y sin distracciones; se realizará un trabajo de mayor calidad y sufrirán menos estrés en el mismo.
¿Qué medidas son más urgentes para dar respuesta a las necesidades asistenciales que han sido aparcadas por la COVID-19? ¿Es necesario un plan nuevo para paliar las listas de espera?
Como respuesta a todas las necesidades asistenciales aparcadas por la COVID-19 que han generado aumento de las listas de espera, creo que sería necesario completar de forma real las plantillas de sanitarios, según necesidades, aunque en algunos casos superen la ‘ratio’ recomendada por entidades administrativas, más tendentes a cuadrar estadísticas y gestión que a resultados médicos y de confort de los profesionales en la realización de su trabajo. A la larga, es más rentable: mejor visión de la patología del enfermo y menor consumo de medios de diagnóstico caros y con largas esperas. (...)
* ACCESO A LA ENTREVISTA ÍNTEGRA EN 'SALAMANCA MÉDICA' (PÁGINA 56)