En una serie de entrevistas publicadas en la revista Salamanca Médica, editada por el Colegio de Médicos de Salamanca, 18 profesionales que han visto de cara el impacto de la COVID-19 relatan, a través de un cuestionario tipo, cuál ha sido su experiencia durante la pandemia y por qué es preciso no olvidar las devastadoras consecuencias de un virus mortífero que ha puesto en jaque a buena parte del planeta. A lo largo de los próximos días, reproduciremos un extracto de sus relevantes testimonios, que pueden leerse de forma íntegra AQUÍ.
Desde su experiencia, ¿qué debilidades y qué fortalezas ha sacado a la luz la pandemia de COVID-19 en el sistema sanitario de Salamanca?
Estos meses nos hemos enfrentado a una situación sin precedentes. A mi juicio, más allá de la ausencia total de protocolos específicos diseñados para una situación de crisis sanitaria, la debilidad más evidente ha sido la mala gestión de la información. La insuficiente información oficial contribuyó al desconcierto inicial, sin conexión con otros centros para aprender a organizarnos, y la mala información científica hacía que, además del gran esfuerzo asistencial, tuviéramos que dedicar muchas horas a estar atentos a todo tipo de artículos de revistas científicas sobre todo aquello que iba apareciendo relativo a cualquier aspecto del coronavirus: epidemiología, formas de contagio, métodos diagnósticos, manejo clínico de los pacientes, pronóstico y, sobre todo, tratamiento. Toda esta información no estaba correctamente filtrada, lo que supuso un esfuerzo adicional en un momento de enorme incertidumbre. Al conocer tan poco de esta enfermedad, todo parecía importante y todo parecía poco. La principal fortaleza que he observado ha sido percibir que éramos capaces de estructurarnos rápidamente y alinearnos todos a un mismo objetivo, superando nuestros propios miedos. Esta actitud colectiva ha sido, simplemente, espectacular. Ello permite vislumbrar que somos capaces de muchísimo más de lo que creemos cuando la situación nos exige dar el máximo de nuestras posibilidades.
Con ese análisis previo respecto a las deficiencias encontradas, pero también poniendo en valor los puntos positivos, ¿qué retos deben asumirse a corto, medio y largo plazo?
Es indudable que debemos aprovechar este tiempo de aparente mejoría para elaborar protocolos de actuación y procedimientos de todo tipo que nos permitan afrontar la situación, a corto y medio plazo, con solvencia y seguridad en todos los niveles asistenciales, así como planes epidemiológicos y asistenciales de ámbito más amplio que permitan rediseñar políticas sanitarias a más largo plazo de mayor complejidad y extensión.
Con los datos y la evolución que se han observado en Salamanca, ¿se podría explicar por qué es una de las provincias más afectadas de España?
Es difícil saber la causa del gran impacto epidemiológico que hemos tenido en nuestra provincia. Además del retraso en tomar la decisión de limitar la movilidad y las concentraciones de personas, existen otros factores que han podido contribuir a diseminar la infección, como son nuestra importante población estudiantil, la cercanía con Madrid, con mayor frecuentación de viajes también de gente joven y, por otra parte, la elevada proporción de población anciana, muchos de ellos viviendo en el gran número de residencias de mayores de que disponemos.
¿Cuándo cree que seremos capaces de recuperar la normalidad asistencial? ¿O considera que la atención que se presta en los centros sanitarios ya nunca volverá a ser como antes?
Va a pasar mucho tiempo hasta que recuperemos una normalidad asistencial tal y como la entendíamos antes. El enorme impacto que ha producido esta enfermedad hará que cambien muchas cosas en nuestro quehacer diario a todos los niveles. Es probable que, progresivamente, vayamos recuperando algo tan esencial para el médico como es el trato directo y presencial con el paciente, pero llegar a los mismos niveles que antes va a ser muy difícil. En cambio, se nos abre una gran oportunidad de mejora al introducir las diferentes modalidades de telemedicina, a través del teléfono, correo electrónico, videollamadas… Esta conexión telemática debe incrementarse, tanto con los propios pacientes como entre los diferentes especialistas. Además, otro tipo de medidas preventivas, en cuanto a extremar la detección de casos sospechosos, aumentar el nivel de protección personal y evitar la propagación del virus (mascarillas, gel hidroalcohólico, control de accesos en los centros, evitar congestión de salas de espera, etc.) creo que se van a quedar con nosotros para mucho tiempo.
¿Qué medidas son más urgentes para dar respuesta a las necesidades asistenciales que han sido aparcadas por la COVID-19? ¿Es necesario un plan nuevo para paliar las listas de espera?
Actualmente, todavía existe cierta limitación en la atención presencial de los pacientes, especialmente en Atención Primaria, aunque también en muchas consultas del Complejo Asistencial. Ello dificulta, indudablemente, una valoración correcta y completa de la patología que sufren los enfermos. Además, los trámites administrativos también se han lentificado a la hora de solicitar citas, etc. Todo ello está conduciendo a un retraso en el diagnóstico de muchos nuevos procesos y a una desestabilización de la patología crónica que no recibe suficiente supervisión. Pero todos los pacientes no tienen la misma gravedad. Por ello, se hace más necesario que nunca establecer sistemáticas de trabajo y circuitos asistenciales que nos permitan priorizar qué pacientes deben ser atendidos antes. En este sentido, creo que intensificar el contacto con Atención Primaria es esencial para todo ello. Nuestro servicio ya había detectado esta necesidad antes incluso de la COVID-19, y ya estábamos desarrollando nuestra idea de internista de referencia en la mayoría de centros de salud de la provincia. (…)
* ACCESO A LA ENTREVISTA ÍNTEGRA EN ‘SALAMANCA MÉDICA’ (PÁGINA 20)
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