Actualmente, el alcohol y la depresión son los factores de riesgo de suicidio más prevalentes en los pacientes que sufren patología dual (condición clínica en la que coexisten de forma simultánea o secuencial un trastorno adictivo y otro trastorno mental) y a los que hay que prestar especial atención, según destaca la Dra. Mercedes Navío, médico psiquiatra y directora del Proyecto Prevención de Suicidio de la Estrategia de Salud Mental del Ministerio de Sanidad, en el marco de las XVIII “Jornadas Nacionales de Patología Dual”.
Por este motivo, según esta experta, el abordaje del riesgo de suicidio requiere de un tratamiento específico de la patología mental subyacente. “Habitualmente este tratamiento específico incluye intervenciones psicofarmacológicas y psicoterapéuticas combinadas, de corte cognitivo-conductual, dialéctico conductual, terapia de resolución de problemas y encuadre individual y grupal”, explica la Dra. Navío.
Los trastornos por uso de sustancias y patología dual están asociados a un elevado riesgo de intentos de suicidio y suicidio consumado. De hecho, en el suicidio consumado, el consumo de sustancias adictivas se identifica con más frecuencia, después de los trastornos depresivos.
El alcohol es un factor de riesgo de conducta suicida y en el 25-35% de los casos de suicidios hay un trastorno por uso de alcohol, según esta experta. En este sentido, se ha comprobado que hasta el 45% de los suicidas presentan alcohol en plasma, comprobado mediante exámenes toxicológicos en la autopsia.
“El riesgo de morir por suicidio en el alcoholismo es 9,8 veces mayor respecto a la población general”, afirma la Dra. Navío. A este respecto, asegura que la asociación entre dependencia de alcohol y suicidio se incrementa al aumentar la edad, entre los 20 y los 50 años. En un comparativo de suicidas alcohólicos mayores de 50 años con pacientes alcohólicos mas jóvenes se evidenció que, los sujetos de más de 50 años, presentaban mayor prevalencia de trastornos afectivos y problemas médicos graves, respecto a los más jóvenes. En cuanto a sexos, en otro estudio más reciente en suicidas mayores de 65 años, un 35% de los varones y un 18% de las mujeres tenían historia de dependencia / abuso de alcohol. “Este último dato es de especial relevancia ya que, en la práctica diaria, el alcoholismo en las mujeres es de difícil detección y está infradiagnosticado”, resalta.
Patrones de consumo
Dentro de los diferentes patrones de consumo de alcohol, siempre se habla de la dependencia, aunque esta situación no es mayoritaria en las personas con uso problemático de alcohol. Según la Dra. Navío, se ha de tener en cuenta que, “en el consumo agudo, hay un aumento de la impulsividad, existe mayor distrés psicológico y restricción cognitiva, hay un mayor riesgo de realizar una conducta suicida no planeada y de usar medios más letales. De hecho, el efecto agudo del alcohol está tan implicado en la conducta suicida como los efectos crónicos de su consumo”. Respecto al perfil del paciente suicida con abuso de alcohol, suelen ser varones más jóvenes, con estresores vitales recientes y desempleados recientemente, separados o divorciados y que en el momento del suicidio presentaban signos de intoxicación por alcohol.
El mejor predictor conocido de suicidio consumado es la tentativa previa. Esta especialista hace hincapié en las estrategias preventivas: “Estas estrategias son multinivel y abordan la atención de poblaciones de riesgo, la formación de profesionales de atención primaria, la coordinación con facilitadores sociales de distintos ámbitos, servicios sociales, docente, policial, judicial, medios de comunicación, etc., así como sensibilización de la población general”.
En el marco de la presentación de las XVIII “Jornadas Nacionales de Patología Dual” también han abordado sobre el hecho de que algunos trastornos mentales como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o el Trastorno del Espectro Autista están diagnosticándose tarde y mal en las redes de asistencia sanitaria, lo que influye en el abordaje de la patología dual (condición clínica en la que coexisten de forma simultánea o secuencial un trastorno adictivo y otro trastorno mental). Por este motivo, mejorar el diagnóstico de estas enfermedades, además de los trastornos del estado de ánimo o de la conducta alimentaria y de la psicosis, es determinante para mejorar el abordaje de la patología dual.
Mejorar el diagnóstico
“Ninguna persona elige ser adicta ni tener una enfermedad mental. Es necesario mejorar el diagnóstico de algunas enfermedades mentales con el fin de detectar a tiempo la patología dual. Además, las conductas adictivas sin sustancias, como la adicción a comer y otras, deben valorarse también en la perspectiva de la Patología Dual, con el fin de mejorar el diagnóstico y tratamiento de estos pacientes”, apunta el Dr. Néstor Szerman, presidente de la SEPD.
Asimismo, los expertos aconsejan tener en cuenta otros aspectos. ¿Qué factores en una sociedad moderna pueden exacerbar el riesgo de sufrir múltiples trastornos mentales? “En muchos casos factores como la proliferación de tecnologías que ofrecen gratificación instantánea, la asequibilidad universal de drogas legales e ilegales, que son muy recientes, pueden poner de manifiesto vulnerabilidades en el cerebro humano y manifestarse como patologías duales”, explica el Dr. Rubén Baler, del National Institute on Drug Abuse (NIDA) de los EE.UU.
“Muchos de los cambios que vemos en nuestro entorno ocurren a velocidades dramáticamente mayores de la capacidad de nuestro cerebro de adaptarse. Tal vez el ejemplo más vivido sea la proliferación de la comida basura, cuyos niveles exquisitamente calibrados de grasa, azúcar, y sal pueden usurpar con una facilidad pasmosa los circuitos límbicos encargados de regular conductas apetitivas y el balance calórico”, resalta este especialista.
En su opinión, es importante tener en cuenta estos factores de la sociedad moderna para redefinir las actuales estrategias de prevención y diseñar nuevas modalidades de intervenciones efectivas que, en la actualidad, no forman parte de la estrategia para promover y mantener la salud mental. “Los profesionales de la salud mental tenemos una responsabilidad de prestar más atención a esta y a cualquier otra tendencia que en nuestra sociedad pueda presentar un potencial comorbidogénico, investigarlas a fondo y educar a la población”, aconseja.
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