Casandra, hija de los reyes de Troya, tenía el don de predecir las tragedias que iban a ocurrir, pero no podía evitarlas, porque el dios Apolo, despechado, lanzó sobre ella una maldición: nadie creería jamás en sus vaticinios. El 25 de febrero de 2020, el Dr. Miguel Marcos, jefe de Unidad del Servicio de Medicina Interna del hospital de Salamanca, profesor titular de la USAL e investigador del IBSAL, publicó un tuit en el que avisaba de lo que se nos venía encima.
En España apenas se habían detectado nueve casos de coronavirus, todos “importados”, así que su advertencia, como la de otros científicos y profesionales sanitarios, fue como un grito en el desierto. Hoy tiene más de 37.000 seguidores en Twitter, una plataforma desde la que aporta información veraz y comprensible sobre la pandemia, logrando paliar la confusión y la devastadora incertidumbre de una crisis contra la que lucha en primera línea y seguirá haciéndolo. “Aunque las fuerzas sean escasas y el ánimo flaquee”, como explica en esta entrevista publicada en la revista Salamanca Médica. Aunque el mundo siga haciendo oídos sordos a las advertencias por culpa de esa terrible maldición que nos hace sentir más cómodos ignorando lo que no nos conviene, aunque nos haga daño.
¿Qué le impulsó a meterse en el berenjenal de Twitter y de una forma tan activa en un momento tan convulso como el actual?
Al principio intenté responder a las múltiples dudas sobre diversos aspectos de la pandemia que se planteaban en la propia red o que me hacían directamente amigos, compañeros o familiares. Posteriormente, fui actualizando los aspectos del SARS-CoV-2 más relevantes, y creo que he abierto, junto con otros muchos profesionales, una ventana a la situación de los hospitales y del sistema sanitario en general. Espero que haya sido útil para comprender la pandemia y para ayudar a difundir las medidas de prevención más importantes. Afortunadamente, ya tenía alguna experiencia en Twitter, y esto me ha permitido gestionar un poco mejor el volumen de interacciones y de seguidores.
Está logrando concienciar sobre la pandemia mediante una información rigurosa y asequible para toda la población. ¿Qué le dicen sus compañeros de profesión sobre sus mensajes virales y la herramienta que utiliza para transmitirlos, las redes sociales?
Hay de todo. Algunos compañeros me siguen o interaccionan conmigo en esta red, mientras que otros lo ven más lejano o no tienen demasiado claro de qué se trata. En general, recibo mensajes positivos en este sentido.
Sus hilos de Twitter son compartidos por miles de personas, los medios los difunden y ya figura entre los divulgadores más buscados por los periodistas. ¿Esperaba tanta repercusión?
No, no la esperaba para nada. Viéndolo a toro pasado, y con el impacto que ha tenido la pandemia, sí es lógico que ocurriera, dada la necesidad de información y la avidez por la misma. La repercusión me ha desbordado y, en ocasiones, he tenido que desconectar o declinar invitaciones de los medios, como me ocurrió ya en febrero de 2020, cuando escribí el primer hilo. A la vez, tengo que agradecer el interés de los periodistas y de la gente que me sigue y la posibilidad de tener ese altavoz para difundir los mensajes de prevención de la covid-19 y de la situación del sistema sanitario. En ocasiones me ha dado un poco de vértigo tener tanta repercusión con mis mensajes, pero espero haber cumplido con la responsabilidad que ello implica.
¿Cómo se lleva eso de que le pidan opinión para todo lo que tiene que ver con la covid-19?
Lo intento gestionar con paciencia y sentido común. Obviamente, no soy experto en todo, y si me preguntan por temas más específicos o que no manejo, declino la invitación o derivo a un compañero que tenga más experiencia en ese campo.
Hace poco más de un año publicó un tuit que se convirtió en viral y que después se ha confirmado como premonitorio: “Sin medidas de control, podemos encontrarnos con una gran cantidad de gente infectada en un corto espacio de tiempo. Y cuantos más casos, más casos graves o incluso mortales…”. Imagino que, en este caso, no hay nada de satisfactorio en que el tiempo le haya dado la razón…
Efectivamente. Muchos profesionales sanitarios hemos sufrido en esta pandemia la maldición de Casandra. Bastaba ver la situación en Italia para saber que nos iba a ocurrir lo mismo, y también fuimos dolorosamente conscientes de lo que pasaría después de Navidades, por poner dos ejemplos en los que muchos hemos anunciado la catástrofe para ver cómo ocurría sin que se tomaran todas las medidas para intentar reducir el impacto. (…)
* ACCESO A LA ENTREVISTA ÍNTEGRA EN ‘SALAMANCA MÉDICA’ (PÁGINA 15)
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