Más que vocación, el doctor José Carretero habla en la revista Salamanca Médica de una tendencia precoz hacia la biología y el deseo de ayudar a la gente como lo que le llevó a estudiar Medicina. Pronto encontró a su “primera novia”, la Anatomía, y a un padre y un abuelo, los doctores Ricardo Vázquez y Pedro Amat, con los que fue de la mano en la docencia, la investigación y la gestión. El resultado son más de 40 años ligado a la Facultad de Medicina de Salamanca, en la actualidad como catedrático de Embriología y Anatomía Humana y viviendo sus primeros meses en el segundo mandato como decano.
¿Por qué este regreso a la responsabilidad máxima de la Facultad de Medicina?
El paso para volver al decanato se debe a que muchos compañeros de peso que yo considero relevantes dentro de la Universidad me lo han pedido. A pesar de haber tenido posibilidades de elegir otros destinos, siempre he tenido una idea, mezcla intelectual mezcla corazón, que es hacer por la facultad en la que yo estudié todo lo que pudiera para que fuera mejor. Esa es mi intención y la razón de volver.
¿Qué objetivos prioritarios tiene en esta nueva etapa?
Hay tres aspectos fundamentales que espero que redunden en unos resultados todavía mejores de los que tiene la facultad, siempre en beneficio de nuestros estudiantes. Por un lado, tanto el edificio principal como el de la Clínica Odontológica, que también pertenece a esta Facultad, necesitan una redistribución de espacios, una tarea que ya hemos empezado con la renovación de la sala de disección y depósito de restos humanos, y la mejora de las cubiertas del edificio. Luego, algo que siempre he querido hacer es abrir al público algunos tesoros patrimoniales que tienen la Facultad, pero que la población desconoce, como una colección maravillosa de microscopios del profesor Carrascal, que fue catedrático de Histología y que la ha donado, o un conjunto de figuras de cera y escayolas que van desde 1880 a 1915 -algunas de ellas van a hacer 150 años- ,que tiene el departamento de Anatomía y que obviamente ya no utilizamos en las prácticas. Ahora van a ser expuestas en el hall de Medicina en dos zonas acristaladas. Mi idea es que los salmantinos sepan más de la Facultad, que conozcan los auténticos tesoros que tenemos, porque incluso hay profesores de la propia Universidad que no saben todo lo que guardamos. Y, por último, yendo directamente a lo que es el funcionamiento de la facultad, aparte de la labor cotidiana de la gestión, queremos aumentar la internacionalización, de manera que, dentro del Espacio Europeo de Educación Superior y de la mano del Vicerrectorado de Relaciones Internacionales, trabajamos en un nuevo Máster Europeo en Ciencias de la Salud, que ahora se está diseñando. En la oferta académica, también me he fijado un pequeño objetivo personal, que tiene algunos problemas pero que creo que vamos a ser capaces de resolverlos en el plazo de un año o año y medio: yo me encontré la facultad con dos titulaciones y me idea es dejarla con cuatro. Aparte de Medicina y Odontología, ahora estamos empezando a diseñar la de Audiología General y la de Biomedicina Experimental, en la cual es posible que vayamos de la mano, en algunas asignaturas, con profesores de la Facultad de Farmacia y de Biología.
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También fue presidente de la Sociedad Española de Anatomía, ¿qué retos debe afrontar esta sociedad en la actualidad?
En la Sociedad preocupa mucho la edad avanzada del profesorado, y también el hecho de que en bastante departamentos universitarios, al no haber personal sanitario disponible para la docencia, ha entrado personal no sanitario en el mundo de la anatomía. Y así nos hemos ido a la virtualización de la enseñanza. No estoy en contra de este proceso, de hecho he programado simuladores y los he colgado en la plataforma de la Universidad de Salamanca para trabajar con los alumnos y permitirles algo así como llevarse la sala de disección a casa, estudiar con fotos reales y poder ver, por poner un ejemplo, las arterias coronarias del corazón. No estoy en contra del uso de la tecnología, pero el cadáver tiene dos cosas, una, la muerte y otra, que lo tocas y lo ves. El experto en anatomía tiene que aprender a enfrentarse a la muerte, porque es algo que se va a encontrar en la carrera profesional. Siempre digo que el estudiante de anatomía tiene que haber tenido en sus manos la arteria femoral.
Y Salamanca es pionera en el programa de donación de cadáveres.
Sí, la Sociedad en estos momentos está diseñando un Programa Nacional de Donación de Cuerpos (PRONADOCU ) en el que están la Universidad Complutense y la Universidad de Salamanca. Esto nos ha supuesto una reestructuración completa en cuanto a las infraestructuras de prácticas, pero ahora tenemos una habitación absolutamente aclimatada a 3 grados con más de 40 cadáveres, con un sistema de conservación puntero. Nosotros solo aceptamos cadáveres de donantes, se hacen su carnet, y si se nos avisa, mandamos la funeraria, lo traemos, lo embalsamos y los refrigeramos para conservarlo debidamente. El programa nacional se basa en la idea de que no donas tu cuerpo a una facultad en concreto, sino al programa nacional.
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Es el investigador principal del GIR Neuroendocrinología y Obesidad y director del laboratorio de Neuroendocrinología del INCYL y del Laboratorio de Neuroendocrinología y Obesidad del IBSAL. Sus áreas de trabajo no pueden ser más necesarias y actuales. Se habla de la obesidad como otra pandemia del siglo XXI, con países donde la situación es verdaderamente preocupante, pero de la que España tampoco se libra. El último Estudio Nutricional de la Población Española (ENPE) pone de manifiesto que el 53,6% de los españoles tiene obesidad o sobrepeso. ¿Estamos antes un escenario grave de salud pública?
Estamos ante un escenario grave de mala educación alimentaria, es fundamentalmente eso, aunque no siempre, porque hay personas con problemas de obesidad por diferentes síndromes o con una enfermedad metabólica de base, y por lo tanto, no son culpables. Nosotros llevamos 9 años trabajando, y con algunas evidencias, en la relación de la resistencia periférica a la insulina a nivel cerebral como factor más que de riesgo para la aparición de enfermedades neurodegenerativas.
¿Qué podemos hacer como sociedad para evitar estos riesgos claramente evitables?
Hacer más caso a los científicos y menos a los políticos. Hace tiempo yo leí una frase de Asimov y desde entonces la empecé a llamar el ‘principio de Asimov’; la recuerdo muchas veces, sobre todo cuando voy a hablar de algo de lo que sé poco: “En un mundo libre y democrático, todo el mundo tiene derecho a opinar, pero la opinión del experto no tiene el mismo peso que la opinión del ignorante”.
* ACCESO A LA ENTREVISTA ÍNTEGRA EN ‘SALAMANCA MÉDICA‘ (PÁGINA 6)
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