“El pensamiento es la herramienta básica de un científico, y pensamos con la palabra”. Con esta frase de Fernando A. Navarro ha resumido el presidente del Colegio Oficial de Médicos de Salamanca, Manuel Gómez Benito, la trascendencia del lenguaje y de su buen uso y, con ello, la relevancia de un libro cuya magnífica presentación consiguió llenar en la tarde de ayer el salón de actos de la institución colegial.
Justo una semana después de su exitosa puesta de largo en la sede de la Real Academia Española (RAE), Medicina en español repitió triunfo en Salamanca, donde el autor de los 200 artículos recopilados en la publicación, el padre de la reflexión que mencionó el doctor Gómez Benito en la introducción del acto, volvió a demostrar por qué es considerado un “maestro de la palabra”. Especialmente de la palabra médica, de la palabra científica.
Guiada por Berta Gutiérrez Rodilla, profesora de Historia de la Ciencia en la Universidad de Salamanca (USAL) y directora de la prestigiosa y galardonada revista Panace@, editada por la Asociación Internacional de Traductores y Redactores de Medicina Científica (Tremédica), la presentación contó con la participación de José Antonio Sacristán, director médico de los laboratorios Lilly y de la Fundación Lilly, que ha sido la promotora de un libro que reúne, actualizadas y reordenadas, las 200 primeras columnas publicadas por Fernando A. Navarro en el celebrado Laboratorio del lenguaje, la colaboración semanal que el reconocido traductor médico salmantino inició en Diario Médico en marzo de 2006.
Proyecto MEDES
La idea de editar Medicina en español se enmarca dentro de la Iniciativa MEDES (Medicina en Español), un proyecto de la Fundación Lilly trata de “mejorar el impacto del español en la difusión del conocimiento científico”, un objetivo “que puede parecer muy utópico, porque competir en este ámbito con el inglés es muy difícil”, según ha manifestado Sacristán.
“No es posible hacer frente al inglés como lengua de investigación y generación de conocimiento científico, pero no podemos olvidar que en el mundo existen 500 millones de hispanohablantes y que, por tanto, el español tiene una gran importancia en la transmisión del conocimiento”, ha explicado el director de la Fundación Lilly, que desde el proyecto MEDES promueve actividades y acciones que buscan incrementar la “visibilidad” del español en este campo y “mejorar la calidad del lenguaje médico, su precisión y eficacia, algo “fundamental para el ejercicio de la Medicina”. A este objetivo responden iniciativas como la base de datos medes.com -desde la que es posible acceder a cerca de 80.000 artículos científicos en español publicados en las 80 revistas científicas de mayor impacto- o la edición, junto con Diario Médico, del libro Medicina en español, “una magnífica obra”, según José Antonio Sacristán.
Lo cierto es que los participantes en la presentación organizada en el Colegio de Médicos de Salamanca no han escatimado elogios a la hora de hablar de esta publicación, de la que el presidente de la institución colegial ha dicho que posee “un valor incalculable”, que es “una auténtica joya” y que permite “conocer la palabra como Fernando Navarro la entiende, la valora, la escudriña”.
Un “profesional de las palabras”
Tampoco han sido cicateros en sus alabanzas a la figura del autor de El laboratorio del lenguaje, que escuchaba sorprendido y casi ruborizado las halagadoras palabras del encargado de presentar Medicina en español, el doctor Enrique Saldaña, profesor titular del Departamento de Biología Celular y Patología de la USAL, investigador del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL) y “apasionado del lenguaje”, que confesaba que leyendo a Fernando A. Navarro había descubierto “que él sí es un profesional de las palabras y yo un simple aficionado; él, un maestro y yo un simple aprendiz”.
En una espléndida presentación modelada con forma de carta de recomendación -“en Estados Unidos quien recomienda se está jugando su prestigio, así que si les recomiendo este libro y les decepciona, quien quedaría en entredicho soy yo”, ha dicho- el profesor Saldaña, que se ha declarado “uno de los más fieles y fervientes admiradores” de Navarro, ha explicado “cómo y en qué condiciones conoció al recomendado”, ha resumido “los méritos” de Medicina en español y ha realizado “un alarde de imaginación” para exponer “qué proporcionará” su lectura a cada uno de los presentes en la sala.
Fernando A. Navarro es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca y especialista en Farmacología Clínica, pero acabó dejando el ejercicio de la Medicina por culpa de su pasión por las palabras, que le condujo hasta la traducción científica, un campo al que llegó para quedarse. En 1993 se incorporó a la plantilla del Servicio de Idiomas de los Laboratorios Roche en Basilea (Suiza), donde ejerció durante nueve años como traductor médico, una labor que continúa realizando, ahora desde Cabrerizos, en Salamanca, para empresas multinacionales y organismos internacionales del sector biosanitario.
Un lenguaje fascinante
Autor de obras como el indispensable Diccionario de dudas y dificultades de traducción del inglés médico, fundador de Tremédica, miembro del comité técnico de la Iniciativa MEDES y académico correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Real Academia de Medicina de Salamanca, entre otras innumerables facetas, Fernando A. Navarro es capaz de biopsiar con agudo y hasta humorístico bisturí las palabras médicas y científicas más impronunciables. Lo hace cada semana desde el Laboratorio del lenguaje. Parte de su vasta producción se recoge ahora en el libro Medicina en español, todo un regalo para sus seguidores y, sin duda, un descubrimiento para quienes todavía no han sido seducidos por la riqueza del lenguaje científico-médico.
Como explicaba en una entrevista publicada en el último número de la revista Salamanca médica, editada por el Colegio de Médicos de Salamanca, “nuestro lenguaje especializado resulta fascinador por su opulencia léxica y su complejidad, por la riqueza y antigüedad de nuestros tecnicismos, y por las asombrosas historias que los vocablos médicos portan en su interior”, porque, “de igual manera que en una vida caben muchas vidas, también en una palabra caben muchas palabras”.
Pese a todo, señala Navarro, “como sucede con otros milagros cotidianos, la fuerza de la costumbre hace que muchos hablantes hayan perdido ya la capacidad de asombro y fascinación ante el milagro del lenguaje”, por lo que un “modo seguro de recuperar el encantamiento es pedir a las palabras que nos hablen de su origen y de su historia; de sus sentidos vetustos y presentes; de sus fatigas y dificultades para seguir vigentes; de su lucha por la supervivencia cuando llegan otras nuevas de fuera, contra el olvido por parte de los médicos de las nuevas generaciones, por adaptarse a los nuevos tiempos, las nuevas modas y las nuevas necesidades expresivas”. Él se lo pide. Las palabras se lo cuentan. Y luego, con generosidad, permite que los demás leamos lo que le han contado gracias a proyectos como el de Medicina en español.
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