Cuando en 2016 el misionero Jorge Crisafulli y parte del equipo del proyecto de Don Bosco Fambul comenzaron a recorrer Freetown para hacer un estudio sobre los menores “en situación de calle después del ébola”, se dieron cuenta de que había una gran cantidad de niñas ejerciendo la prostitución en la capital de Sierra Leona.
Muchas de ellas, huérfanas por culpa de la epidemia o víctimas del clima de extrema violencia y pobreza que empapa este país africano en el que existe una densa “concentración de sufrimiento”, no habían encontrado otra salida para malvivir y disponer, al menos, de un plato de comida.”Viviendo y trabajando en la calle pueden estar enfermas. ¿No les preocupa su salud? Si quieren, vengan mañana a Don Bosco Fambul y les hacemos unos análisis”, dijo Crisafulli una noche a un grupo de siete muchachas de entre 9 y 15 años.
No esperaba ver a ninguna, pero al día siguiente aparecieron seis de ellas en la puerta del centro. Comieron con ansia un gran plato de arroz. Repitieron. Y entonces el misionero argentino que dirige este proyecto de Misiones Salesianas en Sierra Leona recordó que en algún sitio guardaba “una bolsa de ositos de peluche” que repartió entre las chicas. “Nunca habían tenido un juguete en sus manos. ¡Cómo los miraban y tocaban! Algunas se fueron al hospital con el osito. Ahí me di cuenta de que, a pesar de todo, pensaban y actuaban como niñas, niñas sin infancia. Así comenzó el sueño de ofrecerles un futuro distinto”, cuenta.
Ese mismo año nació el programa Girls Os+ para menores de entre 9 y 17 años en situación de prostitución y se abrió un refugio, el Girls Shelter, en el que las niñas pueden encontrar “un ambiente alternativo al ambiente de la calle”, el que les brinda este proyecto de Don Bosco Fambul, una palabra que significa “familia”: un hogar, comida, ropa y, sobre todo, “capacitación, el único camino para salir de esa esclavitud”.
“La gran apuesta en África es la educación”, recalca Jorge Grisafulli desde Salamanca, donde este martes ha participado en la presentación del documental LOVE, en el que Misiones Salesianas refleja la realidad de las menores en situación de prostitución de Freetown y la labor que realizan los Salesianos “para que descubran sus sueños y salgan de la calle”. Dirigida por Raúl de la Fuente, la cinta resume en 27 minutos 60 horas de grabación y, sobre todo, 24 horas al día de trabajo por la dignidad y el futuro de unas niñas que no tienen ni creen en nada, mucho menos en sí mismas.
“Las ayudamos a recuperar la confianza en ellas mismas, pero también en la humanidad”, apuntaba Crisafulli durante el coloquio que tuvo lugar en el teatro Liceo tras la proyección de un documental que, según advertía antes al público el director de Misiones Salesianas, José Antonio San Martín, iba a producir “rabia, asco -por lo inhumano de la explotación a la que se ven sometidas estas chicas- y un malestar profundo”, pero también “alegría” -después de un año, “146 menores se han salvado de la esclavitud de la prostitución”- y “esperanza”: el objetivo es “liberar a unas 300 cada año”.
“Ejercen la prostitución porque no podían vivir. Es muy fácil criticarlas, pero es injusto”, destacaba San Martín en los minutos previos a la emisión del documental y la charla posterior, moderada por el periodista salmantino Alberto López, que ha trabajado en la producción del proyecto junto con Amaia Remírez.
La historia de Aminata
“Hay hombres buenos y hombres malos. Los hombres buenos te ayudan; los malos te destrozan la vida”. Así comienza LOVE. Así se resume la lucha entre los dos tipos de amor enfrentados en el documental: “el amor que experimentan estas niñas, que son usadas, abusadas y tiradas a la basura como una botella de refresco que ya no sirve, y el amor de misericordia, el amor que libera”, tal y como explicaba tras la proyección Jorge Crisafulli, para algunos, “un ángel sin alas”, aunque él se sacuda la definición de forma enérgica.
Es la voz de Aminata la que distingue entre unos hombres y otros. “Tengo 17 años, y desde los 13 vivo en la calle porque mi madre murió y no tengo a nadie que me cuide. Vendo mi cuerpo para poder comer y enviar algo de dinero a mi abuela”, se presenta. A los 13 años tuvo también su primera experiencia sexual, con la que comenzó su infierno. A cambio de cinco euros y de un gran destrozo físico y emocional.
La suya es solo una historia de las muchas con las que se escribe la realidad de la prostitución infantil en Freetown, donde los Salesianos han constatado la presencia de unas 800 niñas y adolescentes en esta situación, aunque están seguros de que la cifra real es más del doble. Salen a trabajar para ganar 1,5 o 2 euros al día, dependiendo del número de servicios, y sin que muchos clientes acepten el uso de preservativo, conviven con la enfermedad, e incluso la muerte, como parte de su resignada rutina. “Muchas llegan a los centros sanitarios en una situación grave y como no tienen dinero son expulsadas. Aquí el acceso a la salud es como un cash and carry: ¿tienes dinero? Se te presta el servicio. ¿No lo tienes? Te mueres como un perro en la calle”, señala Jorge Crisafulli.
Motivar a Aminata para que se convenciera de que podía alcanzar un futuro mejor no fue fácil. Pasaron meses durante los cuales accedió varias veces a visitar el refugio de Don Bosco Fambul, pero acababa por marcharse sin remedio. Pero un día se produjo el milagro. “Proponerles soñar. Esa es la gran clave que abre las puertas al futuro de estas niñas”, dice el misionero salesiano. El de Aminata, que perdió a sus padres en la brutal guerra civil que desangró Sierra Leona entre 1991 y 2002, era volver a ver a su abuela.
Junto a ella vive ahora en una aldea en la que, con la ayuda de los Salesianos, Aminata ha abierto una pequeña peluquería y un pequeño almacén de venta de provisiones. Su sonrisa es “transparente”, según asegura Crisafulli, que concluye: “Nunca nadie está perdido. Mientras haya vida y capacidad para soñar, habrá una oportunidad para salir adelante. Esa es nuestra misión: hacerles soñar con ideales más altos”.
> El documental Love está dedicado “a las heroínas de esta historia, que quisieron contarla para que nunca más suceda”.
> Tras su estreno en Madrid y su paso por Vitoria, Ginebra, Bruselas, Roma, Viena, Badajoz y Salamanca, Love continuará su gira de proyecciones y coloquios con Jorge Crisafulli: Zaragoza (18 de abril), Valencia (19 de abril), Barcelona (20 de abril), Vigo (23 de abril), A Coruña (24 de abril), Sevilla (25 de abril), Santander (26 de abril), Pamplona (27 de abril) y Bonn (2 de mayo).
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