Los determinantes sociales de la salud —las condiciones sociales en las que las personas crecen, viven y trabajan— pueden influir en el riesgo de contraer el sida y la mortalidad asociada a la enfermedad. Esta es la principal conclusión de un nuevo estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Obra Social “la Caixa”, y publicado en ‘The Lancet Regional Health’.
El equipo de investigación evaluó una cohorte de 28,3 millones de personas, representativa de la población brasileña de bajos ingresos, según los datos recopilados entre 2007 y 2015. Esta es la evaluación más grande de los determinantes sociales de la salud y el sida en Brasil hasta la fecha. Los investigadores concluyeron que los determinantes sociales relacionados con la pobreza y la vulnerabilidad social están fuertemente asociados con una mayor carga de sida.
Específicamente, las personas negras, económicamente desfavorecidas y sin acceso a la educación, se ven afectadas de manera desproporcionada por la carga de la enfermedad. “Los resultados del estudio muestran que los determinantes sociales de la salud juegan un papel importante en la carga del VIH/sida en un país altamente desigual como Brasil. Toda la cadena de eventos relacionados con la enfermedad, ya sea el riesgo de infectarse, desarrollar una enfermedad avanzada o morir a causa de ella está influenciado por estos factores”, dice Davide Rasella, investigador de ISGlobal y autor principal del estudio.
A pesar de la respuesta pionera de Brasil a la epidemia de VIH/sida, que fue el primer país de ingresos medios en ofrecer tratamiento antirretroviral gratuito a todas las personas que viven con la enfermedad y pruebas de detección del VIH gratuitas generalizadas, la tasa de mortalidad por la enfermedad en Brasil en 2020 fue de 6 por 100.000 habitantes. De los nuevos contagios registrados en América Latina en 2020, casi la mitad (48%) se registraron en Brasil.
Cuanto mayor es la pobreza, mayor es la incidencia y la mortalidad del sida
Según los resultados del estudio, una menor riqueza se asoció fuertemente con una mayor incidencia y mortalidad del sida. Específicamente, las personas con menos riqueza tenían un 55% más de probabilidades de infectarse y un 99% más de probabilidades de morir. “La menor riqueza puede estar estrechamente relacionada con la exclusión social y la inseguridad alimentaria, que son barreras potenciales para el diagnóstico temprano y para comenzar o cumplir con el tratamiento del VIH/sida”, dice Rasella.
Los niveles más bajos de educación también se asociaron con una mayor incidencia y mortalidad del sida. Las personas analfabetas tenían un 46% más de probabilidades de enfermarse y un 176% más de probabilidades de morir que las personas con educación superior. Esto puede explicarse por factores como la falta de acceso a la información de salud, el comportamiento sexual de riesgo y la dificultad para acceder a la atención médica. Estudios anteriores han demostrado que las personas con niveles más bajos de educación tienen más probabilidades de involucrarse en conductas sexuales de riesgo, de ser diagnosticadas tarde con el VIH/sida y de tener un acceso y una adherencia al tratamiento más deficiente.
Además, las personas negras tenían un 53% más de riesgo de contraer el sida y un 69% más de riesgo de morir a causa de la enfermedad que las personas que se identificaban como blancas o asiáticas. Este mayor riesgo podría ser consecuencia del racismo estructural, incluidas las desigualdades raciales en materia de salud en el acceso y la calidad de los servicios de salud. “El racismo estructural en Brasil, como en muchas otras partes del mundo, también se manifiesta en condiciones de vida más pobres, que exponen a las personas a peores resultados de VIH/sida”, señala Rasella.
Los efectos de los programas de transferencia de efectivo
Del total de participantes de la cohorte evaluada, 64,75% eran beneficiarios del programa de transferencias monetarias Bolsa Família. Las personas que recibieron la transferencia en efectivo de Bolsa Família durante menos de dos años tenían un mayor riesgo de desarrollar VIH/sida que aquellos que no cumplieron con los criterios de elegibilidad para el programa. También se observó un efecto protector para la percepción a largo plazo: los que recibieron la prestación entre 5 y 10 años o durante más de 10 años tuvieron un menor riesgo de enfermar y morir a causa de la enfermedad.
“Esto puede deberse al efecto reductor de la pobreza que tienen los subsidios del programa y los requisitos para recibir estos beneficios, como la visita a los servicios de salud y la asistencia a la escuela de los niños y adolescentes. Esto acerca a las familias a los servicios de diagnóstico y educación en salud, argumenta Rasella.
Implicaciones para los programas de prevención
Los resultados del estudio destacan la necesidad de invertir en políticas públicas de salud para ampliar el acceso y garantizar la equidad en la atención sanitaria, dando prioridad a las personas con mayor vulnerabilidad social. “Nuestro estudio tiene implicaciones importantes para los programas de prevención y control del VIH/sida en otros países de ingresos bajos y medianos. Los resultados brindan más evidencia de la necesidad de reducir las desigualdades sociales centrándose en los determinantes clave de la salud que afectan el VIH/sida”, dice el investigador de ISGlobal.
“Sin la implementación de intervenciones significativas para reducir las desigualdades existe el riesgo de que el aumento actual de los índices de pobreza y vulnerabilidad social revierta los avances logrados en la lucha contra el VIH/sida en las últimas décadas y obstaculice el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados a esta enfermedad”, concluye Rasella.
Artículo de referencia: The effects of social determinants of health on acquired immune deficiency syndrome in a low-income population of Brazil: a retrospective cohort study of 28.3 million individuals
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