La masificación de la telefonía móvil ha provocado grandes avances en relación a la conectividad social; la inmediatez comunicativa que generan estos dispositivos y su amplia capacidad operativa han transformado el mundo. Desgraciadamente este tipo de avances revolucionarios a menudo conlleva otras consecuencias que no se tienen en cuenta, y muchas de ellas pivotan en relación a la salud o la calidad de vida diaria de sus usuarios.
Uno de los elementos más importantes de nuestro día a día pasa por disfrutar de un descanso adecuado y acorde a nuestro ritmo de vida semanal. Recargar las pilas y afrontar nuestra jornada laboral de manera eficiente y eficaz debe configurarse como un elemento primordial. Debemos tener en cuenta que la exposición de nuestros ojos ante las pantallas de los dispositivos electrónicos antes de acostarse provoca una alteración de nuestro ritmo circadiano, modificando nuestro reloj biológico. Consultar las redes sociales o atender a las diversas aplicaciones de mensajería instantánea antes de conciliar el sueño es una actividad que se ha estandarizado, sobre todo en los segmentos más jóvenes de la población. Se estima que casi un 95% de los estadounidenses se exponen a pantallas de teléfonos inteligentes, ordenadores, tabletas o bombillas LED antes de ir a dormir, sin tener en cuenta sus nocivas consecuencias.
A estas alteraciones que pueden conllevar problemas de salud a largo plazo se le añade una consecuencia directa: el deterioro ocular. La población española visualiza las pantallas de los dispositivos electrónicos como mínimo tres horas al día de media. Esta situación ha provocado que diversas entidades políticas o sanitarias intenten averiguar las consecuencias negativas de este hecho, como es el caso de la Comisión Europea.
La protección ocular se remonta milenios atrás, se trata de un hecho que se repite de manera constante en la historia, pues Nerón, personaje avanzado a su tiempo y ávido promotor de diversas actividades lúdicas en el palacio imperial -como por ejemplo tiradas de dados-, ya utilizaba una esmeralda para proteger sus ojos del sol.
Varias empresas tecnológicas, como es el caso de Apple, compañía acostumbrada a marcar las pautas de la evolución tecnológica, implementó sobre sus dispositivos un modo llamado NightView. Cuando se activa, la pantalla muestra las imágenes en el espectro más cálido posible, evitando las tonalidades frías y previniendo la fatiga ocular. Si se utiliza, podemos seleccionar un horario determinado para que este se mantenga activo de manera autónoma. A menudo, algunas molestias como la borrosidad o el picor de ojos se asocian a las pantallas de los dispositivos móviles, pero esta situación se genera más por el esfuerzo y la concentración que por la emisión lumínica directa.
En nuestro país, dos estudios realizados por la Universidad Complutense de Madrid y la de Oviedo, demostraron de manera empírica los daños irreversibles que causaban las pantallas digitales sobre nuestros ojos. Los experimentos fueron aplicados sobre una población de ratas, que fueron sobreexpuestas a una luz de estas características. Los resultados fueron concluyentes: las células de la retina quedaron reducidas en comparación a otro grupo que no quedó expuesto.
Otro grupo poblacional con el que hay que tener cuidado de manera especial es el infantil. La compañía de investigación Childwise realizó un estudio donde demuestra que los niños se pasan un total de 5 horas de media diaria ante una pantalla. Las tendencias han cambiado y ya no lo hacen ante una televisión, sino ante un ordenador o un dispositivo con acceso a internet. Youtube ha cambiado los hábitos de consumo y los niños optan por esta vía a la hora de consumir contenido.
Las autoridades sanitarias alertan del uso prolongado de este tipo de dispositivos, una situación ante la que habrá que hacer pedagogía por su impacto directo sobre nuestro ritmo de vida y nuestro descanso.
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