El dolor es una causa muy frecuente en las consultas médicas. La sensación es definida por organismos internacionales de sanidad como una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial.
La percepción de dolor aparece por la estimulación de las terminaciones nerviosas presentes en la zona. Puede decirse también que es un mecanismo de defensa del organismo, pues detecta la inflamación o la presencia de un problema que puede derivar en una enfermedad de gravedad.
Existen muchas vías para clasificar el dolor, pero las más comunes son tres: la duración de esta sensación desagradable, la intensidad de la misma y por el mecanismo fisiopatológico que lo produce.
En medicina y farmacología, los medicamentos y tratamientos que tienen como objetivo enfrentar los procesos de dolor son analgésicos. Muchos de ellos se venden sin receta y por lo general son muy potentes, pero su grado de eficacia está condicionado por la respuesta de cada paciente al analgésico en cuestión y por el tipo de dolor que se sufre.
Tipos de dolor según su duración e intensidad
Atendiendo a la duración, el dolor se clasifica en agudo y crónico. Cuando es agudo, el proceso es temporal y pasajero. Ocurre por ejemplo con las quemaduras. En cambio, un dolor crónico es permanente, se mantiene como síntoma propio de la enfermedad.
Los dolores articulares y en las inflamaciones, es decir, las artrosis y artritis, son claras muestras de estos procesos. Los pacientes que sufren dolores crónicos ven reducido su nivel de calidad de vida, pues se enfrentan a problemas en sus actividades rutinarias.
Mientras se padezca la enfermedad, y en muchos casos es muy duradera, se va a sentir dolor. La solución pasa por acudir a fármacos, pero no siempre es posible esta práctica. De hecho, es habitual que las personas con dolores crónicos tengan otros problemas asociados: falta de vitalidad, alteraciones del sueño, depresiones, irascibilidad…
Por otra parte, el dolor se puede distinguir en función de su intensidad. En esos casos se habla de dolor leve, moderado y severo. La duración, que indica si un dolor es crónico o agudo, se fija en periodos de menos de un mes para el agudo y sensaciones continuadas por más de tres meses en el dolor crónico.
Las características del dolor agudo
El dolor agudo, a diferencia del crónico, es la respuesta predecible, normal y fisiológica del organismo a agresiones químicas, físicas o traumáticas.
Se distingue del dolor crónico en el tiempo, pero también en la patología subyacente, pues cuando es un proceso de corta duración pero con mucha intensidad, se habla de dolor agudo. Dura menos de un mes, y es de inicio rápido tras algún episodio desencadenante. A su vez, este tipo de dolor es necesario como elemento de supervivencia, pues es un sistema de alarma que advierte de que existe algún peligro para el organismo.
Normalmente es localizado, de intensidad alta y desaparece al curarse la lesión. Suele tener una causa clara y conocida: puede tratarse de un dolor agudo relacionado con cirugía o traumatismos.
Existen fármacos que ayudan a reducir la sensación de dolor y malestar. Uno de ellos es Espididol, una asociación de Ibuprofeno y Arginina, en la que, gracias a la presencia de la Arginina, el Ibuprofeno se absorbe 3 veces antes que en las formulaciones de Ibuprofeno solo, lo cual permite aliviar el dolor agudo rápidamente. Es un fármaco que se vende sin receta. En la web de este medicamento podemos consultar cómo funcionan los mecanismos del dolor.
El dolor patológico, qué estímulo provoca estas sensaciones
Otra fórmula para distinguir los dolores es la patología, es decir, el mecanismo fisiopatológico que se ve afectado. En ese caso hablamos de dolor nociceptivo, neuropático y psicogénico.
El primero es un verdadero mecanismo de defensa, pues el estímulo actúa sobre los nociceptores para alertar sobre un daño inmediato o bien la presencia de una lesión tisular, en los tejidos. Puede ser de carácter somático o visceral.
Si es visceral es porque afecta a los órganos. No son fáciles de detectar, pero el dolor abdominal o el de tórax son dos ejemplos. En cambio, el dolor somático afecta a músculos, articulaciones, ligamentos y tendones. Puede ser superficial o cutáneo. Cuando es cutáneo está provocado por heridas menores o por quemaduras de primer grado. Si afecta a músculos o huesos es un dolor profundo.
El dolor neuropático está causado por lesiones en el sistema nervioso, o por el mal funcionamiento del mismo. El daño se produce directamente en las fibras nerviosas. Es más complejo de diagnosticar que el dolor nociceptivo. Finalmente, el psicogénico no se asocia a ninguna causa fisiológica, sino a procesos mentales.
¿Qué fenómenos causan dolor? ¿Por qué duele el cuerpo?
Hay muchas causas que están detrás de los procesos de dolor. La espalda y las cervicales son estructuras corporales muy propicias a sufrir dolor. A su vez, algunas enfermedades tienen como síntoma común el dolor: la artritis, la escoliosis, la presencia de piedras en el riñón, ciática… Esto ocurre también con etapas vitales, especialmente en las mujeres: el embarazo o la menstruación.
El cáncer, los procesos oncológicos, también generan mucho dolor, y son episodios crónicos. Es fruto de la invasión tumoral de estructuras sanas en el organismo. Hay infinitud de procesos que pueden causar dolor, la lista es casi inabarcable.
Y lo preocupante es que la prevención es imposible en muchos casos, pues estos procesos pueden aparecer súbitamente. No obstante, algunos mecanismos, como una correcta educación postural, ayudan a evitar dolores de espalda o musculares.
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