“Tenemos estrés, tenemos cansancio, tenemos momentos de bajón, tenemos miedo. Somos humanos. La clave es que lo superemos, como estamos haciendo, y podamos seguir trabajando al máximo nivel posible”. Lo dice un profesional sanitario cuya voz, expresada a través de sus redes sociales, humaniza desde el inicio de la epidemia todas las manifestaciones que, desde infinidad de lugares, ponen en valor la inmensa labor que realizan en la actual crisis sanitaria los trabajadores de la salud.
El Dr. Miguel Marcos, internista del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, profesor titular del Departamento de Medicina de la Universidad de Salamanca y secretario científico e investigador del IBSAL, vuelve a poner sobre la mesa la realidad concreta a la que se enfrentan los compañeros y compañeras de todo el país, que cada tarde reciben el aplauso de los ciudadanos, un abrazo simbólico que alienta y conforta, pero que no protege de los pequeños-grandes dolores cotidianos a los que deben hacer frente duante su titánica tarea.
“No queremos medallas, no queremos ser héroes, ya lo he dicho. Queremos poder hacer bien nuestro trabajo”, señala el especialista en otro aplaudido hilo de Twitter, como ya ocurrió con el que hace unas semanas explicaba cómo funciona un hospital en tiempos de pandemia.
Como ya hizo entonces, comienza también con una pregunta. A partir de ahí, una respuesta y otras tantas reflexiones, muchas de ellas sobrecogedoras:
“¿Qué riesgo tenemos de contagio los sanitarios? Muy alto. Es la triste realidad. El virus está por todas partes, pero sobre todo en los lugares donde hay más enfermos. Mucha gente nos dice: “cuidaos”, o nos pregunta si tenemos equipos de protección. Les doy las gracias, pero la realidad que tenemos que asumir es que, saliendo de casa continuamente, estando en contacto con otras personas y yendo al hospital a zonas sucias, lo más probable es que nos infectemos. Se está infectando todo el mundo, también nosotros, y con más riesgo que el resto”, cuenta.
Ante este peligro, recuerda que las medidas de prevención “son obvias: lavar superficies, usar mascarilla, los EPI, mantener la distancia…; las conocemos y las aplicamos de forma casi obsesiva”, asegura, antes de añadir: “¿Cuándo podré dejar de lavarme las manos en cuanto veo un gel hidroalcohólico? No lo sé… espero que pronto”.
Eso significará “que ha terminado la epidemia”, pero también confía en que la salida a la crisis esté cerca “por nuestra salud mental, porque otra realidad es que no podemos vivir permanentemente con el miedo al contagio”.
“Al menos en mi caso, y en el de otros compañeros, al final te olvidas y lo aparcas”, no para dejar de cumplir las medidas establecidas, “que ya son automáticas”, sino porque “tienes que aparcarlo en tu mente para poder vivir”.
“Lo más probable es que te infectes, y lo más probable es que no se complique la enfermedad, de acuerdo a los datos poblacionales. Pero a alguien le toca. Y esto es particularmente duro y difícil de sobrellevar cuando ingresan compañeros que han estado trabajando codo a codo contigo hasta ayer. E ingresan muy malos. Entonces recuerdas todo, recuerdas que eres PCR negativo y que gente de tu edad está ingresando. Y es muy duro. Te vuelves a olvidar, vuelves a recordar los fríos datos estadísticos y vuelves a pensar que lo más probable, aunque te lo cojas, es que no tengas que ingresar. Pero este estrés continuo, que solo es una parte del estrés y del agotamiento que estamos soportando, nos pasa factura”, relata el Dr. Miguel Marcos.
Inquietud e incertidumbre
Y es que, como expone el internista en una sincera narración que permite percibir el desasosiego constante al que se enfrentan los profesionales de la salud, estas inquietudes se suman “al estrés y a los sentimientos negativos asociados al tratamiento de estos pacientes, a la incertidumbre que nos genera esta enfermedad, a la conciliación con la vida personal… a todo”.
Luego explica la razón por la que escribe su vida y sus impresiones: “Para que cuidéis a los profesionales sanitarios que tengáis cerca. Leo cosas horribles sobre carteles en los portales, o incluso lejía en puertas. Por favor… No hay riesgo de contagio porque un sanitario viva en su edificio. Cuidadlos, que ya bastante tenemos en esta epidemia”. El internista del hospital salmantino cree que estos episodios de rechazo son excepcionales, porque él y su familia, de hecho, solo han recibido “apoyo, cariño y comida” por parte de sus vecinos, “que no sabéis lo que se agradece”.
“De verdad, cuidadnos en la medida de lo posible para que podamos seguir cuidándoos y mantengamos un mínimo de equilibrio mental, tan necesario ahora. Vamos viendo la luz, pero todavía queda mucho. No sé si somos héroes, pero sí queremos hacer nuestro trabajo lo mejor posible”, indica el doctor Miguel Marcos, quien también recuerda que muchas parejas formadas por sanitarios “tienen a sus hijos en otras casas” mientras ambos siguen trabajando en esta pandemia. “Entre las distintas cargas que soportamos, esta, sin duda, es de las más duras”.
Lo corroboran algunos profesionales en sus respuestas: “Llevo sola, sin ver a mis hijos, un mes, se me va la vida cada día; no pongo las noticias para no cabrearme y sufrir más. Al principio lo llevaba bien, pero con el tiempo, la soledad y la depresión van haciendo mella. No somos héroes, somos seres humanos”, afirma Nuria. “Nos hacen creer que somos héroes para que así no nos sintamos víctimas”, añade SileNCe.
Sentimientos que también expresa el Dr. Marcos cuando reconoce: “Tenemos estrés, tenemos cansancio, tenemos momentos de bajón, tenemos miedo. Somos humanos. La clave es que lo superemos, como estamos haciendo, y podamos seguir trabajando al máximo nivel posible. Os contaría historias de mis compañeros que son extraordinarias. Pero no queremos medallas, no queremos ser héroes, ya lo he dicho. Queremos poder hacer bien nuestro trabajo y, por supuesto, que nadie se sienta maltratado cuando llega a su hogar, a lo que debería ser su refugio y su lugar seguro en estos momentos de pandemia”.
El especialista del complejo hospitalario salmantino, que dedica su hilo de Twitter “a todos los compañeros ingresados o enfermos y sus familias, especialmente al que termina de ingresar hace menos de 48 horas”, insiste en que los trabajadores de la salud esperan “que termine todo esto cuanto antes… que terminará, tenedlo por seguro”. Y entonces “podremos hacer vida normal, como la hemos hecho siempre”.
“Aunque estemos todavía dentro del pozo, saldremos entre todos”, concluye.
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