La dermatóloga Manuela Ayuste advierte de que los adolescentes son un grupo de especial atención, porque pasan muchas horas de ocio y deportes al aire libre. Además, tienen tendencia “a seguir modas como el uso de cabinas de bronceado”, asegura, son menos sensibles a mensajes sobre riesgos a largo plazo y suelen tener una actitud rebelde frente a padres y educadores. Según algunos estudios, menos del 40% utiliza un protector solar “y más del 80% refiere haber sufrido quemaduras solares en el último verano”.
En la etapa adolescente es importante, sobre todo en las mujeres y cada vez más en varones, “evitar el uso de cabinas de bronceado, porque sólo aumentan el efecto acumulativo de la radiación solar”, confirma la dermatóloga del Complejo Asistencial de Salamanca Manuela Yuste. Esta especialista asegura que se suelen emplear sin un control de los lunares que presenta el individuo y en ocasiones producen quemaduras con los mismos efectos negativos que las del sol. Ella señala que hay que desterrar el sinónimo bronceado=buena salud y recordar que el bronceado también se puede conseguir con el uso de autobronceadores.
En este sentido, la doctora Yuste precisa que la fotoprotección continuada hasta los 18 años “reduce significativamente el riesgo de cáncer de piel”, sin olvidar que “el sol es la calle”, y que la fotoprotección, ya sea física, con el empleo de ropa adecuada y gafas de sol, o bien con el uso de cremas fotoprotectoras, “se debe realizarn no sólo cuando se acude a la playa o la piscinan sino también cuando se pasea por la calle”.
Más peligro en verano, entre las 12.00 y las 16.00 horas
El tiempo en que la radiación solar, en nuestro medio, es más peligrosa abarca desde el final de la primavera y comienzo del verano, cuando el UVI (Índice de Radiación Ultravioleta es más elevado), “en la franja horaria desde las 12.00 de la mañana hasta las 16.00 de la tarde, en que la proyección de nuestra sombra es más corta que nuestra altura (este es nuestro reloj solar)”, describe Yuste. En este periodo, a la sombra tampoco se está totalmente protegido, “porque las radiaciones se reflejan en distintas superficies (arena, césped, agua, etc)”.
Los días nublados también permiten el paso de las radiaciones solares y puede haber quemadura, al permanecer más tiempo expuestos al aire libre si se pierde la sensación de calor. Una vez conocidos los efectos del sol, “es más fácil convencerse de la necesidad de fotoprotección”, culmina la dermatóloga.
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