La suspensión de procedimientos de Cardiología intervencionista no urgentes debida a la crisis sanitaria ha tenido importantes consecuencias en términos de mortalidad a corto plazo para los pacientes. Así lo pone de manifiesto un estudio de la Asociación de Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (ACISEC) que acaba de publicarse en la revista Catheterization and Cardiovascular Interventions.
La investigación incluyó a 2.158 pacientes de 37 hospitales españoles que el 14 de marzo se encontraban pendientes de someterse a un procedimiento diagnóstico o terapéutico programado de Cardiología intervencionista y que fue cancelado por las restricciones establecidas para frenar la pandemia.
A pesar de no haberse realizado el procedimiento correspondiente en cada caso, a todos los pacientes se les hizo un seguimiento de 45 días, hasta el 31 de abril, para analizar las consecuencias de esa suspensión. En ese tiempo, el 9,8% de los afectados fallecieron o tuvieron que ser sometidos a un procedimiento urgente por inestabilización clínica.
“A los 45 días tras la suspensión del procedimiento, había fallecido el 8% de los pacientes que estaban esperando una reparación percutánea de la válvula mitral; el 4,9% de los que aguardaban un implante percutáneo de la válvula aórtica (TAVI) y el 4,5% de los que estaban pendientes del cierre percutáneo de la orejuela izquierda”, explica el Dr. Raúl Moreno, autor principal del estudio y presidente de la ACISEC.
Los pacientes con la mortalidad más alta fueron aquellos que estaban esperando un procedimiento terapéutico estructural, como los mencionados, frente a aquellos que aguardaban una intervención diagnóstica, según indica el especialista, quien añade que también se produjeron más muertes entre los afectados “con más edad y que tenían diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia o insuficiencia renal”.
El 50% de los 2.158 pacientes incluidos en el estudio presentaban arteriopatía coronaria como principal enfermedad subyacente, mientras que la estenosis aórtica, presente en el 25,1% de los afectados, era la segunda patología principal. Todos ellos se encontraban pendientes de ser sometidos a un procedimiento diagnóstico o terapéutico a fecha del 14 de marzo, pero “dichos procedimientos se cancelaron o retrasaron con el objetivo de reservar camas para los pacientes con COVID-19 y también para prevenir el posible contagio de nuestros pacientes con enfermedad cardiovascular”, explica el Dr. Moreno.
Respecto a la presencia de COVID-19 entre los pacientes incluidos en el estudio, apenas un 1,7% se infectó por el coronavirus SARS-CoV-2 durante ese periodo de tiempo. El 27,9% de los que resultaron contagiados falleció.
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