La relación entre salud y cambio climático está clara: el segundo influye en la primera. Este lunes se inauguraba en Madrid la 25ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, denominada COP25, un nuevo intento para agilizar las acciones globales que permitan minimizar los riesgos que supone el cambio climático para la sociedad. Uno de estos riesgos, la salud, llevan años estudiándolo Cristina Linares y Julio Díaz, investigadores de la Escuela Nacional del ISCIII en el Departamento de Epidemiología y Bioestadística.
La celebración de la COP25 llega en un momento ‘caliente’, nunca mejor dicho. Hace sólo unos días saltó la noticia que revelaba un nuevo récord histórico en la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Además, coincidiendo con esta Cumbre, el Parlamento Europeo ha aprobado una resolución que define como “emergencia climática” la situación del planeta. Y la ciencia sigue alertando de una realidad preocupante: el mes pasado, la revista The Lancet publicó su Informe Lancet Countdown, que insiste de los efectos del cambio climático en la salud, con especial mención a la salud infantil.
Hay un mensaje claro: el tiempo, que corre más rápido que las soluciones para paliar el cambio climático, se sigue agotando ante la falta de soluciones reales consensuadas y aplicadas.
Cristina Linares y Julio Díaz forman una dupla profesional que se ha convertido en una referencia nacional e internacional en la investigación sobre salud, clima y contaminación. Llevan trabajando juntos desde hace más de 15 años. En 2003, Cristina Linares hizo un master en salud y medio ambiente en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que dirigía Julio Díaz. Desde ese año comenzaron a colaborar, un trabajo conjunto que llegó al ISCIII hace más de 10 años. Díaz lleva en la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto desde 2007 y Linares, tras pasar por el Centro Nacional de Epidemiología del ISCIII, recaló también en la Escuela en 2013.
A día de hoy, ¿qué mensaje prioritario se debe dar sobre la relación entre salud y cambio climático?
El principal mensaje que hay que enviar a la población es que el cambio climático está ya incidiendo en la salud de la población. No sólo en los extremos térmicos (olas de calor y de frío), sino también en el incremento de la contaminación atmosférica, en los eventos meteorológicos extremos (inundaciones y sequias) o en enfermedades infecciosas transmitidas por vectores (mosquitos, artrópodos…). Además, hay efectos colaterales relacionados con el clima extremo, como las enfermedades mentales o la pobreza energética.
También es clave transmitir que el cambio climático no crea nuevas enfermedades; lo que hace es redistribuir geográficamente y amplificar las ya existentes. La adaptación y la puesta en marcha de planes de vigilancia en salud pública es algo determinante para minimizar estos impactos. Estos Planes deben ser coordinados, ya que el cambio climático es transversal y tiene múltiples efectos sobre la salud.
¿Cuáles son los principales efectos observados en los últimos años?
Son muchos. Aumento en número e intensidad de las olas de calor y de frío; más incendios forestales, que también impactan en salud; aumento de las sequías e inundaciones; más contaminación atmosférica como consecuencia de las situaciones de bloqueo, en especial del ozono troposférico; más enfermedades alérgicas; incremento de las enfermedades infecciosas transmitidas por vectores, como por ejemplo casos de dengue autóctono en España… La lista es muy larga.
¿Cuáles son las últimas investigaciones en este ámbito en la Escuela Nacional de Sanidad del ISCIII?
Son también numerosas. Se ha cuantificado el impacto a corto plazo de la contaminación en España; se ha estimado la proporción de partos prematuros atribuibles a la contaminación a nivel estatal; hemos analizado y determinado la mortalidad anual a corto plazo atribuible a las olas de calor en España, estimando la evolución de la mortalidad atribuible a esta causa como consecuencia de diferentes factores, entre ellos los procesos de adaptación, la educación ambiental y los diferentes planes de prevención… También hemos concretado los grupos de edad y los grupos de personas, que ya sufren enfermedades de base, más susceptibles a las olas de calor.
No sólo se trata del calor. También hemos determinado la mortalidad a corto plazo atribuible al frío en España, y su evolución temporal tanto por grupos de edad como a nivel estatal. Hay dos publicaciones, una sobre el efecto del calor y otra sobre el frío, que determinan los impactos en salud previstos en los horizontes de los años 2020-2050 y 2051-2100. Estos estudios se han hecho calculando diferentes escenarios de emisiones RCP (Sendas Representativas de Concentración, diferentes escenarios de emisiones para el cambio climático), cuantificándose la mortalidad atribuible en estos horizontes temporales y escenarios de emisiones tanto si existente adaptación o si no existe.
Otra de las vías de invetsigación es la determinación de grupos de especial vulnerabilidad frente a los extremos térmicos, analizando diferencias de género, desigualdades económicas y diferencias según hábitat rural o urbano. También colaboramos con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el diseño y elaboración de nuevos programas de prevención a nivel europeo, y en el establecimiento de las nuevas líneas de trabajo en este campo.
¿Está avanzando el mensaje de salud en todas las políticas? ¿Están salud y cambio climático bien representados?
Se están realizando actuaciones conjuntas entre el Ministerio de Transición Ecológica y el Ministerio de Sanidad, como el Plan Nacional de Salud y Medio Ambiente en el que colaboramos. Haría falta aumentar la conexión entre ambos ministerios. Recientemente, la Ministra Teresa Ribera ha anunciado nuevas reuniones Entre Transición Ecológica y Sanidad sobre salud ambiental y salud pública, lo que va claramente en la línea de esta imperiosa necesidad. Además, vemos necesaria la creación a nivel estatal de un observatorio en Salud y Cambio Climático.
¿Cómo se está trabajando en la comunicación y la divulgación de estos mensajes a la sociedad?
En muchos de los temas que hemos citado sobre cambio climático y su impacto en salud, la evidencia científica es clara, rotunda y abundante. El mensaje que debemos hacer llegar es que hay que pasar ya a la acción. Los científicos no solemos llegamos a la sociedad, por lo que deben ser otros profesionales, como los educadores ambientales, los que ayuden a conectar con las personas. La educación ambiental está reclamando su protagonismo desde hace tiempo y creemos que ese momento ya ha llegado. La divulgación es fundamental.
¿Qué suponen reuniones como esta COP 25 que comienza este lunes Madrid?
Se prevé que participen entre 20 y 25.000 delegados de 200 países. Va a ser muy positivo desde el punto de vista de la participación y de la visualización del problema, pero también es cierto que se van a emitir a la atmósfera 65.000 toneladas de CO2… Habrá que esperar a los resultados de la Cumbre para ver si el balance es positivo o no; sobre todo estaremos pendientes de acciones gubernamentales que hagan posible un cambio de tendencia en las emisiones de CO2. El mundo espera compromisos que combatan de forma global el cambio climático, y que permitan mejorar la salud de la población.
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