En los pacientes con cáncer de pulmón que han recibido quimioterapia y/o radioterapia craneal, la actividad física es capaz de disminuir el daño neuronal provocado por el tratamiento. Un estudio surgido de la colaboración entre el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), el Instituto Catalán de Oncología (ICO), el Hospital de Bellvitge (HUB) y la Universidad de Barcelona (UB), ha descrito que la actividad física mantenida durante tres meses previene la pérdida de sustancia gris producida por la misma terapia contra el cáncer.
“Los resultados del nuevo estudio muestran que los efectos beneficiosos del ejercicio se centran en el hipocampo, una región cerebral altamente implicada en las funciones de memoria y aprendizaje. Así pues, se cree que el ejercicio impulsaría la plasticidad neuronal, reduciendo la pérdida de tejido neuronal y mejorando las funciones cognitivas de los pacientes en tratamiento”, comenta Marta Simó, investigadora principal del grupo de investigación en Neuro-Oncología del IDIBELL, el HUB y el ICO, neuróloga del Hospital de Bellvitge y líder del proyecto.
Durante el trabajo publicado en European Journal of Neurology se sometieron pacientes con cáncer de pulmón a dos o seis sesiones caminando más una sesión de bicicleta estática semanal durante doce semanas. Los cambios observados tanto en la estructura cerebral, analizados sobre imágenes de resonancia magnética, como las capacidades cognitivas de estos pacientes, se compararon con el mismo tipo de pacientes pero que no habían realizado el programa de ejercicio, y con individuos sanos que no habían sido sometidos a quimioterapia.
Lucía Vaquero, perteneciente al grupo de Cognición y Plasticidad Cerebral del IDIBELL y la Universidad de Barcelona en el momento del estudio y primera autora del trabajo específica que “después de tres meses, el grupo de pacientes con cáncer de pulmón que no había seguido el programa de ejercicio presentaba pérdida sustancia gris en el hipocampo. en cambio, los pacientes que habían realizado actividad física no sólo mantenían, sino que, además, habían incrementado el volumen de sustancia gris comparándolo con la situación inicial, antes de iniciar la actividad física”.
Este proyecto ha sido posible gracias a la colaboración y coordinación de diferentes grupos del campus de Bellvitge: el grupo de investigación en Neuro-Oncología del IDIBELL, el ICO y el HUB, el grupo de Cognición y Plasticidad Cerebral del IDIBELL, la Facultad de Psicología y el Instituto de Neurociencias de la UB y la Unidad de Fisioterapia del ICO. También ha sido posible gracias a la financiación de la Fundación La Marató de TV3.
El daño neuronal provocado por la terapia oncológica
Los análisis realizados sobre las imágenes de resonancia magnética indican que las personas sanas no expuestas a la terapia oncológica presentan un mayor volumen de sustancia gris en el hipocampo comparado con aquellos pacientes sometidos a terapia, tanto los que practicaban actividad física como los que no. Esto se debe a la toxicidad asociada a los tratamientos oncológicos, ampliamente descrita en la literatura del campo de neuro-oncología.
En los estudios previos ya se indica que la quimioterapia, a pesar de no conocerse el mecanismo concreto, provoca cambios en la estructura cerebral, lo que podría tener efectos sobre funciones cognitivas.
Del mismo modo, la radioterapia craneal, estrategia común en el cáncer de pulmón para evitar la aparición de metástasis en el cerebro, también afecta el hipocampo entre otras estructuras cerebrales, causando un daño que puede llegar a provocar demencia a largo plazo.
El ejercicio y sus beneficios
Ya son muchos los estudios que apuntan al efecto neuroprotector del ejercicio, especialmente en el hipocampo. El deporte protege frente al declive cognitivo asociado con el envejecimiento y mejora el aprendizaje, ya que promueve la neurogénesis y la plasticidad cerebral. Además, estudios en modelos animales en terapia oncológica muestran que el ejercicio disminuye la inflamación general, aumenta los niveles de factores de crecimiento en el cerebro y mejora la circulación sanguínea craneal.
“En este estudio se quería ver si el ejercicio también protegía contra el daño causado por la terapia contra el cáncer de pulmón”, comenta la Dra. Simó, “y, efectivamente, observamos que aquellos pacientes en tratamiento que siguen la pauta de ejercicio no sufren una pérdida de tejido neuronal tan grande como los que no siguieron esta intervención, es más, tienen una ganancia. Además, la terapia de actividad física mejora la resistencia cardiovascular y la eficiencia respiratoria de los pacientes de cáncer de pulmón”.
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