Investigadores de la Universidad de Cádiz (UCA) han identificado una conexión de neuronas específicas en el cerebro que sería la responsable de que los pacientes con dolor crónico padezcan ansiedad y trastornos de la memoria. Este estudio se ha llevado a cabo en un modelo experimental de dolor crónico con lesión nerviosa conocido como dolor de tipo neuropático.
Los resultados del trabajo, dirigido por los profesores Esther M. Berrocoso y Juan Antonio Micó y desarrollado por el grupo de Neuropsicofarmacología y Psicobiología y pertenecientes al INiBICA (Instituto de Investigación e Innovación Biomédica de Cádiz) y al CIBERSAM (Centro de Investigación en Red de Salud Mental), han sido publicados en la prestigiosa revista Biological Psychiatry, donde firman como primeras autoras las investigadoras post-doctorales Meritxell Llorca Torralba e Irene Suárez Pereira.
Para comprender bien la trascendencia de este hallazgo, cabe recordar que el dolor es un síntoma presente en muchas enfermedades y que cuando se cronifica es en sí mismo una enfermedad. De igual forma, es un factor de riesgo para padecer trastornos relacionados con la esfera emocional (ansiedad y/o alteraciones del estado del ánimo), así como deterioro cognitivo y pérdida de memoria. Actualmente, se sabe que muchos de los pacientes con dolor crónico son susceptibles de padecer enfermedades mentales. Por ello, es necesario avanzar en el conocimiento sobre por qué se producen estos síntomas.
Desde hace algún tiempo, se sabía que en el cerebro existe un lugar conocido como locus coeruleus (LC), que está conectado con otro, la amígdala, y que tiene un papel relevante en el control de situaciones emocionales. Estas dos zonas del cerebro tienen, cada una a su nivel, importancia en la regulación endógena del dolor y en otras situaciones emocionales y cognitivas. Así, la investigación se basó en conocer si podría existir una conexión entre ambas, de tal manera que se justificara por qué los pacientes con dolor crónico padecían ansiedad y trastornos de memoria.
En el estudio publicado por el grupo de la UCA, en el que se utilizaron enfoques farmacológicos y otros innovadores, farmacogenéticos (DREADDs en sus siglas en inglés), se pudo demostrar que interrumpiendo la conexión entre estas dos estructuras se normalizaban las respuestas ansiosas y el aprendizaje frente a situaciones aversivas que eran características del dolor crónico.
Estos resultados sugieren que en situaciones de dolor crónico se desencadena un trastorno cognitivo a través de la conexión de estas dos estructuras (concretamente, la vía LC-amígdala basolateral) y que esta activación afecta a la forma en la que el cerebro de estos pacientes procesan los estímulos aversivos probablemente provocando y manteniendo un estado de ansiedad. Por otro lado, “fue interesante descubrir también que esta vía no cambió la sensibilidad al dolor ni afectó otros tipos de trastornos de memoria; esto indicaba claramente que las dimensiones sensorial, afectiva y cognitiva del dolor se procesan por vías independientes”, como explican desde el grupo de investigación.
El trabajo realizado desde la UCA profundizó en encontrar un medio farmacológico que fuera capaz de revertir estas situaciones y que pudiera ser de utilidad a los pacientes con dolor crónico que al mismo tiempo padezcan ansiedad y estos trastornos de memoria. Así, “se observó que algunos fármacos, ya conocidos, que afectan al sistema noradrenérgico respondían a estas expectativas”, aunque ahora será necesario “investigar fármacos más selectivos que actúen específicamente sobre estos procesos”, según indican los autores de este trabajo.
El artículo donde se ha recogido esta investigación es uno de los resultados de un amplio Proyecto I+D+i Retos Investigación dirigido por la profesora Esther Berrocoso, del Departamento de Psicología de la UCA, a través del cual parece claro que actualmente “hay que tratar a cada paciente de forma personalizada, y eso incluye el ámbito sensorial, el emocional y el cognitivo”. Por ello, “es importante un enfoque multimodal en la investigación básica en dolor, como demuestra este trabajo de nuestro grupo”, en palabras del catedrático Juan Antonio Micó, del Departamento de Neurociencias. De este modo, “el estudio de vías neuronales específicas involucradas en dolor crónico nos acerca al desarrollo de nuevos tratamientos para el dolor crónico y su comorbilidad mental”, como concluye la profesora Berrocoso.
Referencia bibliográfica:
Meritxell Llorca-Torralba, Irene Suárez-Pereira, Lidia Bravo, Carmen Camarena-Delgado, Jose Antonio Garcia-Partida, Juan Antonio Mico, and Esther Berrocoso (2019) ‘Chemogenetic Silencing of the Locus Coeruleus–Basolateral Amygdala Pathway Abolishes Pain-Induced Anxiety and Enhanced Aversive Learning in Rats’. Biological Psychiatry. Volume 85, Issue 12.
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