La diabetes sigue sin ser una enfermedad conocida socialmente. Y, sin embargo, tiene una altísima prevalencia, estando considerada por la OMS como una epidemia. Me pregunto por qué la sociedad no es consciente de la importancia que tiene esta enfermedad, que puede aparecer a cualquier edad, que es crónica y que, por tal motivo, puede provocar muchas complicaciones con el paso del tiempo, si los pacientes no reciben el tratamiento y los cuidados adecuados.
La diabetes tipo 1 afecta a niños y jóvenes, y supone el 10% de las personas que tienen diabetes. Actualmente, en España hay más de 30.000 niños afectados, que precisan controles de su azúcar diariamente, inyectarse insulina antes de cada comida y el doble de padres y madres… que no duermen por la noche, sufren al dejar a sus hijos en el colegio y tienen que estar constantemente pendientes de la alimentación correcta de sus hijos. De que el ejercicio y la actividad física no les produzca una bajada de azúcar que les puede llevar a un coma en cuestión de minutos… Pendientes de que el control de sus glucemias permita que sus hijos se desarrollen física y psicológicamente bien, disfruten de la vida como el resto de compañeros y puedan ver realizadas sus ilusiones profesionales, sean cuales sean.
La diabetes tipo 2 afecta a personas adultas, no depende en principio de insulina y puede tratarse adecuadamente con medicación oral. Pero es altamente prevalente. Afecta aproximadamente al 12-13% de la población, incrementándose este porcentaje con la edad, de forma que a partir de los 80 años casi un 25% de los ancianos la padecen. Está muy relacionada con la obesidad y la vida sedentaria. El 90% de la diabetes total es diabetes tipo 2.
En cualquiera de los dos tipos, padecer diabetes incrementa el riesgo cardiovascular. Podemos suponer entonces que las personas adultas con otros factores de riesgo, como HTA, sobrepeso u obesidad, hipercolesterolemia y tabaquismo que, además, padezcan diabetes tienen un altísimo riesgo de sufrir ictus cerebral o infarto de miocardio.
La diabetes tipo 1 es de etiología autoinmune y no se puede prevenir. Sin embargo, la diabetes tipo 2 se puede prevenir si todos nos concienciamos para mantener una vida activa, evitar el sobrepeso y consultando a nuestro médico si tenemos factores de riesgo, como antecedentes familiares o personales y/o otros factores de riesgo, como HTA, obesidad, etc…
La OMS celebra el Día Mundial de la Diabetes el 14 de noviembre, y cada año propone un lema para este fin. El de este año es Diabetes y familia. Si los pacientes con diabetes merecen toda nuestra atención sanitaria, para evitar sus complicaciones a corto y largo plazo, qué podríamos decir de cómo afecta la diabetes a la familia. Los padres de niños y jóvenes con diabetes duermen poco, despertándose sobresaltados; están pendientes en cada momento y sufren las hipoglucemias, las descompensaciones debido a cualquier pequeña infección y temen las enfermedades comunes de los niños con auténtico pavor. Sufren que los niños no puedan acudir a excursiones en el colegio, tener que acudir al cole para administrar al niño la insulina necesaria. Sufren el rechazo de algunos colegios a admitirlos en el mismo, o la exclusión para algunos trabajos que desde pequeños han sido su ilusión o en los que se puede encontrar una forma de desarrollo personal…
Los padres y madres de niños y jóvenes con diabetes son héroes silenciosos… Porque, además, no pueden compartir sus preocupaciones con el resto de los padres.
En el caso de los adultos… por mi trabajo veo a muchos maridos y esposas que tienen que hacerse cargo de los cuidados derivados de la enfermedad. La diabetes tipo 2 se diagnostica tarde, y en muchos casos aparece ya con alguna complicación. Los pacientes pueden haber sufrido un infarto, padecer ya insuficiencia renal o alteraciones muy serias en la vista, neuropatías, úlceras en pies o miembros inferiores, etc… Todo esto requiere una atención adicional que hace que personas de edad tengan que asumir muchos cuidados.
La diabetes, además -en cualquiera de los casos-, requiere la adquisición de conocimientos específicos y el desarrollo de habilidades para el tratamiento y el control de la enfermedad. De los padres, en caso de la diabetes infantil, y de los propios pacientes, a partir de cierta edad… Formación acerca de la alimentación, la actividad física como parte del tratamiento, con las observaciones a tener en cuenta en relación a las hipoglucemias, las complicaciones a corto y largo plazo, cómo prevenirlas y tratarlas adecuadamente, normas higiénicas y cuidados específicos para evitar infecciones. Y también una preparación psicológica, para asumir el diagnóstico de una enfermedad que les va a acompañar toda la vida, que depende de los cuidados y atención que le prestemos para evitar la aparición de complicaciones y con la que deben convivir con la mejor calidad de vida posible.
La diabetes no es, hoy por hoy, una enfermedad mortal. Es cierto que tiene tratamiento, pero como otras muchas enfermedades (cardiovasculares, cáncer, etc.) tiene una importantísima repercusión en la calidad de vida de las personas afectadas y sus familiares. ¿Por qué, entonces, no se le da la importancia que tiene? ¿Por qué la sociedad hace oídos sordos a una enfermedad que, en el caso de los adultos, podemos prevenir o, al menos, retrasar su aparición? ¿Qué nos hace falta para concienciar al sistema sanitario de la necesidad de inversión en investigación para la mejora de los tratamientos, de los sistemas de autocontrol, y a la sociedad para que se haga eco de las reivindicaciones de este colectivo?
Cerca de 6.000.000 de personas están afectadas de diabetes en España. Sumemos a esta cifra los padres, madres, cónyuges, hijos y resto de familiares que sufren de cerca esta enfermedad…
¿No supone un número lo suficientemente importante para que hablemos de la diabetes en voz alta?
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