Estimado director-gerente de Hospitales de Salamanca:
Aunque soy consciente de que la dedicación plena que requiere su cargo le mantiene ocupado la mayor parte del día, voy a tomarme la libertad de contactar con vos, de manera epistolar, con el prístino propósito de recordarle la situación “pírrica” en la que me encuentro, como paciente (a estas alturas muy sufriente y bastante impaciente) víctima de una lista de espera inmisericorde para ser reoperada del pie derecho, por los malos resultados de la intervención quirúrgica que tuvo lugar hace más de un año, como se puede comprobar en mi historial clínico.

En mi reclamación, presentada por duplicado con fecha 2 de septiembre y en una carta entregada en la Gerencia el pasado 23 de octubre, dejaba constancia de la situación personal, como superviviente de cáncer de páncreas y que en el acá y ahora necesito caminar varias horas diarias para controlar las glucemias (la carencia de páncreas me ha convertido en insulinodependiente, al igual que de las ingestas de enzimas pancráticas en todas las comidas)… Y ya son cuatro los años que llevo sin poder hacerlo más de 15 minutos por los dolores inmensos en los dedos caídos, deformados, y sus respectivos metatarsianos del pie derecho (más de siete meses esperando a que la obra se complete) y el total del pie izquierdo, como se puede apreciar en las radiografías y fotografías que obran en su poder y que constatan lo argumentado.
La falta de movilidad, la indefensión que supone comprobar que los dígitos de la demora hospitalaria se mantienen estáticos, me ha convertido en una “joven- anciana”, colocada en el “cementerio de los elefantes”, y si no fuera por la positividad que me acompaña en la vida… posiblemente ya me hubiera cortado ambas “pezuñas” (hace años que perdieron la categoría de pies) para ser atendida de urgencias, como hacen en La India.
A todo ello cabe añadir que la dolencia tridentina de los referenciados apéndices y metatarsianos está repercutiendo, notablemente, en mis rodillas, la espalda, e incluso las caderas.
Me encantaría que la palabra humanidad (como yo la entiendo) no se quedara en un simple formulismo, con tildes protocolarios, sino que fuera realmente un deseo de colaboración, de buena gestión, de altruismo, de comprensión e incluso de compasión hacia los pobladores españoles que, al igual que yo, tenemos cotizados a la Seguridad Social más de treinta años. En mi caso personal, en una profesión y en un área de alto riesgo (con la muerte pisándome los talones), donde nunca he mirado el reloj porque las jornadas de trabajo jamás bajaron de veinte horas diarias (y sin haber acudido nunca a un médico hasta que el cáncer hizo acto de presencia): Vivir por y para la verdad y la libertad, que están por encima de todas las cosas.
Recientemente informaba vos a los medios de comunicación sobre la ejecución de 4.100 cirugías realizadas en horario de tarde, aprovechando la paralización de los quirófanos en vespertino. ¡Qué lástima que conmigo no haya acaecido el milagro! Es por ello que quiero hacerle llegar mi disponibilidad para ser intervenida tanto por la mañana como por la tarde, en la llegada del crepúsculo, en noche cerrada e incluso de madrugada, dentro del quirófano o en una simple jaima.
Espero que mi ponencia sea leída y tenida en cuenta a la hora de cambiar el alegato del “quiero pero no puedo” en las demoras (inmisericordes) hospitalarias por un contundente ejecuto: Poder es querer.
Aprovecho la presente reflexión para felicitarle a vos, señor gerente, Luís Ángel González, por tener en los hospitales de Salamanca a toda una plantilla de médicos, enfermeras y demás personal sanitario extraordinarios y que, pese a tantas carencias materiales, demuestran día a día ser unos grandes profesionales. Ellos me salvaron la vida cuando estaba a punto de perderla. Por ellos necesito seguir acá, en el planeta Tierra, pero con cierta calidad de vida: sonriendo, creando, caminando… sin el dolor físico que tanto merma a las personas.
Tengo muy presente que solo se vive una vez, y la vida es tan corta, señor gerente…
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